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Un cuarto de siglo del día que el CD Tenerife hizo “inmensamente rico” al Vitesse

Roy Makaay vistiendo los colores del CD Tenerife.

ACAN

Santa Cruz de Tenerife —

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El Tenerife se preparó en el verano de 1997 para dar el salto a la élite. A imagen y semejanza del Deportivo de La Coruña que presidía Augusto César Lendoiro, espejo en el que siempre se miró Javier Pérez, la entidad blanquiazul se inclinó por hacer una gigantesca inversión en fichajes. La hizo con un año de retraso, después de que el verano anterior Jupp Heynckes y Ewald Lienen recomendaran prudencia ante la llegada de dinero fresco procedente de las televisiones. Entonces, mientras los gallegos contrataban a Rivaldo o Martins para acabar terceros en la Liga, en el Tenerife no se gastó bien... pero al menos se gastó poco: Neuville, Vidmar, Pablo Paz, Rojas, Andersson, Kodro, Dani... Sin el freno del técnico alemán y con mucho dinero en el bolsillo, el Tenerife se lanzó a la aventura de fichar. Eso sí, lo hizo sin secretario técnico y sin criterio alguno. La apuesta no salió bien y el club no dio el salto a la élite. Dio el salto al vacío.

El 1 de julio de 1997 empezó la carrera de despropósitos. Ya entonces había fichado a Samuel Slovak, pero con un desembolso escaso. Ese martes, sin embargo, Karen Aalbers, presidente del Vitesse holandés, fue concluyente en su análisis: “El Tenerife nos ha hecho inmensamente ricos de la noche a la mañana”. A cambio, el conjunto de la ciudad de Arnhem se desprendía del defensa Ferdi Vierklau y del delantero Roy Makaay, dos futbolistas prometedores de una liga menor. Mientras, Javier Pérez, tras depositar unos diez millones de dólares (más de 1.450 millones de pesetas al cambio) en un banco holandés, recalcaba que “el club no se ha gastado, ni mucho menos, todo el dinero que tenía destinado a fichajes”. En las siguientes semanas daría prueba de ello: el Tenerife invertiría casi 2.500 millones de pesetas más entre el portugués Domingos y el brasileño André Luiz. Y con el campeonato avanzado se dejó más de mil en el portugués-brasileño Emerson.

 

A todo ello, hay que añadir que los contratos suscritos ese 1 de julio con Vierklau y Makaay no eran una anécdota. El defensa firmó por ¡siete temporadas!, mientras que Roy Makkay lo hizo por seis campañas. A este último apenas le quedaba un año de contrato, por lo que el Vitesse estaba ansioso por venderlo, dada su gran proyección. Lo que no esperaba, según confesaba su presidente, era hacerlo por un precio tan elevado. De hecho, semanas antes, el Vitesse había negociado la venta de Makaay con el Betis, pero no alcanzó un acuerdo. Y tampoco pudo colocarlo en el Leeds United, el Nápoles o el Ajax de Amsterdam. Todos estaban convencidos de que, con 22 años recién cumplidos, era un buen proyecto, pero nadie quiso pagar un dineral por un futbolista que quedaba libre un año después. Por Vierkau tenía el Vitesse menos ofertas. Se valoraba su polivalencia, pues podía jugar de lateral o central, pero se temía su propensión a coleccionar lesiones y tarjetas rojas.

 

Entonces, de sus aficiones fuera del fútbol no se sabía nada. Eso sí, en la Isla respondió a su fama: en dos temporadas, entre lesión y lesión, Vierklau sólo disputó 32 partidos de Liga. En su debut ante el Depor duró 26 minutos antes de 'romperse' y en su despedida contra el Extremadura apenas aguantó 24. Y en medio, en la decisiva cita del curso 97-98 contra el Valencia, aguantó cuatro minutos antes de pedir el cambio. Lo dicho: jugó muy poco... pero tuvo tiempo de sumar cuatro expulsiones y un gol (obviamente, en propia puerta).

 

Capítulo del libro “El CD Tenerife en 366 historias”, de Juan Galarza y Luis Padilla

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