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De 'Calle Mayor' a 'El crimen de Cuenca', pasando por 'Manolo la nuit': así contó el cine los cambios de la Transición

Fotograma de 'Manono, la nuit', de Mariano Ozores (1973)

Óscar Senar Canalís

Zaragoza —

Alfredo Landa camina por la playa, exhibiendo su pecho de palomo, y las veraneantes suecas caen rendidas ante sus encantos de macho celtíbero: “¡Olé!”. La secuencia de inicio de Manolo, la nuit (1973) es el culmen del landismo, una forma de hacer cine que arrasó en la taquilla de la España de los años 70 y que hoy se observa con (justificada) mirada crítica. Más allá de su calidad cinematográfica, la cinta esconde un importante valor sociológico, como reflejo de un país que se abría a las modas europeas y fiaba su economía al turismo. Este es el punto de vista con el que la investigadora Ana Asión (Zaragoza, 1989) ha buceado en la filmografía española para redactar El cambio ya está aquí (UOC), una selección de 50 títulos que permiten entender la evolución de la sociedad española desde el tardofranquismo hasta la llegada de la democracia.

Para Ana Asión, a la hora de estudiar ese periodo de la historia de España “lo más correcto es hablar de transiciones y de cambios”. “La Transición política fue un proceso iniciado con la muerte de Franco, pero las transformaciones venían produciéndose desde los años 60, cuando desembarcan en España el consumismo y el capitalismo”. Por eso, la película elegida para abrir su selección es Calle Mayor (1956) de Juan Antonio Bardem: “Se atisba que las cosas empiezan a cambiar, porque muestra de una forma crítica cómo la mujer es víctima del estereotipo femenino creado por el Régimen, que entendía a la mujer como madre y ama de casa”.

En El verdugo (1963), de Luis García Berlanga, queda ya claro esa incómoda convivencia entre “una España carpetovetónica, anclada en el pasado, representada por la pena de muerte, y una modernidad que busca abrirse hueco, reflejada en la escena final en la que unos jóvenes extranjeros bailan sobre una lancha en el puerto”.

El humor fue un gran aliado para contar historias en aquellos años grises. “La comedia se tomaba como algo trivial, pero trataba temas muy serios”, apunta Asión. Es el caso de Vente a Alemania, Pepe, estrenada el mismo año que el drama Españolas en París (1971). “Desde dos géneros distintos, hablaban de la nostalgia y el apego por tu país, del que has tenido que salir forzado por las circunstancias, no por gusto”.

Asión cita otro ejemplo en esta línea, Los nuevos españoles (1974), donde José Sacristán es un oficinista que tiene que adaptarse a la absorción de su empresa por parte de una multinacional, mostrando así la apertura económica que vivía el país. En Vida conyugal sana (1974), el mismo actor interpreta un abogado obsesionado con la erótica de la publicidad: “Los anuncios que colecciona muestran a un nuevo tipo de mujer; las imágenes del ama de casa sujetando una botella de gaseosa han dejado paso a las de jóvenes atractivas... Tras años reprimiéndose, este cambio le trastorna”.

Ambas cintas forman parte de lo que se denominó 'Tercera vía', un concepto acuñado por el productor José Luis Dibildos. “Dibildos miró a su alrededor y vio que en el tardofranquismo había un sector de la sociedad –clase media urbana, universitarios, progresistas– que buscaba películas de mayor calidad, más allá de las típicas comedias cercanas al vodevil. Quiso crear productos comerciales, pero que conectaran con ese nuevo público más exigente”.

Aunque Dibildos fue quien se inventó la 'Tercera vía', Asión señala que otros ya habían iniciado ese camino intermedio, como Jaime de Armiñán con Mi querida señorita (1971). Aún hoy sorprende que en tan temprana fecha pudiera abordarse el tema de la transexualidad como lo hace esta película. “Se lo pregunté directamente a Armiñán, y me dijo que fue posible porque, en el fondo, la trama era amable; además, tenía a José Luis López Vázquez como protagonista, lo que le daba un toque simpaticón”, relata la investigadora. En 1977, otro filme volvería a tratar el asunto, Cambio de sexo, esta vez desde el drama, sin tapujos y, esta vez sí, con polémica.

Más allá del desnudo

Y tras la insinuación llegó el destape. La trastienda (1975) ha pasado a la historia por incluir el que está considerado como el primer desnudo integral del cine español –el famoso “felpudo de la Cantudo” para toda una generación de españoles–, pero Asión invita a mirar más allá: “La película hacía una crítica brutal del Opus Dei, acentuada al situar la acción en Pamplona”.

Una cinta hoy casi olvidada, pero también controvertida en su momento, fue Cara al sol que más calienta – Casa de citas (1978). “A pesar del título, no era una película política. Trata de una casa de alterne que se construyen en medio del campo los gerifaltes de las altas esferas políticas, militares, eclesiásticas... Así que se burlaba de las autoridades del periodo que acababa de cerrarse”, cuenta Asión. El título generó “muchísimos problemas, llegando a ser boicoteada por grupos fascistas”, lo que obligó a añadirle el subtítulo 'Casa de citas', apareciendo esta denominación en los carteles a mayor tamaño que la original.

Para Asión, si bien “hubo muchos cineastas que aprovecharon para meter desnudos, aunque no tuvieran ninguna excusa argumental, solo para atraer espectadores”, el destape significó mucho más: “Se mostraba todo lo que antes estaba prohibido, y eso fue aprovechado como operación política y mediática para manifestar que se abría un nuevo tiempo. Además, se desviaba la atención sobre otros asuntos más importantes que se debatían en aquellos momentos”.

El secuestro de El crimen de Cuenca

El crimen de Cuenca¿Roto el precinto de la censura, ya no había marcha atrás? El repaso al cine de las transiciones se cierra con El crimen de Cuenca de Pilar Miró, al que Asión da un especial significado. “Es una película de 1979 que se tuvo que estrenar en 1981, ya que fue secuestrada por las autoridades por cómo mostraba el abuso de poder, de la tortura como mecanismo para conseguir falsas confesiones. Refleja que no todo fue un avance en línea recta, que los cambios encontraron resistencias y que siempre existe el riesgo de volver atrás”.

En El cambio ya está aquí no faltan grandes títulos del cine español como La caza, El espíritu de la colmena, Furtivos o El desencanto, que conviven en sana armonía con otros más propios del Cine de Barrio de José Manuel Parada. Al final, como concluye la investigadora, estas cintas “vistas desde la actualidad, nos pueden gustar más o menos, las podemos valorar por una mayor o menor calidad artística, pero como documento sociológico hay que reconocer que son un filón”.

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