El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
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La sanidad pública está reventando por días, la educación pública ya declina, caen los directores y directoras de centros, cesan, dimiten, se van. No queda ni un bolígrafo en la pública. El boli es para la concertada. No hay nada que hacer, los padres reclaman, los profes hacen huelga, los interinos se interinizan más aún.
¿Acaso no vale con inventar figuras retóricas tan estupendas como esa de fijo discontinuo? ¿Tal vez indefinido provisional daría mejores resultados? Quizá la solución esté en cambiar el sistema de listas de espera o, por lo menos, cambiar el nombre. Listas de desespera. Todo el mundo está harto de la lista de espera… menos el que las maneja, que vive de eso.
Si las listas quedaran a cero sería el fracaso de la burocracia, que está pensada para disuadir al ciudadano y a la ciudadana de serlo. Demasiados clics, demasiados formularios que se atascan y webs imposibles, demasiada Renfe.
Ay, con lo bien que iba todo antes, con lo bien que fue todo en tiempos que no llegaron a existir pero ahora se recuerdan. Es más fácil recordar el fin del mundo que abreviar la lista de espera. Todo para la privada. Y los de Muface, al saco de las listas.
Al saber que en enero los funcionarios de las mutuas serán traspasados a la sanidad pública la mayoría de la gente se pone mala para aprovechar y apurar los recursos antes de que colapsen del todo. Por eso crecen las listas.
Hay tanta escasez en la sanidad y la enseñanza públicas que ni para corrupción llega.
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