Cemento o turismo: en juego el futuro de uno de los últimos reductos sin explotar del sur de Gran Canaria

Fábrica de cemento en la zona de El Pajar, en el sur de Gran Canaria. (ALEJANDRO RAMOS)

Silvia Álamo

Las Palmas de Gran Canaria —

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El futuro de uno de los últimos reductos sin complejos turísticos de la costa del sur de Gran Canaria se debate entre mantener la fábrica de cemento, que tantos empleos ha dado a lo largo de estos 60 años, o abrir la puerta a la industria que se ha hecho con toda esa zona de la isla. La concesión del muelle, propiedad de Puertos Canarios, a la única fábrica de cementos de la isla está a punto de acabar y ya se han planteado varias posibilidades para dar un giro de 180 grados a este espacio que se encuentra en el límite de los municipios sureños de Mogán y San Bartolomé de Tirajana. La sociedad Propiedades Cordiales tiene claro que el porvenir está en el turismo y ya ha comenzado la construcción del Resort Cordial Santa Águeda, un complejo de viviendas de alquiler vacacional de dos y tres habitaciones. En contraposición, el Grupo CEISA (Cementos Especiales de Las Islas) sigue estudiando todas las opciones administrativas y jurídicas para mantener su ubicación actual. No contemplan otro lugar mejor que El Pajar para seguir desarrollando su actividad.

Las últimas décadas de El Pajar no se conciben sin la fábrica de cementos que, desde 1957, se encuentra instalada junto al puerto de esta pequeña localidad. La construcción de la Presa de Soria y la proximidad a la cantera de San José, a unos dos kilómetros de distancia de la fábrica, fueron los alicientes que motivaron a la familia del Condado de La Vega Grande a implantar esta industria en esos terrenos. Tan sólo ocho años después, la cementera ya había visto triplicada su producción. Los ciudadanos del norte de Europa se empezaban a interesar por el buen clima de las islas y comenzó el desarrollo turístico en el sur de Gran Canaria.

En 1984 se llevó a cabo la construcción de la explanada y el muelle para poder importar materia prima y exportar el cemento producido en la fábrica al resto de islas. Después de varias ampliaciones y la construcción de nuevos molinos para aumentar la capacidad de construcción, en los años previos a la crisis (2006-2007) la cementera llegó a producir hasta 1,3 toneladas anuales, asegura el Coordinador General del Grupo Ceisa, Claudio Piernavieja.

En 2008 llega a España la crisis económica y con ella el final de la burbuja inmobiliaria. Empiezan a caer las empresas constructoras y, durante más de seis años, la edificación en las islas se queda prácticamente parada. Una situación que tiene consecuencias directas en la industria cementera. La demanda cae y la producción baja a niveles impensables.

Llegó la recuperación y desde 2014 el resurgimiento de la construcción. Desde ese año hasta la actualidad el negocio se ha ido reconstruyendo. En 2018 se produjeron cerca de 300.000 toneladas, lo que supone un incremento del 5% respecto a años anteriores. La previsión es positiva y, el objetivo, seguir creciendo.

En un encuentro con los medios de comunicación este jueves con el objetivo de mostrar las instalaciones donde se fabrica el cemento “que abastece al archipiélago”, según Piernavieja, y de explicar in situ el proceso de fabricación de este material de construcción, contó que la cementera se sustenta en tres pilares fundamentales: la cantera de San José, el puerto industrial y la planta de fabricación.

La cantera es el lugar de donde extrae la puzolana, material que se usa para hacer el cemento y que está considerado como uno de los mejores aditivos del mundo por su durabilidad, impermeabilidad y resistencia. La concesión de esta cantera por el Grupo Ceisa es hasta 2046 con posibilidad de prorrogar otros 30 años más. El director del Grupo y el director de la planta, Jaime Cambre, coincidieron en que la zona cuenta con suficientes reservas para mucho más tiempo.

El puerto industrial, del que tienen la concesión hasta 2022, permite la entrada de parte de las materias primas que se necesitan para fabricar el cemento como el clínker. Además, es el punto desde el que trasladan su producción tanto al puerto de Las Palmas como al resto de las islas.

En cuanto al recurso interpuesto por la familia Del Castillo y el grupo hotelero Cordial ante la entidad Puertos Canarias para adelantar el final de la concesión a la fábrica, el director de Ceisa ha adelantado que volverá a solicitarla ya que en la planta se genera “una actividad estratégica para las Islas”. Piernavieja insiste en que El Pajar es la ubicación idónea para llevar a cabo esta actividad. Sin embargo, hace unos meses, el director de Puertos Canarios, Manuel Ortega, adelantó que este permiso no se puede prorrogar y que el puerto se convertirá en un muelle deportivo. Este periódico se ha puesto en contacto con la Consejería de Obras Públicas y Transportes, pero sus responsables no han querido hacer declaraciones.

