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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

¿Nuevo ciclo político?

Enrique Tordesillas

4 de agosto de 2023 23:49 h

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El resultado electoral, una vez contado el voto exterior, da un empate entre quienes, en principio, pueden apoyar un gobierno de coalición similar al ahora en funciones y los que están dispuestos a pactar con la extrema derecha una alternativa de incremento de las desigualdades, de recortes sociales, de censura, de persecución al diferente. Un gobierno similar a los de Castilla León, Comunidad Valenciana o Extremadura, parecido al de los múltiples ayuntamientos donde han pactado PP y Vox. En buena medida dependerá de Junts que el Congreso opte por una de las alternativas, por la otra o que se repitan elecciones. 

En cualquier caso, el resultado está lejos de reflejar el deseado cambio de ciclo que preconizaba Feijóo. Una buena parte del electorado descontento con ciertas políticas del Gobierno y con que la bonanza de la economía no llegue a sus hogares, ha llegado a la conclusión de que la alternativa es peor que el sanchismo. El nuevo ciclo que se avecina, de no ser que haya repetición electoral y Feijóo pueda gobernar, es el del cambio de líder en el PP, al dirigente gallego ya le han enseñado la puerta y han señalado a su posible sustituta. 

Y no lo va a tener fácil Núñez Feijóo, porque la deriva derechista, la aceptación del nacionalcatolicismo de Vox, la criminalización de los partidos independentistas hagan lo que hagan -en el PP ya no quieren saber nada de los herederos del Movimiento Vasco de Liberación, como llamó Aznar a ETA, ni hablan catalán en la intimidad- y la particular forma del Partido Popular de relacionarse con otros partidos -su objetivo no es buscar aliados, sino fagocitarlos-  han dejado a los populares sin más aliados que Vox y Unión del Pueblo Navarro. El PP no tiene quien le quiera.

Las derechas españolas son incapaces de entender que, como cantaba Mercedes Sosa, “Todo cambia”. Todo cambia y las fórmulas que considerábamos válidas en el pasado no pueden explicar la realidad del presente. Esto pasa en ciencia, economía, sociología, política…, pero el dogmatismo ideológico de las derechas -especialmente de Vox, pero también del PP- les lleva a negarlo. Me recuerdan a los “científicos” estalinistas que negaban la validez de la Mecánica Cuántica porque contradecía al Materialismo Dialéctico.  

Los dirigentes del PP creen que, con aglutinar el voto de centroderecha/extrema derecha, con hacer desaparecer a Vox, o reducirlo a la mínima expresión, van a tener suficiente apoyo para poder gobernar en solitario. Grave error, un partido que no entienda los cambios que se han producido en la sociedad española en los últimos cuarenta años, está incapacitado para en un país tan plural y dinámico. Si se niegan a aceptar la diversidad cultural, política, racial, religiosa…, si hacen de la Constitución un dogma- como algunos viejos dirigentes del PSOE- sin entender que la organización territorial del Estado, desarrollada en el título VII de la Constitución, ha quedado obsoleta para muchos españoles y españolas -no solo de Cataluña, Euskadi y Galicia-, no encontrarán ningún aliado y difícilmente podrán gobernar en España. El recurso a ETA-Bildu, la unidad de España o el sanchismo ya está gastado, no lo van a poder estirar mucho más.

No estamos ante un cambio de ciclo, pero podemos estar ante un cambio de escenario político si las distintas opciones políticas que rechazan la involución PP-Vox logran un acuerdo, aunque inicialmente sea de mínimos, que diseñe un marco de convivencia distinto, en el que se incluya un nuevo diseño territorial, aceptable para la mayoría de la ciudadanía, que permita el desarrollo armónico de cada una de las Comunidades Autónomas. No va a ser sencillo, se parte de intereses distintos, de demasiados agravios, de posiciones políticas muy alejadas, pero todos los actores tienen que tener claro que este escenario es condición necesaria para poder desarrollar sus políticas. El momento de la investidura no puede ser el punto de llegada, pero sí el inicio de la construcción de ese nuevo marco de convivencia. Esta sería la verdadera derrota de las políticas reaccionarias de las derechas españolas.

En esta tarea, puede y debe jugar un papel importante Sumar, pero antes tiene que superar el reto -similar al de cambio de escenario político- que es su razón de ser: consolidar un espacio común de la izquierda partiendo de su diversidad, transformar lo que es una coalición electoral -que se hizo de manera precipitada por la urgencia de las elecciones y, en parte, por la lentitud del equipo de Yolanda Díaz en definir su proyecto- en un Frente Amplio con voluntad de futuro. Y tampoco va a ser una tarea fácil, algunos partidos no pretenden ir más allá de la coalición, otros limitan su horizonte político a su Comunidad Autónoma y el Frente Amplio está por definir de forma conjunta, con lo cual, cada actor lo interpreta a su manera.

La consolidación como organización política del Movimiento Sumar puede contribuir a fortalecer el proyecto común a la vez que proporciona marco organizativo a las personas que se han acercado por primera vez a la política o se han reenganchado después de años de alejamiento, pero esto no puede ir en detrimento de la configuración de espacios de debate y toma de decisiones conjunta entre los componentes de Sumar. Si no se hace así, la legislatura empezara sin cohesión entre los partidos, con un grupo parlamentario fraccionado, con recelos entre sus componentes y poco útil para la tarea que tiene que desarrollar. Y, muy probablemente, será el comienzo del fin del proyecto Sumar.

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