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Espacio de opinión de Canarias Ahora

Les llaman MENA

FOTO: Robert Bonet

María del Río

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Hace unos días, como todos los años, el 20 de noviembre celebramos el Día Internacional de los Derechos de la Infancia, un día dedicado a recordar y reivindicar los derechos de todas las niñas, niños y adolescentes del planeta, sin exclusión.

Ninguna causa,  etnia, cultura, creencia, religión, país de origen, clase social, identidad de género u orientación sexual puede condicionar o mermar estos derechos que con la misma legitimidad de Derechos Humanos,  son universales para todas y todos.

En estos días, muchas instituciones, ciudades y pueblos de nuestras islas han conmemorado la fecha con celebraciones solidarias, seguro que la mayoría de ellas diseñadas con las mejores intenciones,  nacidas del corazón y ejecutadas con la generosidad y respeto de quienes,  de forma coherente,  entienden y aplican los principios de el “bien superior del menor” que deben de regir todas las acciones cuando de Infancia,  niñas y  niños se trata.

Pero hay también autoridades que, escondidas entre buenas palabras y lugares comunes, trufan sus discursos con pequeñas perlas  tales como “no somos racistas ni xenófobos, pero”... y en ese ‘pero’ encierran toda la carga de prejuicios y rechazo que llevan dentro,  basada, precisamente,  en la xenofobia que sienten y alimentan  con respecto a un colectivo de criaturas -que no individualizan para no humanizarlas-  que han llegado solas a nuestra tierra, jugándose la vida en miserables pateras, en embarcaciones de mala muerte -nunca mejor dicho- con el sueño de llegar tener un futuro,  una vida mínimamente digna. A veces, solo una vida.

Les llaman MENA para no nombrarles, para ocultar que detrás de esas cuatro letras, lo que hay son niñas y niños,  adolescentes en su mayoría, que se encuentran solos y perdidos, sin sus familias, sin su gente. Con todo el miedo que da lo desconocido, en una tierra extraña, con una cultura e idioma diferentes, y a todo esto, desde su vulnerabilidad, se tienen que enfrentar.

Les llaman MENA y así, sin ningún pudor, algunos alcaldes y alcaldesas, responsables públicos, representantes de partidos políticos -cuyas siglas preferimos ignorar- propagan, desde su infamia, toda clase de mentiras y bulos que lo único cierto que expresan es la verdad de su odio y desprecio.

Se permiten la bajeza moral de  jalear a sus pueblos, invitarles a promover  manifestaciones xenófobas, a que salgan a la calle para que las casas o centros donde son acogidos o acogidas  no estén en sus pueblos,  en sus barrios o ciudades.

A toda esta gente queremos recordarles que los  derechos  de  la  infancia están  plenamente  estipulados  en  la  Convención  sobre  los  Derechos  del  Niño, elaborada  durante  10  años con  las  aportaciones  de  representantes  de  diversas  sociedades,  culturas  y  religiones,  que fue  aprobada  como  tratado  internacional  de  derechos  humanos  el  20  de  noviembre  de  1989, que todos los países firmantes, entre ellos  España -sí, esa España de la que tanto se les llena la boca a algunos-  se comprometieron a su obligado cumplimiento

Que si les da mucha pereza, se lean solo el Artículo 2:

  1. “Los  Estados  Partes  respetarán  los  derechos  enunciados  en  la presente  Convención  y  asegurarán  su  aplicación  a  cada  niño  sujeto a  su  jurisdicción,  sin  distinción  alguna,  independientemente  de  la raza,  el  color,  el  sexo,  el  idioma,  la  religión,  la  opinión  política  o  de otra  índole,  el  origen  nacional,  étnico  o  social,  la  posición  económica,  los  impedimentos  físicos,  el  nacimiento  o  cualquier  otra  condición  del  niño,  de  sus  padres  o  de  sus  representantes  legales”.
  2. “Los  Estados  Partes  tomarán  todas  las  medidas  apropiadas  para  garantizar  que  el  niño  se  vea  protegido  contra  toda  forma  de discriminación  o  castigo  por  causa  de  la  condición,  las  actividades,  las  opiniones  expresadas  o  las  creencias  de  sus  padres,  o sus  tutores  o  de  sus  familiares.”

Y una vez más, estas “podemitas radicales” que somos, invitamos a todas las autoridades de nuestro país a que den ejemplo y se comprometan,  en serio, con el cumplimiento de las leyes autonómicas, estatales y acuerdos internacionales que hemos suscrito.

Que no tengan la poca vergüenza de justificar o legitimar  el racismo, la xenofobia y aporofobia que subyace en sus discursos, menos aún en sus acciones. Y que tampoco lo hagan, porque serían cómplices,  quienes de forma indirecta apoyan y blanquean  a organizaciones  y partidos que niegan y no respetan los Derechos Humanos, que se esconden tras  discursos patriotas,  fomentando el miedo y el odio, dispuestos a ignorar las leyes, hasta las más sagradas,  como las que tratan los derechos  de las niñas, niños y adolescentes más vulnerables.

Porque, tal como se recoge en  el  Plan de Acción de la Cumbre Mundial a favor de la Infancia, de 1990: “No  hay  causa  que  merezca  más  alta prioridad  que  la  protección  y  el  desarrollo del  niño,  de  quien  dependen  la supervivencia,  la  estabilidad  y  el  progreso de  todas  las  naciones  y,  de  hecho,  de  la civilización  humana”

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