El Pajar, “una pieza mágica”

El interés turístico en la zona de Propiedades Cordiales no se le esconde a nadie. La sociedad, constituida por el grupo hotelero Cordial, la familia del Condado de La Vega Grande y el jugador internacional de fútbol David Silva, ha comenzado la construcción de un complejo de viviendas vacacionales, de dos y tres habitaciones, algunas con piscina privada, en este pequeño pueblo marinero.

El director general del grupo hotelero, Nicolás Villalobos, define esta zona del sur de la isla como “una pieza mágica”. El dirigente lamenta que este lugar “no haya podido ser desarrollado por esta industria verde como consecuencia directa de la implantación de esta industria pesada, contaminante, peligrosa y nociva que es la cementera”.

Villalobos asegura que la concesión de Puertos Canarios a la fábrica de cemento acaba en 2020 y afirma que esta industria tiene unos efectos contaminantes “muy graves”. “El 6% de la de emisión de gases a la atmósfera, lo que está provocando el calentamiento global, está emitido por cementeras”, explica a este periódico. El dirigente del grupo Cordial insiste en que esta industria es “agresiva y contaminante” y que cuenta con una cantidad “infinita” de externalidades “negativas” desde el punto de vista medioambiental y humano. Además, de “la presencia tan impactante que tiene”.

Aunque sí ha reconocido que “el impacto negativo de la cementera hoy no es el que fue en la década de los 60”, hay que tener la exigencia de los estándares de normativa medioambiental de la Unión Europea. Existen dos razones, detalla, la de orden normativo y regulatorio, que hacen menos dañinas en todos los sentidos las emisiones de partículas y la de los ruidos, ya que en la actualidad es mucho menos invasivo. Pero, recuerda, hay otra explicación “que va mucho más allá” y es la de la actividad. Villalobos asegura que, por razones de demanda, la cementera está “prácticamente inoperativa”.

La intención de la sociedad es hacer un gran proceso de reconversión industrial e incluso negociar con Ceisa el levantamiento de la fábrica. El dirigente del grupo Cordial aclara que se atenderá a “esas pocas familias” que trabajan en la fábrica para su recolocación. “La clave humana de seguimiento y acompañamiento a esas pocas decenas de trabajadores”, garantiza. Contraponiendo esta afirmación, desde Ceisa aseguran que dan empleo directo a 200 personas e indirecto a 400.

“Insisto, el problema que supone la recolocación de esos trabajadores no puede impedir el desarrollo de una industria que va a generar centenares de puestos de trabajo directos y mucha riqueza”, manifiesta. Villalobos explica que el desarrollo turístico de la zona se dividirá en varias fases y que la primera ya está en marcha y tiene previsto abrir a finales de este verano. Entre las previsiones también está la construcción de un beach club y un paseo marítimo que enlace los barrios de Arguineguín y El Pajar.

Villalobos ha reconocido que desde el grupo que dirige están “muy ilusionados” con este proyecto y adelanta que esto “es solo la primera parte”. Considera que hay una bolsa de suelo “muy potente” y que será uno de los microdestinos que tendrá Gran Canaria en un futuro próximo. “Estamos encantados de ser agentes protagonistas de una transformación que va a generar tanta riqueza”.

Sobre el muelle, que ahora mismo tiene en concesión la cementera, expone que hay varias previsiones. Una de ellas es la de construir un muelle deportivo que tendría una capacidad de hasta 500 atraques para barcos pequeños y yates, pero hay otra idea: aprovecharlo para atraer cruceros pequeños y exclusivos. “Esa discusión y ese debate existe, pero es una infraestructura de Puertos Canarios y tendrán que ser esa entidad quien opte por el modelo”.

Sobre la posibilidad de que la cementera no se fuera de ahí y de que su concesión se alargue en el tiempo, Villalobos aclara que continuarán con su proyecto. El dirigente cree que el emplazamiento más adecuado es el muelle industrial de Arinaga, que “después de una inversión millonaria ese dique y esa urbanización está a medio gas”. Aunque reconoce que no le gustaría ni que estuviera en esa zona. “En caso de que la fábrica de cemento no se vaya tendríamos un proyecto maravilloso en vez de super maravilloso”, sentencia.

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