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“La memoria es un archipiélago de islas en un océano de olvido”

Facundo Manes, neurocientífico argentino

Alejandro Ávila

Facundo Manes, rector de la Universidad de Favaloro (Argentina), habla del cerebro con la misma pasión con la que escribe de él. Al neurocientífico argentino le preocupa por igual la salud de su presidenta, Cristina Kirchner, a la que operó tres años atrás, que la de ciudadano de a pie. Con su libro Usar el cerebro pretende que cualquier lector, “que no tiene tiempo de hacerse neurocientífico en una semana”, tenga herramientas con las que luchar contra el estrés, el sedentarismo y otros grandes enemigos de nuestro centro de mandos. Advierte que el avance de la neurociencia planteará nuevos dilemas morales a la humanidad.

¿Por qué nos volvemos enfermizamente adictos a ciertas sustancias, el juego, el móvil, el sexo…?

La adicción es una enfermedad como la diabetes o la hipertensión arterial. Al igual que la hepatitis secuestra el hígado o el infarto aguado secuestra el corazón, la adicción secuestra el cerebro. En un experimento se descubrió que los animales se morían de placer: le daban a una palanca que activaba estos circuitos y no comían, bebían ni dormían, ya que solo se dedicaban a activar este mecanismo. Este circuito se activa cuando somos adictos al juego, la cocaína o el trabajo. No es un daño o debilidad moral, sino una enfermedad.  

¿Desde un punto de vista neurológico, existen razones científicas para que haya drogas legales e ilegales?

(Reflexiona durante varios segundos). La neurociencia tiene que ser una herramienta más en la mesa de discusión multidisciplinar, porque tiene muchas aristas.

¿Y cuál sería esa postura de la neurociencia?

Que cuando una sustancia tiene un impacto en la esfera personal, social y profesional de uno, debería revisarse su legalidad.

¿Hasta qué punto somos conscientes de los efectos adversos del consumo excesivo de alcohol?

No somos conscientes de que el alcohol sea una droga. Por eso es tan importante difundir la neurociencia. Si la sociedad fuera consciente, apoyaría a políticos que actuarían en consecuencia. Una copa de vino al día está bien, la cuestión es la regulación del impulso.

¿Considera el estrés una de las grandes epidemias del mundo actual?

Sin duda, el estrés crónico es un gran problema. El estrés es una reacción normal ante un peligro o una demanda, el problema es cuando se perpetúa. Afecta al cuerpo y al cerebro, produciendo atrofias en ciertas áreas del cerebro. Puede ser reversible, pero el hipocampo se ve afectado, es una zona clave de la memoria.

Habla en su libro de estrés, sedentarismo, mala alimentación, falta de sueño, alcohol… parece un cóctel explosivo para dañar nuestro cerebro.

No hay una sola cosa que le haga mal al cerebro, sino varias. Démosle la vuelta: qué cosas le vienen bien al cerebro. Todo lo que le hace bien al cerebro es lo que le hace bien al corazón: colesterol normal, glucosa normal en sangre, evitar hipertensión y sobrepeso, no fumar, comer sanamente pescado, fruta y verdura. El ejercicio físico es un buen antidepresivo y un buen ansiolítico, ya que crea nuevas conexiones neuronales. Al cerebro le viene bien la vida social, estar aislado socialmente es un factor de mortalidad, más importante que el alcoholismo y la obesidad. Al cerebro le viene bien el desafío intelectual. Por no hablar de dormir, que protege al cerebro.

No se puede vivir con estrés crónico, hay que combatirlo.

Tenemos más neuronas que estrellas hay en el universo: ¿Qué es más complejo el espacio o nuestro cerebro?

Una de las maneras de analizar la complejidad de un órgano es la intención de entenderse a sí mismo. El cerebro lo intenta, mientras que el universo, por lo que sabemos, no lo hace.

¿Son los neurocientíficos los próximos astronautas?

La neurociencia viene a aportar nuevas formas de entender preguntas que desde siempre se ha planteado la civilización occidental y que han estado confinadas a responderse por filósofos, líderes religiosos o científicos aislados. Creo que hay que tender puentes con otras disciplinas, ya que la ciencia no se permite la ambigüedad que se permite el arte.

