Científicos estudian los núcleos de dolor del pulpo para establecer un sacrificio “humanitario” en la futura granja canaria

Imagen de archivo de un pulpo

Toni Ferrera

Las Palmas de Gran Canaria —

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Científicos del Instituto Universitario de Investigación en Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos (IU-ECOAQUA), adscrito a la Universidad de Las Palmas de Gran Canarias (ULPGC), estudian actualmente las “localizaciones anatómicas de núcleos de dolor” del pulpo con vistas a desarrollar un código de buenas prácticas para su sacrificio en la futura granja de este animal en Canarias, la primera del mundo, promovida por la empresa Nueva Pescanova. 

La compañía gallega ha sido objeto de críticas tras conocerse que, entre otras cosas, pretende sacrificar a las criaturas introduciéndolas en tanques de agua a -3 grados centígrados, una técnica definida como “cruel” y “violenta” por entidades animalistas, pues puede resultar en un “pobre bienestar de los peces”, según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA).

El jefe de servicio del IU-ECOAQUA, Rafael Ginés Ruíz, matiza a Canarias Ahora que “seguramente no van a morir así” y que lo más probable es que sea la metodología diseñada por ellos la empleada por Nueva Pescanova. El investigador ha preferido no adelantar qué métodos están explorando en este sentido, pero ha recordado que el elegido no puede causar al animal dolor, angustia o sufrimiento evitable, según marca la normativa europea.

“Estamos determinando la actividad eléctrica del pulpo para conseguir su aturdimiento en unas condiciones en las que no haya manifestación de dolor, que no se escape de los tanques y así tener un control dentro de la etapa de crianza”, explica Ginés Ruíz. “Los pulpos tienen capacidad para sentir. Y estamos buscando localizaciones anatómicas que nos marquen núcleos de dolor para evitar que se activen”.

Los trabajos del instituto adjunto a la ULPGC nacen bajo la premisa de que no existe un marco normativo para el sacrificio de los pulpos en acuicultura, así como la manipulación de estos.

De hecho, la Unión Europea reconoce en su propio reglamento relativo a la protección de los animales en el momento de la matanza que “las investigaciones sobre el aturdimiento de los peces [y, también, de los cefalópodos] están mucho menos desarrolladas que en el caso de otras especies de cría”, y pide que se establezcan “normas separadas” para cada grupo.

España cuenta con una guía de prácticas “correctas” para el sacrificio de animales en piscifactoría. Pero este documento únicamente hace referencia a la lubina, la dorada, la trucha, el rodaballo, el esturión, la corvina y el lenguado. Entre las técnicas de aturdimiento reguladas se encuentra la aplicación de una corriente eléctrica, la percusión, consistente en asestar un golpe rápido en la cabeza del pez, y el choque térmico, esto es, la introducción de los mismos en agua con hielo.

Esta última metodología ha sido la seleccionada en principio por Nueva Pescanova para la granja de pulpos en Canarias, a la espera de los resultados de las investigaciones del instituto IU-ECOAQUA, y ha sido ampliamente criticada por expertos y grupos animalistas, quienes han tachado el procedimiento de “inhumano”, como también recoge un estudio publicado en una revista científica francesa.

“Es una técnica cruel porque lo que hace es paralizar al pulpo, pero no lo aturde. Pensamos que cuando metemos a un animal en hielo muere porque no se mueve, pero lo cierto es que está paralizado porque baja su metabolismo y termina falleciendo de asfixia”, declaró a este periódico Elena Lara, responsable de investigación de la asociación internacional Compassion in World Farming.

El Consejo Consultivo de Acuicultura (AAC, en sus siglas en inglés) también ha calificado este método de “inhumano” y ha recordado que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) determinó que “incluía un periodo prolongado de consciencia [varios minutos] durante el cual se apreciaban indicios de un bienestar deficiente” de la especie. La OMSA, por su parte, no aconseja su uso si es factible utilizar alternativas, como el aturdimiento por percusión o eléctrico.

De ahí la importancia de investigar qué es lo más “respetuoso con el animal”, indican Rafel Ginés y el coordinador del Comité Ético de Experimentación Animal de la ULPGC, Félix Acosta.

“La comunidad científica tiene que hacer este trabajo para que ese conocimiento luego se transfiera a la empresa y esta pueda trabajar con garantía. Las compañías lo que quieren, al fin y al cabo, es hacerlo lo mejor posible. Y nosotros intentamos ayudar”, razona Acosta.

El también doctor en Veterinaria reconoce que trabajar con una especie nueva, como es en este caso el pulpo, deriva en “descubrir ciertas características” durante la exploración que anteriormente desconocían: cuánto resisten al dolor, número de criaturas que puede haber en un mismo recipiente, patrones de conducta en cautivad, etc.

Acosta admite que este tipo de análisis pueden llevar “un poco más de tiempo”, dada la escasa información previa. Pero que, aun así, deben conjugarse con “las condiciones de bienestar, de evitar el sufrimiento y el padecimiento de la especie”. El instituto IU-ECOAQUA ha confirmado que próximamente mantendrá una reunión con el Consejo Consultivo de Acuicultura y Nueva Pescanova para detallar los avances del estudio. 

Por otro lado, el próximo 23 de abril está prevista una nueva manifestación internacional convocada por el partido animalista PACMA en contra de la granja de pulpos en Canarias, aún sin fecha para su construcción.

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