Hoy en día, la idea de que los intereses humanos se encuentran por encima de los intereses de los animales de las otras especies ya no es defendible. Que el sufrimiento de los animales importa y que no pueden pasarse por alto los intereses de un individuo por el mero hecho de pertenecer a otra especie constituye uno de los grandes progresos morales de la humanidad. Que los otros animales merecen consideración ética porque tienen intereses propios no solo es una idea filosófica ampliamente aceptada, sino también científicamente sostenida desde Charles Darwin y, más recientemente, de manera contundente desde los campos de la neurociencia, la biología evolutiva o la etología y la cognición animal -que han corroborado que los otros animales también experimentan dolor físico y psicológico, emociones y sentimientos. En 2012, un amplio grupo de científicos y científicas de reconocido prestigio firmaron la Declaración de Cambridge sobre la Consciencia, donde se reconoce que una gran mayoría de los animales no humanos tienen consciencia. Por otro lado, en 2009 el Tratado de Lisboa reconoció la relevancia jurídica del sufrimiento de los animales no humanos para la legislación europea.
Objetivos de estas recomendaciones:
a. Incrementar el respeto humano por los individuos de las demás especies para poder representarlos en las informaciones de manera precisa, justa y objetiva.
b. Romper el falso dualismo humano/no humano y sustituirlo por visiones inclusivas:
. De diversidad inclusiva, que nos permita representar la realidad dentro de un marco no de dominación (jerarquía de los seres humanos sobre los otros animales) sino de plena inclusión de todos los individuos sensibles en la esfera de consideración moral, sea cual sea su especie, etnia, cultura u origen.
. De justicia social inclusiva, que nos permita representar la realidad dentro de un marco de respeto, ayuda y solidaridad no discriminatorio por razones de especie (los intereses y derechos de los animales y los de los seres humanos no son autoexcluyentes).
c. Revelar las relaciones de poder especistas (legitimadoras de las relaciones de opresión sobre las otras especies por la supuesta superioridad de la especie humana) estructuralmente análogas a las opresiones que ya estamos combatiendo (machismo, racismo, clasismo, homofobia, discriminación cultural, discriminación de las personas con diversidad funcional, etc.).
d. Servir al interés público y al progreso social para promover una disminución global de la violencia en el planeta, recordando que, ante el sufrimiento, no se puede ser neutral.
Recomendaciones:
1. Dar cobertura informativa a la vida de los individuos de las otras especies de forma regular (no solo puntualmente y en contextos negativos).
2. Evitar las perspectivas antropocéntricas utilizando los animales no humanos como fuentes.
3. Dar cobertura informativa a las organizaciones de defensa de los animales no humanos.
4. Utilizar el lenguaje apropiado (neutro y objetivo).
- Cubrir informativamente la vida de los individuos de las otras especies de manera regular (no solo puntualmente y en contextos negativos)
Los animales no humanos acostumbran a aparecer en las noticias solo de manera secundaria, en función de nuestros intereses y necesidades. Para compensar esto, podemos:
1.1. Dedicar tiempo y espacio a cubrir de manera rutinaria las interacciones entre los seres humanos y los demás animales (crear noticias sobre ello para incrementar la consciencia de que los animales de otras especies son sujetos de interés y de atención).
1.2. Reconocer e incluir la perspectiva de los animales no humanos en las historias en que están implicados (en accidentes, guerras, crímenes, alimentación, energía, política, ciencia, estilos de vida). En otras palabras, dejar de incluir únicamente la perspectiva humana y aquello que la beneficia.
1.3. Investigar la explotación de los otros animales en la sociedad actual y las consecuencias de esta utilización, sobre todo el sufrimiento psicológico y físico que les causan las prácticas legales y habituales (la explotación en granjas, la caza, la experimentación o mantenerlos en cautividad en zoos o circos, etc.) además de las ilegales (caza de especies en extinción, peleas ilegales, rituales religiosos, etc.). Plantearse éticamente estas investigaciones: preguntarnos si realmente es necesario y si tenemos derecho a utilizar a los otros animales como lo hacemos. Investigar también el realismo y viabilidad de las prácticas denominadas “más humanas”.
