Algo está fallando: otro esperpéntico atentado a nuestro patrimonio
En estos días hemos conocido una nueva actuación en nuestro patrimonio que hace sangrar los ojos. Las imágenes hablan por sí solas. Al hilo de su elocuencia, me van a permitir hacer algunas reflexiones. Situada en el casco de la ciudad de San Andrés y Sauces, en el antiguo camino real de La Lama, la edificación objeto de este artículo de opinión era –hay que hablar en pasado– un sobresaliente exponente de la arquitectura palmera, diseñada por alguno de esa extraordinaria pléyade de maestros de obras –como el maestro Felipe de Paz Pérez (1848-1931), a quien pudiera atribuirse– que en el tránsito de los siglos XIX al XX crearon obras con un inconfundible sello propio, llenas de originalidad e identidad isleña. Cargada de personalidad, es muy representativa de un modo de vida y un tipo de residencia autóctona, por sus amplias ventanas acristaladas, por el abundante uso de la madera, por la rigurosa simetría de su composición, por la elegancia y armonía de sus formas y por la original adaptación de las tradiciones constructivas locales a la estética clásica, en una singular versión e interpretación palmera de los estilos foráneos.
Al edificio, hoy completamente despersonalizado, se le han arrancado sus antiguas carpinterías de madera, el elemento, por cierto, más expresivo, valioso e identitario de la arquitectura tradicional canaria. Una vez más nos asombramos, incrédulos, ante lo que vemos y hasta qué punto se puede llegar a maltratar nuestro patrimonio. ¿Era absolutamente necesario hacer una actuación tan esperpéntica? ¿Una intervención tan cutre está justificada desde el punto de vista del uso? Algo está fallando cuando una edificación así carece de protección alguna y se permite proceder de esta manera y con total impunidad. Fallan las instituciones, falla la ciudadanía... ¿Ha renunciado el municipio de San Andrés y Sauces a conservar la herencia cultural y los signos de su brillante pasado? ¿En todos estos años no se ha podido aprobar un catálogo de inmuebles protegidos? Este, desde luego, tenía valores para situarse entre los ejemplos mejores y más singulares. La imagen resultante, fruto de la transformación de sus huecos y de la sustitución de sus carpinterías originales por otras incalificables de aluminio, es una buena metáfora de la falsa cultura de plástico y cartón piedra, fea, hortera y sin valores, a la que nos dirigimos. Algo está fallando.
Pero esto no es lo peor. No se trata de una cuestión de defensa romántica de nuestro patrimonio histórico o de nuestros signos culturales. Actuaciones de esta índole atentan contra nuestros recursos y comprometen nuestro futuro. El problema no es solo, o únicamente, la pérdida de los valores patrimoniales o culturales, o la operación de borrado de nuestra memoria y de desaparición de nuestra identidad que representan, cuestiones que podríamos aparcar en un segundo lugar. El problema va más allá. Es la pésima imagen de una sociedad atrasada y alienada, que fabrica lugares sin identidad, propios de ninguna parte, que cada vez más carecen de interés para ser visitados por su feísmo y su falta de personalidad. Es la imagen de una sociedad que va sin dirección y sin una apuesta clara por su futuro. ¿Con esta lamentable estampa queremos cautivar a nuestros potenciales visitantes? ¿Queremos vivir del turismo en una isla cada vez más limitada y a la que se le agotan las alternativas? Así, desde luego, no vamos a ninguna parte. Algo está fallando.
El patrimonio, no lo olvidemos, unido a la belleza natural de la isla, en la que se integra y con la que forma una unidad indisoluble, es una fuente de riqueza, un poderoso aliado de la actividad turística y comercial, y la mejor tarjeta de visita que se puede brindar a los que queremos seducir con los encantos que aún guarda La Palma y de los que pretendemos vivir. ¿Qué otra imagen, si no, podemos ofrecer al visitante? Reducida a la nada más empobrecedora, esta desde luego es más bien digna de una sociedad atrofiada, marginal, subdesarrollada y sin rumbo.
*Jesús Pérez Morera es doctor en Historia del Arte, profesor titular del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna, miembro representante, por la Real Academia de Bellas Arte de San Miguel Arcángel y por la Universidad de La Laguna, de las Comisiones Insulares de Patrimonio Histórico del Cabildo Insular de La Palma y del Cabildo Insular de Tenerife
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