Cabildo: un pacto natural

Antonio Morales y Augusto Hidalgo firman el Pacto para el Cabildo de Gran Canaria. EFE/ Elvira Urquijo

Rafael Álvarez Gil

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El tiempo pone las cosas en su sitio. Tarda más o menos, pero acaba por ordenar. El pacto suscrito en el Cabildo de Gran Canaria entre NC y el PSOE (esta vez sin Unidas Podemos, que no ha logrado representación institucional) es el natural, tanto ahora como antaño. En 2015 Antonio Morales y Ángel Víctor Torres se entendieron perfectamente. Una dinámica política sana que, en cierta medida, estimuló lo que vendría después: el Pacto de las Flores. Sin embargo, en 2019 no fue el caso. Y un sector del PSOE grancanario trató de cortocircuitar lo ya conocido y evitar la Presidencia del agüimense que, incluso, pudo conllevar el dinamitar la alianza progresista en el Gobierno de Canarias. Aquella acción estuvo acompasada con la acción o inacción en diversos consistorios para desbaratar las victorias de la izquierda canaria: Telde, Santa Lucía de Tirajana… Con todo, ya es pasado. Y se impone, otra vez, la normalidad de 2015.

El dato más significativo fue la predisposición de Augusto Hidalgo la misma noche del recuento electoral. Llamó a Morales y sobre la marcha dejó claro ante la opinión pública que quería que un Gobierno progresista prosiguiera en la Casa Palacio de Bravo Murillo. Todo fue rodado desde ese momento y ayer se escenificó el acuerdo en Las Palmas de Gran Canaria protagonizado por Morales e Hidalgo.

La institución insular (que también lo es de rango canario, amén del Estatuto del Autonomía) debe ser este mandato que comienza un dique de contención ante la involución democrática que asoma. La llegada, en breve, encuestas en ristre, de la extrema derecha al poder estatal será un antes y un después. Si gana Alberto Núñez Feijóo necesitará a Vox, sí o sí. Y no será, por tanto, un Ejecutivo del PP en exclusiva al estilo del de José María Aznar o Mariano Rajoy. Lo que viene es otra cosa, y no es ninguna broma.

El Cabildo de Gran Canaria, con Morales a la cabeza, tiene mucho que decir. Hacer frente a lo reaccionario supondrá un desgaste. De hecho, ya se atisban algunos movimientos que tan solo aventuran las potenciales consecuencias políticas en las islas. Es tiempo de unidad y no de divisiones en la izquierda. No me cabe duda que el presidente, por tercer mandato, contestará uno a uno los ataques que irán contra el Cabildo de Gran Canaria; tanto por parte de Fernando Clavijo como de PP y Vox en La Moncloa. Serán cuatro años duros. Pero la institución insular tiene capacidad de aguante ante las presiones financieras y políticas que acechan. La fotografía ayer del agüimense y del exregidor capitalino luce unidad a mansalva. Y lo que nace bien suele acabar igual o mejor. Hará falta sintonía y esfuerzos compartidos. Gran Canaria debe resistir el neoinsularismo aupado al poder en el archipiélago y el peligro de la ultraderecha en la meseta. Manos a la obra.

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