- Evitar las perspectivas antropocéntricas utilizando a los animales no humanos como fuentes
Dado que los seres humanos son quienes consumen las noticias, las historias acostumbran a estar enfocadas priorizando a los individuos de nuestra especie. Para evitar esta perspectiva antropocéntrica (igual que debe evitarse el prejuicio racial o el sexista) recomendamos:
2.1. Identificar y reconocer los intereses de los animales de otras especies implicados (relacionados con su hábitat, territorio, alimentación, seguridad y con la ausencia de dolor, sufrimiento y ansiedad).
2.2. Representar a los otros animales como individuos que sienten (con quienes compartimos el planeta) y no mediante perspectivas centradas en los seres humanos. Es preciso evitar estereotipar a las especies: no definirlas según el uso que hacemos de ellas (alimento, mascotas, presas, pieles, juguetes) ni con metonimias (animales de granja, vacas lecheras, gallinas ponedoras, etc.) sino por lo que son (individuos, seres explotados por su carne, piel o fluidos, compañeros, etc.).
2.3. Dedicar espacio y tiempo a explorar las interacciones complejas entre los seres humanos y el resto de seres sensibles del planeta, cuestionando los prejuicios culturales que provocan preferencias injustificadas por unas especies por encima de las otras (es un prejuicio preferir a los delfines antes que a los peces, a los caballos antes que a las vacas, a los perros antes que a los lobos, a los ruiseñores antes que a las gallinas, a los vertebrados antes que a los invertebrados, etc.).
2.4. Reproducir (a ser posible audiovisualmente) las formas de comunicación de los animales, tanto en libertad como en cautividad, para familiarizarnos con sus maneras de expresarse y educar a las audiencias en sus vidas.
2.5. Interpretar la comunicación de las otras especies cuando sea evidente (muestras de alegría, curiosidad, tristeza, ira, afecto, ansiedad, aburrimiento, ganas de jugar, etc.). En algunos casos puede ser necesario consultar a profesionales para interpretar los matices desde una perspectiva no antropocéntrica.
2.6. Asegurarse de que las fuentes citadas incluyen siempre y de manera equilibrada voces que aporten la perspectiva y los intereses de los otros animales. Puede tratarse de biólogos, etólogos, veterinarios, activistas, abogados defensores de los animales, cuidadores y humanos que viven con ellos, personas veganas (personas que por razones éticas no consumen ni utilizan productos de origen animal), etc. Verificar que estas voces son independientes y que no trabajan directa o indirectamente para industrias relacionadas con la explotación de los animales.
2.7. Evitar definir a los otros animales apelando a estipulaciones arbitrarias que favorecen su representación negativa como especies “invasoras”, “agresivas”, “molestas”, “sucias”, etc.
2.8. A menos que la información se refiera a animales en cautividad, ofrecer siempre imágenes de los animales en su medio y estado libre, en sus hábitats naturales.
2.9. Evitar caer en la idealización de la vida en estado salvaje y en la celebración de los procesos naturales cuando impliquen la muerte y sufrimiento de los animales.
- Dar cobertura informativa a las organizaciones defensoras de los animales no humanos
Para garantizar la inclusividad y la justicia recomendamos:
3.1. Equilibrar las fuentes gubernamentales y de la industria con fuentes activistas en todos aquellos temas que afecten a los otros animales. Las cuestiones que impliquen a animales no humanos no deben ser abordadas como meros temas económicos, regulatorios o de contaminación pública, sino también desde la perspectiva de los grupos que trabajan en su defensa.
3.2. Evitar que la única información que se proporcione sobre las organizaciones de defensa de los animales no humanos sea cuando estas lleven a cabo actuaciones de protesta o liberaciones de animales en granjas. Debe proporcionarse el contexto completo y la historia de estas organizaciones cubriendo también aquellas campañas que no sean tan espectaculares. El objetivo es dar cobertura a la esencia de lo que hacen, no solo al espectáculo.
