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La Iglesia también pierde adeptos en el IRPF: solo uno de cada siete contribuyentes aragoneses marca su casilla en exclusiva

Más de un tercio de los contribuyentes aragoneses opta por no marcar la casilla de las ONG ni la de la Iglesia católica.

Eduardo Bayona

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Solo uno de cada siete contribuyentes aragoneses marca únicamente la casilla que destina a la Iglesia católica el 0,7% de su IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas), según indican los datos de la Agencia Tributaria de los últimos años, que también revelan cómo la cantidad de quienes lo hacen se ha reducido en algo más del 40% en los últimos años, al caer de los 164.227 de 2007 a los 97.193 del ejercicio de 2017, el último para el que el organismo recaudador ofrece registros de todas las comunidades.

Los contribuyentes confesionales son, tras ese desplome, el grupo menos numeroso de los cuatro en los que se dividen los casi 700.000 que aportan al impuesto sobre la renta en Aragón. Entre los que el de mayor volumen sigue siendo el de quienes no marcan ninguna de las dos casillas y optan de esa manera por dejar que los gobiernos central y autonómico gestionen la totalidad de su aportación.

Estos últimos suman 221.916, con un aumento de casi 3.700 en esos diez años que les da un ligera ventaja sobre los 219.650 que marcan la casilla de fines sociales, la que destina el 0,7% de la aportación a financiar los programas sociales de las ONG.

El cuarto grupo lo forman los 148.256 ciudadanos que se inclinan por marcar las dos casillas, lo que supone enviar un 0,7% de su contribución a cada uno de esos grupos. Es el que, al recoger aparentemente el grueso de los que 67.000 que dejaban de aportar a la Iglesia y del saldo de 8.000 nuevos declarantes, ha experimentado un mayor crecimiento en la última década, en la que ha sumado 62.732 nuevos a los 85.524 de 2007, con un avance superior al 70%.

No obstante, la suma de quienes tachan ambas eleva a 367.906 los apoyos a las ONG y a 245.449 los de la Iglesia católica, que siempre serían cuatro mil menos que los 249.751 que salían de esa suma hace diez años en el segundo caso, con lo que sería el único de los tres grupos en retroceso. El primero, por el contrario, añade 70.000 a los 296.612 de hace una década, mientras quienes no tachan ninguna casilla son 3.700 más.

El perfil del donante

El peso de los grupos de declarantes no difiere mucho de los que se dan a nivel estatal, con el 14,1% de declarantes confesionales ligeramente por encima de la media española del 12% y el 32,1% de quienes no ponen ninguna de las dos cruces apenas un punto por debajo del 33,2% nacional, una diferencia similar a la del 31,8% local que destinan su 0,7% exclusivamente a las ONG con el 33% general.

Los extremos los marcan en el uso de la casilla católica el 6,7% de declarantes catalanes y el 38,1% de andaluces y, entre los que no marcan ninguna de ellas, el 24% de los valencianos y el 40,6% de los canarios.

¿Se sabe qué tipo de contribuyente opta por cada una de esas combinaciones? Resulta imposible, aunque la media de las cuotas íntegras que pagan unos y otros apuntan a una mayor afinidad a la casilla eclesiástica entre quienes obtienen rentas más elevadas, con 4.648€ entre quienes lo hacen en solitario y 4.507€ entre quienes marcan las dos, mientras que ese registro cae a 3.514€ entre quienes tachan solo la de fines sociales y baja a 2.494€ entre quienes no marcan ninguna de ellas.

Organizaciones como Europa Laica o IU han abogado en las últimas semanas, coincidiendo con el inicio de la campaña de las declaraciones del IRPF, en abogar por no marcar ninguna de las casillas por, básicamente, dos motivos: la necesidad de disponer de recursos por parte de las administraciones ante la crisis generada por la pandemia del coronavirus y sostener que la política de subvenciones de ONG debe quedar en manos de los ejecutivos y no al albur de lo que vayan decidiendo los ciudadanos.

Dinero de fines sociales para entidades religiosas

Hay una tercera, de fondo, que afecta directamente a la financiación de la Iglesia católica y de sus entidades, entre las que la de Cáritas resulta paradigmática: el episcopado recibe cada año algo más de 260 millones de euros del IRPF (lo que va solo a su casilla y la mitad de quienes marcan las dos) pero destina a una organización como esa apenas seis.

La situación no es muy distinta en Aragón, donde los obispados vienen recibiendo en los últimos años entre cinco y seis millones de euros (5,88 en 2017) mientras Cáritas, que acude a las convocatorias de la casilla social, explica en sus memorias cómo más del 70% de sus fondos tienen su origen en donaciones, cuotas de socios y aportaciones de entidades privadas mientras el resto sale de organismos públicos, con un equilibrio de 9,1 y 3,5 millones en 2016.

El último reparto autonómico de fondos del IRPF para entidades sociales, correspondiente al ejercicio de 2019, aportó 1,43 millones de euros a Cáritas, amén de varios cientos de miles asignados a otras organizaciones del ámbito eclesiástico.

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