¿Busca su libro un tono literario y divulgativo?

Sí, lo importante es que la gente tenga herramientas para interpretar. Hablamos del funcionamiento del cerebro de forma sencilla para que la gente interprete a partir de ahí. He tratado de escribir para el lector, que no tiene tiempo de hacerse neurocientífico en una semana. La sociedad va a tener que dirimir dilemas éticos y morales que van a surgir con el avance de la ciencia del cerebro.

¿Como cuáles?

Si tú estás en este salón y yo, en otra habitación, te podemos poner un electrodo y que pienses en pulsar una tecla. Unos cables llegan a mi cuarto y a través de un ordenador activa un aparato que hace que yo pulse la tecla. Es como telepatía con tecnología. Eso ya no es ciencia ficción. La sociedad va a tener que decidir qué hacer con esta información. Es fascinante pero se puede usar con fines militares: por eso es tan importante que la sociedad entienda la neurociencia.

¿Qué le resulta más fascinante del cerebro humano?

Que en esos 2 kilos que pesa el cerebro está nuestra memoria, nuestras frustraciones, nuestra identidad, nuestros afectos… es decir, quiénes somos.

¿Qué es la memoria?

La memoria es la capacidad de retener, consolidar y evocar información. Como decía García Márquez, la vida no es lo que vivimos, sino cómo la recordamos para contarla. Cada vez que evocamos una memoria, se reconstruye. Un aspecto fascinante de la memoria es el olvido, creo en la memoria como un archipiélago de islas en un océano de olvido. ¿Qué recordamos entonces si olvidamos todo? Sobre todo lo que nos emociona. El olvido es muy importante, porque si recordáramos todo, no podríamos aprender nada nuevo.

¿Por qué tenemos problemas para recordar?

El mundo actual tiene demasiados estímulos: el ipad, el iphone, el ordenador... Cuando estás trabajando en el ordenador, te dedicas a comprobar el correo electrónico, Facebook, Whatsapp, Twitter, las noticias... y eso genera un cambio de tarea permanente que reduce el rendimiento. Es imposible mantener la atención. Muchas veces nos sentimos más productivos cambiando de tarea, pero en realidad lo somos menos y eso genera estrés y desgaste de recursos cognitivos, que son limitados.

¿Qué hábito dañino con el cerebro le preocupa más?

La conexión permanente, el estímulo permanente. Hay que volver a relajarse, a vivir el presente, a aburrirse y a hacer introspección... Me parece que el mundo moderno con tantos estímulos nos aleja de la introspección o de vivir el presente, del factor humano.

Efecto Google: ¿Nos atontan las nuevas tecnologías?

No, para qué recordar cuántos habitantes tiene Ulán Bator si está en Google. Google nunca va a recordar el último abrazo de tu hijo o el último beso de tu mujer. Es una expansión, un complemento. Tampoco la imprenta cambió el cerebro, así que tampoco lo va a cambiar Google.

¿Conocer mejor nuestro cerebro nos hará mejores personas?

Creo que cuando uno conoce todas las herramientas, lo puede usar mejor. Si uno conoce lo que sabemos de cómo funciona el cerebro, va a tener más herramientas para vivir mejor y ser mejor. Comprender el cerebro puede impactar positivamente a la sociedad. Si tomamos de la neurociencia el concepto de empatía, quizás podamos mejorar como sociedades.

Hablemos de mitos: ¿Es cierto que solo usamos el 10% del cerebro?

No (rotundo), es un mito, usamos todo el cerebro, incluso cuando no hacemos nada.

¿Y es cierto que el consumo de carne está relacionado con el desarrollo evolutivo de la inteligencia humana?

Es una hipótesis que necesita más consolidación científica. La evolución humana tiene más que ver con saltos evolutivos: ser bípedos, que aparezca la memoria, el lenguaje, la complejidad social. Ningún otro ser hace entrevistas, estudia el cerebro o hace hoteles. Otro salto evolutivo fue la capacidad de engañar tácticamente al otro y autoengañarse.

¿Qué es lo más interesante que vamos a averiguar sobre el cerebro en los próximos años?

Cómo los circuitos neuronales dan lugar a la experiencia emocional que todos tenemos. Es fascinante y una de las preguntas centrales de la neurociencia.

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