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Las cabras y la biodiversidad canaria

Antonio Morales

Las Palmas de Gran Canaria —

El pasado viernes 8 de abril finalizó la campaña de control de cabras y herbívoros en los espacios naturales de Guguy (o Güigüi), Inagua y Tamadaba. Especialistas en caza de ungulados realizaron una batida para reducir la presencia de cabras asilvestradas y cumplir con el proyecto LIFE + Guguy. En la propia web del proyecto de la Unión Europea se pueden ver sus objetivos: la recuperación del bosque endémico Juniperus (brezales macaronésicos endémicos y bosque de pino canario); mejorar el estado actual de conservación de la flora y fauna amenazada; estudiar la evolución del hábitat para mejorar su gestión; eliminar las principales amenazas que afectan a la Reserva Natural Especial de Güigüi; recuperar el hábitat y sus procesos ecológicos.

La realización de esta abatida de ganado asilvestrado provocó una concentración de una veintena de personas en las puertas del Cabildo de Gran Canaria y numerosas muestras de protesta en las redes sociales. Valoramos de forma positiva la preocupación de muchas personas por el trato que se da a los animales y las críticas que algunos hayan podido hacer desde la buena voluntad. Para nosotros es también una decisión difícil. Pero es necesario aclarar algunos datos erróneos que se han difundido con la intención de avivar la polémica.

En primer lugar hay que decir que no estamos hablando de cabras guaniles, las que soltaban los antiguos canarios durante alguna época del año para que pastaran y luego las volvían a capturar. Las cabras asilvestradas se han escapado del ganado –o las han soltado- y se han hecho a la vida suelta. Su alimentación provoca un terrible daño a especies endémicas vegetales y también a la fauna. Campan de forma descontrolada y se alimentan de especies endémicas, de flora en peligro de extinción y provocan la erosión de los terrenos. El proyecto LIFE + Guguy no está contra el pastoreo ni contra las cabras, (desde otras áreas trabajamos estrechamente con los pastores) sino contra estos animales que campan sin control por una reserva natural y suponen una de sus principales amenazas. Y la abatida de estos animales no es la primera medida que se toma para su control. Antes se pusieron en práctica otros sistemas que fracasaron.

La Comisión Europea determinó que las apañadas para recoger cabras asilvestradas en Gran Canaria no pueden vincularse a sus proyectos de reforestación (como el LIFE+ Guguy). Según las autoridades de Bruselas las abatidas con armas de fuego son el método legal de aplicación en todas las islas oceánicas del mundo, porque es el más eficaz,  el que menos sufrimiento causa a los animales y el que mejor garantiza la seguridad de las personas. La Unión Europea llegó a esta conclusión tras las abatidas que se realizaron en Gran Canaria, ya que no solo no fueron eficaces a la hora de capturar cabras, sino que no se pudo garantizar la seguridad y la salud laboral de los operarios. Si el Cabildo organizara nuevas apañadas podría incurrir en responsabilidades penales si no se garantizaran todos los rigurosos sistemas de seguridad que se precisan. Se llegaron a realizar 20 apañadas y  en total solo se recogieron 40 animales. Los pastores suelen rechazar esas cabras cuando se les ofrecen porque no se adaptan a estar con el rebaño.

Los veterinarios consideran que capturar las cabras asilvestradas y encerrarlas en corrales después de haberse adaptado a la vida suelta les provocaría más sufrimiento. Tampoco resultaría eficaz en estos casos la utilización de otros métodos de captura como dardos, lazos o la colocación de trampas. El biólogo especialista en biodiversidad Jaume Estarellas Fernández escribía recientemente un artículo en el Diario de Ibiza en el que justificaba la abatida de cabras en el islote de Es Vres como único método posible para garantizar la pervivencia de especies endémicas en la isla balear: “Los expertos concluyen la dificultad extrema de capturar a las cabras vivas, por la tipología del terreno, sin riesgo importante para las personas que hagan el trabajo. También se valoraron tanto la posibilidad de trampas como el uso de dardos anestésicos. En el primer caso, había que bajar a las cabras, trampeadas y después dormidas, de la parte alta donde se refugian, situación muy complicada. Los dardos anestésicos no son eficaces  para el caso, ya que para poder acercar fácilmente se necesita una distancia mínima de diez metros y la acción del sedante tarda como mínimo cinco minutos, tiempo en el que los animales pueden ir cayendo aturdidos por el acantilado”. Todos estos argumentos se pueden aplicar a Gran Canaria teniendo en cuenta que también en nuestra isla las cabras asilvestradas ponen en peligro especies endémicas, provocan erosión y también aquí tenemos una orografía complicada.

