Bermúdez promete tras su reelección dialogar con toda la oposición pese a haber sido apoyado solo por el PP
El nacionalista José Manuel Bermúdez ha sido reelegido alcalde de Santa Cruz de Tenerife gracias al apoyo de los seis concejales del Partido Popular (PP), en virtud del “acuerdo de estabilidad” que ambas formaciones suscibieron el pasado jueves. El resto de formaciones políticas con representación en el consistorio capitalino se votaron a sí mismas.
Bermúdez, cuya decisión puso en peligro la reedición del Pacto regional entre CC y el PSOE, ha insistido tanto en su discurso de investidura como al finalizar el acto en que, tras el 24 de mayo, el diálogo con todos los grupos que conforman el Ayuntamiento será vital para afrontar los retos que Santa Cruz de Tenerife debe afrontar.
Cuestionado por el hecho de que fue el primero en romper el diálogo con los socialistas, argumentó que “rompí el pacto en cascada porque matemáticamente era imposible mantenerlo, pero soy de la opinión de que allí donde si lo permite la aritmética, se respeten las decisiones de las direcciones regionales de los partidos”.
“Lo que no es bueno para un municipio es gobernar en minoría, eso puede suceder en un Parlamento, pero no en un Ayuntamiento, las decisiones no pueden estar condicionadas por la minoría”, ha insistido tras su investidura.
Bermúdez considera que los resultados del pasado mes de mayo “demuestran que los ciudadanos quieren que se dialogue, que se agoten todas las vías de acuerdo, y eso es lo que voy a hacer en este mandato”.
Previamente, en su discurso de investidura, afirmó que “se equivocan aquellos que desean hallar aquí el escenario para desempeñarse en la política de salón, en juegos florales de cara a la galería o en poses partidistas”. Según el reelegido alcalde, “el día a día de una ciudad aconseja pragmatismo en la toma de decisiones, lejos de las discusiones bizantinas y las grandes controversias”. “Queda mucho por hacer y depende de todos nosotros”, remachó.
Y es que aunque el equipo de gobierno en Santa Cruz se ha conformado gracias a una deslealtad de CC hacia el PSOE propiciada por la aritmética, el espíritu de consenso ha impregnado el salón de plenos de la ‘Casa de los Dragos’.
Diálogo sin matemáticas
La nueva líder del PP en el consistorio y futura Primera Teniente de Alcaldía, Zaida González (“los vecinos no nos piden que arreglemos la política mundial, sino que demos seguridad a sus casas y negocios dejando de lado diferencias ideológicas”) o el propio líder de la oposición ‘traicionado’, José Ángel Martín (“no vamos a renunciar a ninguna de nuestras banderas, pero es un tiempo de hablar, de que se acaben los miedos a que nos pongamos de acuerdo en asuntos fundamentales”) han estado de acuerdo con las tesis dialogantes de Bermúdez.
González, insistió tras la constitución del Ayuntamiento capitalino en que “los vecinos lo que realmente quieren es que haya pluralidad de opiniones y de ideologías diferentes y que todos nos pongamos de acuerdo para solucionar sus problemas”.
Martín dijo durante su intervención en el acto de constitución que el alcalde cuenta con toda la colaboración de los socialistas porque “los chicharreros y las chicharreras nos han dado un mensaje: siéntense y hablen. Olvidense de las matemáticas”.
Aunque sin olvidar un matiz que es la seña de identidad del PSOE: “hay que gobernar con la gente y para la gente”
Hasta Ramón Trujillo, que desveló públicamente que Izquierda Unida (IU) se había comprometido ante Bermúdez a “dar estabilidad y no presentar una moción de censura” al pacto CC-PSOE para que el mismo saliera adelante, también insistió en el consenso como instrumento para sacar adelante la capital de Tenerife.
Aunque sin olvidar que “también haremos una labor de fiscalización” de la acción de gobierno, pues IU quiere convertirse en la “herramienta de la ciudadanía porque la política es demasiado seria como para dejarla en manos de los los políticos”.
Por parte de los partidos emergentes, como Sí Se Puede y Ciudadanos, el discurso se centró en reivindicar la reforma del sistema electoral para “conseguir que los 23.000 votos de izquierda se unan en una sola fuerza política” y reforzar la democracia interna de los partidos.