Miguel López (COAG-Andalucía): “La sociedad está viendo que al campo se le está maltratando”
Miguel López (La Barca de la Florida, Cádiz, 1960) es la cara visible de COAG-Andalucía desde hace más de 20 años, un tiempo en el que también ha asumido responsabilidades en el ámbito nacional. Para él, el campo andaluz ha hecho un esfuerzo por la modernización y ha adquirido compromisos importantes por crear un tejido productivo. Reclama de las administraciones una respuesta para que esas acciones no desaparezcan y con ellas el modelo productivo que sostiene a más de la mitad de la población andaluza.
¿Ha cambiado mucho el sector agrario andaluz?
Yo creo que el sector agrario andaluz se ha modernizado muchísimo. Se han hecho fortísimas inversiones, hemos ganado cuota de mercado exterior, hoy somos un sector estratégico para nuestra tierra en lo referente a la economía, el empleo y la gestión del territorio. En estos momentos yo diría que es el pilar más fuerte de nuestra economía y de fijación de la población al territorio. El 57% de la sociedad andaluza vive en el medio rural y esto viene motivado por nuestra cultura agraria, por nuestra producción y por intentar sacarle partido.
¿Está tan en peligro ese sector económico como parece?
El sector agrario puede pasar mayores o menores dificultades. Lo que está en riesgo es el modelo. Nuestro sistema se basa en un modelo profesional, familiar, el mayoritario en nuestra tierra, que hace inversiones y se compromete con el futuro, adaptándose a los nuevos retos. Un ejemplo, es uno de los centros productivos más importantes de Europa, en el regadío el que más. Son 1,2 millones de hectáreas de regadío, que concentran más del 75% del empleo y el 90% se da en explotaciones de menos de 20 hectáreas. Ese modelo no es compatible al 100% con la desregulación de los mercados, con la apertura de los mercados hacia países terceros donde el dumping social, económico y medioambiental va en contra de los esfuerzos que se han hecho por garantizar la seguridad y calidad alimentaria. Europa no está apostando por mantener un tejido profesional, está en la estrategia de favorecer a la gran distribución, a las cinco o seis empresas que concentran la capacidad y el manejo de la alimentación en el seno de la UE. Es lo que quieren usar como arma para contrarrestar a las potencias emergentes. Esto se hace a base de cargarse ese modelo fundamental para mantener la población en el territorio
Parece, la oírle, que estamos al final de una etapa ¿no es posible pararlo?
Se puede parar cuando influyamos en política, cuando los marcos jurídicos nos beneficien y no nos perjudiquen. La estrategia no es sólo apoyar a las multinacionales es crear, como se ha creado, el instrumento de competencia para vigilar a todo el que se mueva y cortarle la cabeza. ¿Es razonable que no haya mecanismos para gestionar el mercado? ¿Por qué hay un código de circulación? Para evitar accidentes y muertes. En todo lo que requiere organización hay que contar con instrumentos para poderlo hacer y el mercado también requiere organización, de lo contrario, los que tienen capacidad de organizarse son los que tienen el control del mercado. Tenemos dificultades y por eso algunas organizaciones buscamos procesos de unidad de acción.
Habla de ese acercamiento o fusión con UPA
No podemos confundir los términos. Hay un proceso de unidad de acción. Una fusión, si algún día se diese se tiene que hablar, eso no está en ningún esquema. Estamos en posición de debilidad, tenemos posiciones más o menos comunes y tenemos que abordar estas dificultades de forma conjunta. La fusión ni se ha hablado y no sé si algún día podremos hablarla.
La unidad de acción lo que sí da es una imagen de cohesión del sector que no es habitual.
El sector pide unidad. Lo que pasa es que a veces hay intereses contrapuestos. No es el caso de estas dos organizaciones que somos reflejo de un mismo modelo, pero sí si nos comparamos como ASAJA que está más por el modelo neoliberal que está planteando la Unión Europea, con el que no podemos estar de acuerdo porque hace daño a nuestra gente y la está echando del campo sin plantear alternativas.