El Catedrático de Biología y premio Canarias de Investigación Wolfreldo Wilpret, el director de la cátedra UNESCO de planificación turística Carmelo León, la bióloga Asunción Delgado, el catedrático de Ecología José María Fernández Palacios, el presidente de la COAG, Rafael Hernández, el educador ambiental y fundador del movimiento ecologista canario Eugenio Reyes, el biólogo especialista en investigación de fauna endémica Gonzalo Albaladejo o la bióloga, activista medioambiental,  Marifé Rivero, entre otros muchos,  firmaron esta semana  un comunicado público defendiendo la acción aprobada por el Gobierno del Cabildo de Gran Canaria. En el texto recordaron que las cabras asilvestradas no son un problema menor porque “la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN en sus siglas en inglés), las ha incluido entre las cien especies invasoras más peligrosas del mundo.” En el comunicado llegan a decir que “Las cabras asilvestradas se están comiendo literalmente la biodiversidad vegetal de Canarias y están poniendo en serio riesgo una parte de la estrategia de reforestación emprendida por las diversas instituciones. Muchas instituciones no han actuado por miedo a las consecuencias sociales y el efecto en la opinión pública, pero es necesario que asuman su responsabilidad y actúen como está haciendo actualmente el Cabildo de Gran Canaria”. No es una cuestión de siglas políticas, en la Comunidad de Madrid se aprobó en 2014 un plan para eliminar en 10 años más de 2.400 de cabras montesas en el Parque Nacional de Guadarrama. Por las mismas razones se ha empleado este método en el Parque Nacional del Teide, en el de Garajonay, en la Caldera de Taburiente, en Madeira, en Baleares, en Galápagos, en Nueva Zelanda o  en Hawái.

La repoblación de Canarias en una preocupación centenaria. En el número 10 de la revista Canarii el historiador Rubén Naranjo escribió el artículo “El origen de la preocupación medioambiental en la prensa canaria”. Naranjo cuenta como en el periódico ‘El Porvenir de Canarias’ se recogían a mediados del siglo XIX cuatro artículos diferentes donde se planteaba la situación de los diezmados bosques grancanarios, uno de ellos decía: “las fatales consecuencias de la imprevisión de nuestros antepasados, de nuestra apatía en remediar el daño son tan palpables que por todas partes suenan los lamentos”. En otro artículo se preguntaban: “¿Por qué al destruir en tiempos no muy remotos nuestros renombrados pinares, no se han respetado los pinos jóvenes y se ha cuidado de hacer nuevas plantaciones”.

Desde el Cabildo de Gran Canaria no hemos querido mirar para otro lado ni cometer errores del pasado. Por eso nos propusimos “coger las cabras por los cuernos”, pero llegamos a la conclusión de que no era posible. En las últimas semanas nos hemos reunidos con los técnicos del Cabildo de Gran Canaria para conocer cómo se lleva adelante la aplicación del Proyecto LIFE + Guguy. Hay que recordar que son los mismos técnicos que estaban en el mandato anterior, cuando también se realizaron estas abatidas contra las cabras asilvestradas aunque no hubo el nivel de protestas que ha habido ahora. Son los mismos técnicos pero ha cambiado el Gobierno insular. Ahora el Gobierno del Cabildo cuenta con personas que han formado parte del movimiento ecologista canario y del activismo por el Medioambiente.

Después de escuchar a los técnicos de nuestro Cabildo, a personas de la comunidad científica que son referentes en la investigación sobre nuestra flora y nuestra fauna, a los máximos referentes del movimiento ecologista canario, después de ver lo que están haciendo en otras cien islas en las que se hacen planes de reforestación como el LIFE + Guguy para proteger especies endémicas y en peligro de extinción de la acción de otras especies invasoras, después de comprobar que otros sistemas como las apañadas o los ataques con dardos anestésicos se han mostrado ineficaces, tenemos claro que las abatidas de cabras asilvestradas son un mal menor que debemos afrontar si queremos proteger la biodiversidad de una isla que ha sido reconocida por la UNESCO. Por eso hacemos este esfuerzo de explicación, porque queremos llegar a las personas que han criticado nuestra gestión desde la buena voluntad. Y esas críticas las diferenciamos de las otras de telepredicadores, furtivos, comercializadores de carne de cabra clandestinos y de las que se han hecho desde el oportunismo político:  las que protagonizan algunos que callaron cuando se aprobó la descatalogación de especies protegidas o dieron un portazo en el Parlamento canario a iniciativas legislativas populares promovidas por el movimiento ecologista; los que hicieron eso desde algunas siglas políticas que ahora aparentemente están preocupados por los animales cuando en realidad lo que pretenden es hacer apañadas, pero no de cabras, sino de votos fáciles.

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