LOS 32 FUTBOLISTAS CANARIOS DE LA SELECCIÓN ESPAÑOLA

José Padrón: El genio anárquico (1929-1930)

Padrón, tercero por la izquierda, antes del amistoso España-Inglaterra el 15 de mayo de 2919

Canarias Ahora Deportes

Santa Cruz de Tenerife —
15 de marzo de 2020 19:27 h

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Biografía

BiografíaJosé Padrón Martín (1907-1966) nació en Las Palmas de Gran Canaria y fue el primer futbolista canario internacional absoluto. Tras jugar en el Santa Catalina y el Real Victoria, en el verano de 1925 fichó por el RCD Español de Barcelona, con el que jugó cinco temporadas. También militó en el Sevilla y el FC Barcelona y en 1935 marchó a Francia para jugar hasta pasados los cuarenta años en equipos como el Olympique Alés, Cannes, Sochaux (con el que ganó la liga francesa 37/38), Charleville, Red Star, Stade Reims, Racing de París o Stade Français. Participó en 1944 en la liberación de París y jamás regresó a Canarias. Murió en París en 1966.

El genio anárquico

José Padrón fue un genio del fútbol que trasladó al césped su anarquía vital. Al inicio de los años treinta era una figura mediática comparable a Ricardo Zamora o Pepe Samitier. Entonces, en el mejor momento de su carrera, abandonó la élite y se fue a Segunda División. Luego, durante la II República, su militancia anarquista y su activismo político le alejaron de España para siempre. Eso sí, antes protagonizó algunos de los momentos más brillantes de una selección que no puede presumir de muchos días de gloria en sus 90 años de historia. La relación no es extensa, pero en ella es obligado incluir el 15 de mayo de 1929, cuando Inglaterra perdió por vez primera “contra un equipo del continente”.

Fue ante España y en un Metropolitano de Madrid que acogió “a más de 40.000 espectadores en el Stadium y a una masa de ocho o diez mil almas en el tendido de los sastres”. José Padrón, entonces en el RCD Español, compartió once con semidioses del fútbol español como Zamora, Quincoces, Marculeta o Gaspar Rubio. Frente a ellos, una Inglaterra que venía de exhibirse en Francia y Bélgica y que a los 15 minutos gana por 0-2. España remonta y con 3-3 en el marcador y menos de diez minutos por jugarse, en la crónica en ABC de Alberto Martín Fernández (que firmaba con los seudónimos de Spectator o Juan Deportista) se resalta que entre Padrón y Goiburu “tejen una serie de combinaciones rápidas ante el marco inglés, que vuelven locos a los extranjeros, sin que puedan tocar la pelota”.

Al final será Goiburu el que anote el cuarto goal de España, “lo que provoca que el público se eche al campo y abrace a los jugadores rojos” en presencia del entonces infante don Juan, padre del actual Rey de España. Dos meses antes, Padrón había debutado como internacional frente a Portugal en el Estadio Heliópolis, construido para la Exposición Iberoamericana celebrada en Sevilla. Ante 18.000 espectadores, una España que vistió de blanco le hizo una manita a sus vecinos y el interior grancanario cerró la goleada con dos tantos, aún en la primera mitad. El 4-0 llegó “tras un balón recibido de Lazcano que Padrón introdujo en la red con un disparo colocadísimo”. Minutos después, aprovecharía el rechace del poste tras disparo de Gaspar Rubio para lograr el 5-0. 

Padrón también sirvió en bandeja el 3-0 logrado por Gaspar Rubio y el diario ABC lo destacó “como uno de los mejores jugadores del equipo nacional”. A partir de ahí sería fijo en la roja y durante dos temporadas compartirá el ala izquierda del conjunto hispano con su compañero Bosch (Español) o con Gorostiza, el célebre bala roja, una leyenda del Athletic. La trayectoria internacional de Padrón fue breve, pero brillante. Y el 22 de junio de 1930 se despidió de la selección con un histórico triunfo (2-3) en Bolonia ante Italia, esa bestia negra que nos eliminó de los Juegos Olímpicos de París 24 y de Ámsterdam 28, cuando a esta cita se acudía aún con la selección absoluta.

