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El camino de la sangre donada: de un acto “generoso” a la mesa de operaciones

Filtro de leucocitos en el proceso de separación de la sangre

José Ascanio

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El 1987 es un año que siempre recordará Agustín Serrano. La vida de su hermano dependía de un gesto solidario, donar sangre. Agustín ha donado, hasta la fecha de hoy, 157 veces y afirma que seguirá ayudando con este producto “tan valioso que no se puede fabricar”. Fue el más aplaudido, el pasado martes, 14 de junio, al recibir una insignia por sus más de 150 donaciones en una ceremonia a los grandes donantes en Sevilla.

Los datos sobre donaciones de sangre son claros, 5.500 donaciones son necesarias semanalmente en Andalucía. Dora Díaz, portavoz del Centro de Transfusión Sanguínea, comenta que el proceso desde que una persona dona hasta que se almacena su sangre para ser transfundida es “entre 18 a 24 horas”. Además, advierte de que la sangre caduca “en torno a los 42 días”.

El Centro de Transfusión de Sevilla trabaja “día y noche” para tener preparadas las unidades de sangre y placas “cuanto antes”. Sevilla se ocupa de la parte occidental de Andalucía; la sangre de Sevilla, Cádiz, Huelva y Córdoba pasa por este centro y sus laboratorios. Por otro lado, tienen un banco de tejidos y un área de investigación donde ya se está empezando a trabajar con “venas artificiales” y la reprogramación de los linfocitos a través del proceso Car-T, es decir, “hacer un reset a tus células para que puedan luchar contra el cáncer”, explica desde el Centro de Transfusión. 

La donación de sangre es un acto “altruista y solidario que no dura más de 15-20 minutos”, “es algo que no se puede fabricar”, menciona Dora. Rafael Lebrero, coordinador médico del Centro de Sevilla expone que “la mayoría de transfusiones son para salvar vidas, casos de vida o muerte que dependen de las personas solidarias que han donado su sangre”. Toda persona mayor de edad, con un peso superior a 50 kilos y con una vida saludable puede donar sangre y plasma.

¿Cuál es el camino de la sangre donada?

El proceso está muy automatizado. Se comienza separando los hematíes (glóbulos rojos) del plasma y las plaquetas a través del proceso “Buffy Coat” o, como explica Díaz, “es como si fuera la centrifugadora de la lavadora, pero para la sangre”. El segundo paso es separar las plaquetas del plasma a través de un filtro de leucocitos. Con los hematíes separados (se aprecia que es más roja tras la separación) se llevará a cabo un examen para detectar enfermedades como el VIH, sífilis o el mosquito del Nilo.

La sangre fluye hasta el laboratorio, donde identifican su grupo sanguíneo. Carolina, hematóloga del centro, comenta que “las transfusiones pueden tener efectos secundarios, pero usando la sangre con cabeza, como si fuera un medicamento, es un proceso seguro para el paciente”. “Hay más de 300 grupos sanguíneos”, explica. En el laboratorio se lleva a cabo un proceso de identificación para obtener toda la información acerca de la sangre donada. Una vez que se analiza, pasa al almacén donde, por orden de caducidad, “como si fuera un supermercado”, esperará la llamada de algún hospital para ser transportada y conseguir su fin: salvar la vida de una persona. En la mayoría de casos, la sangre donada sirve para pacientes que se someten a intervenciones quirúrgicas, trasplantes de órganos, tratamiento ante accidentes, hemorragias, quemaduras y para mantener saludables a personas con determinadas enfermedades

El proceso del plasma es “más complejo” y, sirve para ayudar a pacientes y para crear medicamentos. Díaz explica que “el plasma se congela a una temperatura de -70 grados y se conserva durante un año a una temperatura menor, -30 grados”. El plasma caduca más tarde, “dura un poco más de un año”. “Este proceso se lleva a cabo para mantener el factor de coagulación” comenta una trabajadora del Centro de Transfusión. El Centro de Transfusión recuerda que el plasma puede ser donado cada 15 días.

Además, el plasma entra en “cuarentena” hasta que el donante no vuelve a donar “pasados unos tres meses” para asegurar que no presenta ninguna ETSS o enfermedades transmisibles por la sangre. “Cuando se acercan festivos como la Semana Santa se llama a los donantes para que haya una reserva extra que pueda evitar disgustos”, apunta Dora Díaz.

Generosidad y solidaridad

El martes, 14 de junio, se celebró un acto para homenajear a los donantes. El Salón del Almirante de la Real Alcázar de Sevilla fue el lugar escogido para la ceremonia donde se entregaron 79 insignias a las personas que alcanzaron 75,100,125 y 150 donaciones.

Charo Martínez, única mujer que recibió un reconocimiento en el acto por donar 75 veces, afirma que está “muy orgullosa” y cuando dona se siente “muy joven y feliz”. Charo lleva desde los 18 años donando sangre y manifiesta que “es mentira que a las mujeres, por la menstruación, nos dañe donar”. Las mujeres pueden donar tres veces al año, y Charo sentencia que “seguiré donando hasta que me lo prohíban”.

Diego Rodríguez, alférez militar y la persona más joven en la ceremonia en llegar a las 125 donaciones, denuncia que cada vez hay menos donantes porque “pensamos que lo tenemos todo”. Diego recuerda sus primeras donaciones “muy dolorosas” y, a día de hoy, ha donado 135 veces. “El hecho de ser un gran donante es algo malo porque ayudar es cosa de todos”, sentencia el alférez y explica que si donáramos todos no sería algo extraordinario que celebrar.

Fermín Cabanillas, periodista y colaborador de elDiario.es Andalucía, recibió una placa por su contribución a la difusión y promoción de sangre y plasma en los medios de comunicación. El periodista dona plasma tras descubrir en plena pandemia que era hiperinmune a la Covid. Ofreció un discurso breve donde “aún no sabía por qué me han llamado”. El autor de 'Diario de un hiperinmune confinado' comenta en conversación con este periódico que “cuando yo empecé con esta iniciativa en septiembre de 2020 había 200 donantes, ahora hay más de 6.000”. A pesar de que “le da mucho miedo” donar sangre “seguirá difundiendo la necesidad de que la población done y se haga donante”.

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