Ese modelo neoliberal, que parece más cerca cada vez que se negocia una PAC, ¿es algo irreversible?
Depende desde que posición se analice. Un modelo que favorece la especulación, que no deja de ser una cierta corrupción, donde los gobiernos están condicionados por el poder económico, obviamente la sociedad se lo tendrá que cuestionar. No lo digo yo, lo dice el Papa: este sistema mata a personas. Yo le añado: y se carga los recursos naturales del planeta. Creo que hay modelos intermedios, mixtos, en los que a las personas se las valora más. Pero hoy por hoy la aplicación de la globalización o la reforma que plantea Europa no es para cuidar al segmento profesional y familiar que es mayoritario en nuestra tierra y en Europa. Europa no está dejando instrumentos para garantizar la alimentación de los europeos ¡cuidado con confiar la alimentación a las importaciones! A lo mejor tenemos dificultades.
Cuando se habla de un cambio de modelo productivo en el campo ¿cree que la gente es consciente de cómo puede afectar ese cambio a la vida cotidiana?
Yo creo que es difícil. Lo que está claro es que en el diseño de las políticas algunos países valoran lo que es estratégico para ellos y creo que es un defecto de nuestro país: que no valora lo que es estratégico para sus intereses: los gobiernos obedecen a grupos de presión, a lobbies, pero no al interés general. Todavía tenemos que andar mucho.
Ese perfil del campo andaluz –más profesional, más productivo, más sostenible- ¿Cree que lo percibe así la sociedad?
La sociedad lo que está viendo es que al campo se le está maltratando. La gente que vive en los pueblos lo sabe. No hay que volver a la época de los mulos y la azada, pero evidentemente el campo ha tenido un proceso de mecanización, una evolución como regadío, en la que hemos invertido más de 4.000 millones… Superamos aquel debate en el que el 80 por ciento del recurso hídrico se destinaba a la agricultura y hemos pasado a otro; lo que están haciendo las eléctricas con nosotros es un expolio. Las cosas hay que llevarlas a un plano de lo racional. La gente está en un desánimo generalizado.
La falta de relevo generacional ¿se debe a ese desánimo o intervienen más factores?
Cuando alguien no quiere que su descendencia continúe la actividad es porque no lo está pasando bien ¿verdad? Si se ven garantías o algo de seguridad, apostará porque continúe. En ese riesgo estamos en estos momentos. También está la otra cara de la moneda: el que no tiene otra cosa y tiene que continuarla a la fuerza. Está costando mucho el relevo generacional. Hay que decir que institucionalmente no se ha hecho lo que se tenía que hacer para incentivar ese relevo. No se puede meter a la gente en entuertos que después no tienen salida porque quemamos posibilidades.
Cuando dice institucionalmente ¿se refiere solo a la administración o también a las propias organizaciones agrarias?
Si tú solicitas una subvención y en la gestión de esa solicitud se pasan cuatro años, eso no es posible. Si tú haces una inversión hoy, la solución la tienes que tener mañana, porque si no estamos atando a personas al banco y el beneficio se lo lleva el banco.
¿Cómo es la relación con la consejera de Agricultura?
Bien. En principio sin ningún problema. Es una persona cercana, afable, viene de un pueblo y, en ese sentido, hay cosas que no tiene que aprender. No le encuentro ningún problema. Si mañana lo hubiera, lo diría.
¿Y con el ministro?
Personalmente creo que es hábil, con nivel político, lleva tiempo y por el ministerio ha pasado dos veces, ha sido europarlamentario. Eso le da una cierta formación. Pero estoy absolutamente en desacuerdo con lo que ha hecho desde una perspectiva presupuestaria. No puedo entender que se le meta la mano en el bolsillo a los agricultores profesionales para llevárselo, en algunos casos, a sectores industriales que poco tienen que ver con nuestro sistema productivo. Sin poner topes a las ayudas, sin aplicar un marco de degresividad atendiendo a las primeras hectáreas como han hecho los franceses, en fin, hay cosas en las que se le nota que no tiene sensibilidad social para ocupar el cargo que está ocupando.