Mensajes en un bolso

Pero un bolso va más allá del contenido. Por sí mismo entraña todo un mensaje. Podemos encontranos ante un modelo pirateado, el más frecuente. O ante un original, uno de ésos que puede rondar los 500 o los 3.000 euros sin ningún problema y que, obviamente, ya indica el poder adquisitivo de quien lo cuelga de su brazo. Aunque ahora también hay empresas que los alquilan por días y eso puede despistar.

Un bolso también puede servir para enviar un mensaje como sirviera el abanico en sus tiempos. Por ejemplo. Letizia Ortiz luce últimamente bolsos diseñados por Isabel Sartorius, a la sazón, la ex de su marido. En el caso de la princesa de Asturias parece fácil concluir que la elección de su atuendo no es baladí porque se analiza con lupa en todo el papel couché nacional. Luego, algo quiere decir la princesa cuando usa un bolso de la Sartorius. Quizá, aquello de “somos amigas” o “no me importa lo que haya habido”, quizá sólo sea una forma de reafirmarse en pequeños detalles. Desde luego, nunca será un simple “porque me gusta”.

La cosa aún puede complicarse más. De hecho, puede dar para un libro, al menos el bolso de la reina Isabel de Inglaterra ha dado para uno que saldrá publicado próximamente. Parece ser que la suegra de Lady Di utiliza su bolso para comunicarse con su equipo. Por ejemplo, si lo deja encima de la mesa quiere decir que quiere largarse pronto, si es en el suelo, que le aburre la conversación y quiere que alguien interrumpa. Las autoras también revelan algunos objetos habituales en el bolsito de la soberana, a saber: fotos de la familia, un gancho para colgarlo, caramelos, chocolates, crucigramas, un espejo que le regaló su marido y, a veces, una cámara de fotos. Se echan de menos cosas habituales en el bolso de cualquier otra mujer del planeta, y tan mundanas como dinero o llaves. Es lo que tiene vivir con los pies en la calle, que hay que sobrevivir. Entonces, el bolso recorta el misterio y no da para un libro.

Esperanza Pamplona