3.3 Estar dispuestos y dispuestas a difundir imágenes no autorizadas, la veracidad de las cuales haya sido confirmada y que muestren la realidad de nuestra relación con los demás animales. En otros casos, también a obtener estas imágenes. Esto permite crear debate en la sociedad. Los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a conocer esta realidad.
3.4. Evitar confundir las organizaciones ecologistas (centradas en la preservación de los ecosistemas y las especies) con las organizaciones de defensa de los animales no humanos (que se centran en el sufrimiento de los individuos dentro de los ecosistemas y las especies).
3.5. Evitar confundir las organizaciones de bienestar animal (que no piden la abolición de la explotación de los animales, sino el incremento de “bienestar” en el marco de su explotación) con las organizaciones abolicionistas (que luchan por los derechos de los animales y piden la erradicación de la explotación).
- Utilizar el lenguaje apropiado (neutro y objetivo)
De igual forma que con el lenguaje podemos denigrar, devaluar y menospreciar a ciertos seres humanos por motivos de raza, sexo, orientación sexual, etc., el lenguaje especista también es una manera de agrandar el prejuicio antropocéntrico, consolidarlo y perpetuarlo. Esto sucede cuando se promueve una falsa dicotomía jerarquizante entre seres humanos y no humanos y se sitúa al ser humano en una dimensión separada y superior a la del reino animal para justificar la utilización de este último. Para evitar este lenguaje recomendamos:
4.1. Buscar la máxima precisión en la terminología. Dejar claro qué incluye el término animal y utilizar expresiones como “animales no humanos”, “los otros animales”, “las otras especies” o similares. El objetivo es ser inclusivo al reconocer a los humanos también como miembros del reino animal. Debemos buscar la precisión también en el tipo de categoría animal a la que nos referimos, por ejemplo: animales explotados en granjas, animales en libertad, primates no humanos, animales acuáticos, especies en peligro de extinción.
4.2. Evitar cosificar a los animales cuando nos referimos a ellos. Evitar utilizar expresiones que difuminen el carácter de individuos con consciencia y capacidad de sentir de los otros animales: evitar hablar de “capturas”, “unidades”, “cabezas de ganado”, “material genético”, “especímenes”, etc.
4.3. Evitar eufemismos y metáforas (bélicas, de cacería, etc.) y buscar la objetividad. Del mismo modo que no decimos que una persona “es discapacitada” sino que decimos que “tiene una discapacidad” o “una diversidad funcional”. Igual que decimos que una persona “está esclavizada” en lugar de decir que “es un esclavo”. Debemos evitar emplear los eufemismos que utiliza la industria. Por ejemplo, debemos decir que los animales viven explotados, que son utilizados, etc., o cuando un animal escapa de donde está confinado y los humanos lo matan no debe criminalizársele diciendo que ha sido “abatido” o “sacrificado” (el animal que ha escapado no había cometido ningún crimen ni había dado su consentimiento para morir; en realidad, ha sido “muerto a disparos” o “ejecutado”).
4.4. Evitar la falsa neutralidad. Los seres humanos utilizamos de diversas maneras, y de forma cruel, a millones de animales a los que explotamos en nuestro beneficio, dejamos sin hábitat, utilizamos como entretenimiento o experimentamos con ellos para nuestra salud o, la mayoría de las veces, para cuestiones mucho más triviales (productos de limpieza, cosméticos, juguetes, etc.). El dolor y el sufrimiento que infligimos es enorme. Se trata de una situación en que una especie utiliza individuos de otras especies en su interés. Hay un claro desequilibrio de poder entre los seres humanos, que ocupan la posición de fuerza, y las otras especies, que no pueden oponérsele. Los y las periodistas deben reflexionar sobre si la actitud neutral es ética en esta situación.