Pero aquel caluroso día en el estadio de Littoriale, Padrón protagonizó la primera victoria hispana en suelo italiano ante una squadra azurra con Combi, Ferrari, Orsi, Monzeglio o Giuseppe Meazza, que cuatro años más tarde conquistarían el Campeonato del Mundo. Un par de meses después de ese choque ante los transalpinos, Padrón, con sólo 23 años, abandona el Español, se declara en rebeldía, amenaza con irse a México y fuerza su marcha al Sevilla, de Segunda División. Y firma su renuncia a la selección. Y es que la vida de Padrón es una aventura. Nacido el 5 de mayo de 1907 en La Isleta (Las Palmas de Gran Canaria), a los 15 años ya era figura del Santa Catalina tras deslumbrar en un choque ante el Marino en el que marca tres goles.

Apodado El Sueco por su trabajo como estibador en la Compañía Escandinava, gana el campeonato de Gran Canaria de 1924 y ficha por el Real Victoria. Y al año siguiente se va al Español tras un tira y afloja que incluyó un secuestro en Gran Canaria… a pesar de estar acompañado de Paco Brú, el entrenador de los catalanes. A Sarriá se iría con dos paisanos suyos, Rafael Oramas y Rafael González (pues Ortiz y Álamo regresarían a la Isla), y en el curso 25/26 participa en la Copa de España. El Español eliminó a Valencia e Iberia en la fase de grupos, para caer ante el Athletic de Madrid en cuartos de final tras un partido de desempate. Ese verano Padrón iría de gira por Sudamérica con su equipo y su clase sería admirada en Uruguay y Argentina, las dos principales potencias futbolísticas del mundo.

En la campaña 28/29 el Español se proclama campeón invicto de Cataluña tras sumar nueve victorias (incluyendo las dos ante el Barça) y un empate. Y en la Copa del Rey apea a Sporting de Gijón, Arenas de Guecho y Atlético de Madrid, contando sus seis partidos por victorias, con 27 goles a favor y 13 en contra. Una máquina que en semifinales superó al campeón, el FC Barcelona de Platko, Samitier y Arocha. Los periquitos ganaron (2-0) en Sarriá y un gol de Padrón en Las Corts (1-1) eliminó a los azulgrana. Y en la gran final disputada en Mestalla sobre un infame barrizal lideró a los suyos a una histórica victoria (2-1) ante el Madrid de los también canarios Morera y López.

Lasplazas no regatea elogios a Padrón en El Mundo Deportivo: “El diminuto interior canario está en todas partes. Tan pronto se le aprecia tacando como defendiendo su puerta en auxilio de Saprissa y González. Y sus inesperados cambios de juego son la única forma de conseguir que la pelota marche adelante”. Calificado como “artífice del triunfo”, regaló el segundo gol a Bosch tras recorrer todo el campo luchando contra el barro y fue “el más inteligente y el mejor de los diez delanteros que pisaron Mestalla. Su juego habitual era incompatible con el terreno, pero en su colocación exacta y su visión encontró tantas oportunidades de lucimiento que el público jaleó su actuación”. Padrón firma nueve goles en nueve partidos en esa Copa del Rey de 1929, primer título nacional logrado por el Español.

Sin embargo, los periquitos defraudan en el primer Campeonato Nacional de Liga, que empezaría a la semana siguiente, al acabar séptimos entre diez equipos, mientras el título es para el Barcelona. Ya en verano, de vacaciones en Gran Canaria, coincide con otro ex victorista, Hilario Marrero, entonces en el Deportivo de La Coruña. La presencia de ambos invita a organizar un amistoso entre un reforzado Victoria y el Marino, campeón indiscutido de la época. Javier Domínguez García cuenta en su Historia del fútbol canario que los marinistas se impusieron por 6-3. Padrón, herido en su orgullo, pidió revancha para diez días más tarde, comprometiéndose a recuperar los tres goles de desventaja. Además, ejerció de técnico, retocó la alineación… y marcó cuatro goles para que el Victoria venciera por 7-1.

