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Suspendido en Málaga el desahucio de una mujer maltratada y sus tres hijos

Nadia, poco después de la paralización del desahucio | N.C.

Néstor Cenizo

Nadia tenía recogida su ropa en el comedor y esperaba con sus tres hijos a que la policía viniera echarla a primera hora de la mañana de este miércoles. Finalmente, y aunque la policía se personó, no hubo desahucio: el banco pidió la suspensión para intentar negociar un alquiler con la mujer, víctima de violencia de género.

Cuando estaba todo preparado, la policía dispuesta y una veintena de activistas y la concejala de Málaga Ahora, Isabel Jiménez, dispuestos para la resistencia, el juzgado paralizó el desahucio a través del Instituto Municipal de la Vivienda. Altamira, que gestiona los inmuebles de Banco Santander, pidió la suspensión porque había estado “estudiando” la situación personal de Nadia, y decidió negociar con ella un alquiler social.

La situación personal es esta: Nadia es marroquí, lleva once años viviendo en España y hace meses que no encuentra trabajo con contrato. Tiene tres hijos, de 3, 5 y 6 años, y hasta septiembre recibía una ayuda por ser víctima de violencia de género, que dejó de recibir porque ya no puede empadronarse en la casa en la que reside, un piso enfrente de la Iglesia de San Agustín.

Cuenta Nadia que esa casa se la alquiló el 28 de agosto alguien llamado Faysal, quien dijo ser el propietario y le pidió 1.200 euros por tres meses y a quien nunca volvió a ver. Pero el piso es propiedad del Banco Santander, que denunció a Nadia por la ocupación ilegal. Cuando recibió la notificación, Nadia ni supo lo que quería decir. “Que te van a echar de casa”, le dijeron. Entonces ella y la asociación Nada es Imposible, que ha llevado su caso, se movilizaron para evitar el desahucio.

“Mi hijo mayor me preguntó anoche por qué había recogido las cosas. Le dije que habían subido el precio del alquiler y que si no lo bajaban nos marchábamos”, explica la mujer. No ha dormido en toda la noche, y dice que ahora buscará con más empeño que nunca un trabajo, porque esa es la condición del banco para negociar un alquiler. Se ha sacado un título de ayudante de cocina para probar también en ese sector, visto lo difícil que es encontrar trabajo legal como limpiadora. A las 10 de la mañana, media hora después de la hora señalada para el desahucio, agradecía el apoyo y sonreía porque ha ganado tres meses: “Yo lo que quiero ahora es encontrar un trabajo”.

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