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La vivienda vacacional y la vital

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En la realidad canaria se suceden los cambios con velocidad variable. Se demora nuestro tiempo lineal algún siglo en mutaciones de monocultivo, pero instalados en el monocultivo pueden aparecer alteraciones aceleradas de forma sorpresiva. Todo muy moderno si queremos llamar moderno a esa atmósfera presente cuando pasan más cosas de lo habitual o cuando los episodios discurren más rápido y casi al mismo tiempo. Y si nos seguimos abrochando a la modernidad o si se quiere a la vanguardia para explicar lo que nos sucede, encontramos a menudo algo distinto al pasado y diferente al futuro, una región inesperada.

En el sector primario los cambios acontecen de forma lenta. Y ello es porque el plátano o el tomate solo sufren las turbulencias de la competencia, o lo que es lo mismo, el campo de batalla reside siempre en la oferta. Pero en el sector servicios y en especial si solo pensamos en el turismo los vendavales los produce la demanda.

Un día inesperado los touroperadores resolvieron que los turistas vendrían con el todo incluido. No es que fuera fantástico, sino que fue real. Extravagante, pero sucedió eso de desayunar, almorzar y cenar en el mismo sitio porque tenían pulsera en la muñeca. Comportó deterioro del destino turístico porque muchos habían forjado su oportunidad con el turista fuera de su establecimiento. Le esperaban a la salida de su alojamiento para ofrecerles comida, bebida y tutti quanti. Cada hotel o grupo de apartamentos eran ahora la Cartuja de Parma.

Otro día los touroperadores TUI y Neckermann hicieron aparecer cruceristas de forma inopinada y modo masivo en nuestros puertos. Los mismos que año tras año repetían en nuestras playas del sur ahora eran seducidos y tácitamente reconvertidos en cruceristas por nuestras islas y frecuentemente con un saltito a Madeira. Nos agarró la coyuntura sin apenas estación donde gestionarles la llegada y la salida. En Gran Canaria tuvimos que acondicionar la vieja y triste estación del jet-foil.

Y qué decir cuando otro día siguiendo los pasos de suecos e ingleses de antaño que, antes del sur y de la playa, visitaban el norte y nuestras ciudades, apareció el turismo vacacional de manera repetida como mancha de aceite y con ajetreo de colmena. Ahora no quieren pulsera sino ser aspirantes a la convivencia urbana. Está claro que los cambios en el turismo no los procuramos nosotros aquí, modulando nuestra oferta, sino que los modifican ellos allí alterando la demanda. Lo ya visto y lo nunca visto, una expresión casi simultánea de realidades que normalmente se representan alejadas en el tiempo.

Esta última sacudida caprichosa de la demanda nos ha cogido despistados y algunos responsables que estaban con las manos en los bolsillos han decidido que ese turismo es causa de la crisis en el sector de la vivienda. Yo les aseguro a ustedes que no falta el suelo para atender la dramática escasez de vivienda. Pero cuando un centro directivo decide hacer viviendas le sale burocracia y la confusión está servida. Y si les pides más cosas les sale más burocracia. Y la burocracia que es garantía si habita el círculo virtuoso, es maldición si lo hace en el círculo vicioso y eso corre por la cuenta de los más débiles, que solo pueden combatir con pocos medios.

Hace meses publiqué un artículo que titulé “La vivienda, al modo Singapur” y rogaba que se crearan las condiciones objetivas para que la tarea de construir viviendas se beneficie de los vientos a favor de la iniciativa privada que es donde soplan los vientos más fuertes y donde anidan los recursos más creativos de nuestra economía.

No nos ofrezcan, aunque la intención sea buena, planes de viviendas contadas de cincuenta en cincuenta. Hay que entender que la explosión de la vivienda vacacional no es la causa de que sean tantos los canarios sin acceso a la vivienda, aunque una y otra realidad sean como vasos comunicados de forma imperfecta. Y como lo creo firmemente, en próxima entrega y de forma contenida haré mis propuestas. Que la ciudad agrande su identidad en una condición de más ciudad ahora también turística en beneficio de la economía es pensamiento desiderativo a favor de un ennoblecimiento de nuestra organización social

Nuestra Administración no da para presumir. No es Viena, no es Copenhague. Puede tener éxito en la regulación de la vivienda vacacional pero nunca es que nunca lo tendrá ejecutando un plan de viviendas suficiente. Y lo que no debemos permitir es que nos confundan cerrando puertas de viviendas vacacionales sin advertir que el propietario luego va a cerrar las ventanas. No se puede obligar a nadie a alquilar o vender una vivienda, pero tampoco se puede permitir a cualquiera que ponga el cartel de vivienda vacacional.

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