En la campaña 29/30 el Español, con otros dos jugadores canarios, Espino y Álamo, es cuarto en una Liga en la que Padrón marca siete goles, dos de ellos en la histórica goleada (8-1) al Madrid. Mejor le va en la Copa del Rey, donde alcanzan las semifinales… tras eliminar al Real Victoria en octavos de final, en lo que fue la primera participación canaria en un torneo de carácter nacional. Padrón le marca un gol que no celebra a los grancanarios y conduce al Español a siete victorias seguidas, incluyendo la ida de semifinales (1-0) ante el Madrid, en un choque decidido con un gol suyo y que tuvo más de boxeo que de fútbol. Siete días después, en un ambiente hostil “provocado por el anticatalanismo de la prensa de Madrid”, los locales remontan (2-0) la eliminatoria en un choque “que acaba a bastonazos”.

Ese 25 de mayo de 1930 el Español se despide de la Copa… y Padrón empieza a decir adiós al fútbol de élite. Los periquitos se desmantelan ese verano. Zamora se va al Madrid, mientras Vantolrá y Padrón se declaran en rebeldía. En octubre y noviembre aún juegan partidos de la Copa Cataluña con el Español, pero son reiteradamente multados por su indisciplina. El 10 de diciembre, con la Liga empezada, van al Sevilla. El interior grancanario juega cuatro partidos y hace un gol, pero el 16 de enero de 1931 se niega a jugar ante el Castellón y se fuga a Barcelona. ¿La razón? “No he cobrado las 20.000 pesetas prometidas por el traspaso”, confiesa a un periodista. Poco después regresa al Sevilla, que acaba segundo la competición. Asciende el Valencia.

La temporada 31/32 es aún peor. Padrón destaca por sus líos de faldas, su equipo acaba octavo… y asciende el Betis. Y en su tercer ejercicio con los hispalenses sólo la retirada del Castellón evita el descenso del Sevilla a las categorías regionales. En tres campañas como sevillista juega 25 partidos y marca cuatro goles, pero el FC Barcelona, eterno rival del Espanyol, paga 60.000 pesetas por él y Vantolrá en el verano de 1933. En el Barça coincidirá con los canarios Juan Trujillo y Quico Tejera, aunque los azulgrana terminan la Liga en la penúltima plaza y sólo la ampliación de la categoría evita su descenso. Además, en abril de 1934, sin acabar el curso, se desvincula del Barcelona… para iniciar la campaña 34/35 ¡con el Espanyol!, con el que juega algunos partidos del Campeonato de Catalunya.

Es entonces cuando en Barcelona estalla la revolución de octubre y se proclama el Estado Catalán, presidido por Lluis Companys. Un mes después, en noviembre del 34, se desvincula del Espanyol y está en tratos con el Girona, hasta que decide retirarse ¡con 27 años! Centrado en su actividad política, se aproxima al comunismo. En el verano de 1935 disputa una serie de partidos con un equipo de viejas glorias reclutado por Pepe Samitier. Pero en octubre de ese año, inquieto él, marcha a Francia para jugar en el Olympique Alés y allí le sorprende la guerra civil española, en la que no toma parte. Jugará una década en Francia, cambiando de equipo casi cada año “para no dejar pistas”, mientras mantiene su lucha contra el fascismo y, a través del Partido Comunista Francés, se incorpora a la resistencia.

El 25 de agosto de 1944, enrolado en la II División blindada al mando del general Leclerc, participa en la liberación de París, tras 52 meses de ocupación nazi. Establecido en la capital francesa, jugará un par de años en París, donde moría el 3 de diciembre de 1966 (un misterio aclarado por José Rivero en La Provincia) sin regresar a su país.

 

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