Del paraíso al infierno

Kenia es una invención colonial, un puzzle de tribus, unido por un sistema corrupto e injusto, y adobado por una economía que se sostiene únicamente en un turismo de alto poder adquisitivo, que se fotografía en sus tierras con un incontrolable aire de superioridad. Kenia es una amalgama desordenada de historias, culturas, religiones y racismos ancestrales. Un polvorín que ha estallado y que ahora se resuelve con fuego, palos y tiros.

El flamante presidente Kibaki no ha dudado en disolver las manifestaciones en su contra a tiro limpio. Mientras, las colas de turistas crecían en los aeropuertos. La violencia salvaje que se adueña del país no formaba parte de los catálogos de viajes. Por tierra, unos 200.000 keniatas inician el triste camino del éxodo, y Uganda trata de cerrar como puede sus fronteras para evitar el aluvión de almas en pena que se le avecina.

Kenia se encuentra al borde del genocidio, y en el aire todavía flotan los ecos de las matanzas en Ruanda o Costa de Marfil. Ya no es el paraíso turístico, ahora se acerca más al infierno. Me temo que los safaris programados tendrán que aplazarse durante mucho tiempo. Eso hará que muchos turistas opten por visitar los fiordos y que la miseria se instale e imponga una larga dictadura. Parece que Dios y los hombres siguen empeñados en dar la espalda a África.

Esperanza Pamplona