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Matrimonios forzosos, mutilación genital y abuso sexual, entre las causas por las que migran los niños y niñas que llegan a Canarias

Cruz Roja atiende a menores migrantes en Canarias EFE/Gelmert Finol

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Los matrimonios forzosos, la mutilación genital y el abuso sexual está entre las causas por las que abandonan sus países los niños y niñas migrantes que llegan a Canarias. Así lo concluye un trabajo realizado por ACNUR en las Islas para conocer los perfiles de los menores acogidos, ya que de las personas que migran en embarcaciones precarias al Archipiélago se calcula que un 13% son menores. 

ACNUR realizó entre febrero y abril 576 entrevistas a menores no acompañados y en un 66% de los casos alegaban que las razones para salir de su país estaban relacionadas con la protección internacional. Desde la entidad explican que a las Islas han llegado unas 33.000 personas, por lo que hay que redimensionar los datos. No obstante, el resultado sí que permite ahondar en los perfiles de los menores para poder avanzar hacia medidas de protección más específicas. 

La organización de derechos humanos realizó 502 entrevistas a niños y 74 a niñas. El mayor número de niños entrevistados fue de Mali seguido de Senegal, Gambia, Marruecos y Mauritania. Además, la franja de edad más importante fue de los 15 a los 17 años, pues el 67% de los entrevistados estaría en esa franja. En el caso de los niños, un 54% argumentó que había salido de sus países por cuestiones que tienen que ver con la protección del derecho internacional y el 35% de las 74 niñas entrevistadas refería haber sufrido persecución. En concreto, el 50% alegaba cuestiones relacionadas con un matrimonio forzoso, el 31% mutilación genital femenina y un 15% abuso sexual. 

Eva Menéndez Sebastián, referente de Género y Necesidades Específicas de ACNUR España estuvo recientemente en Gran Canaria en unas jornadas sobre violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes en la Delegación del Gobierno. En una entrevista con este periódico ha explicado que, sobre los datos de las Islas, “hay que tener en cuenta en que no hicimos tantas entrevistas como para decir que estas conclusiones sean muy reveladoras, pero puede servir un poco para pensar qué perfiles nos están llegando de niños y niñas y qué vivencias y experiencias traumáticas han podido sufrir”. 

Los retos en la acogida en Canarias

Sobre los menores migrantes, Menéndez Sebastián señala que hay retos en  la acogida en las Islas y remarca la necesidad de “seguir reforzando la identificación de niños y niñas con necesidad de protección internacional, de niños y niñas refugiadas y no solo de estas necesidades de protección internacional sino de otras necesidades específicas que puedan estar relacionadas con todas esas vivencias, experiencias que en muchos casos han sido realmente traumáticas tanto de salida como durante el trayecto y que en muchos casos van a estar relacionadas con temas de violencia sexual. Entonces, también es importante esta identificación hacerla correctamente”. 

Asimismo, ha mencionado la importancia de “reforzar la comunicación y la provisión de información desde un enfoque de infancia y un enfoque transcultural e interseccional” y para ello “es muy importante sobre todo para trabajar con niños y niñas, pues trabajar con intérpretes y mediadores y mediadoras que tengan información en infancia y violencias”. 

La referente de género de ACNUR insiste en la importancia de la formación del resto de profesionales para que sepan “cómo intervenir en violencias sexuales si por ejemplo se encuentran con niños que les revelan estas circunstancias vividas, que sepan sobre asilo y que tengan ese enfoque transcultural y la importancia de reforzar el acceso de estos niños y niñas al procedimiento”.  También menciona la necesidad de reforzar todos los dispositivos y centros de acogida donde están alojados estos niños “para que sean centros seguros y que el personal tenga un compromiso de comportamiento profesional, que haya un mecanismo de quejas seguro para que este tipo de situaciones que podrían darse también en los centros, pues que no se produzcan”, apunta. 

La experta también habla de la necesidad de trabajar en red y con otras entidades y recursos especializados, por ejemplo, en temas de abusos sexuales, violencia y siempre garantizar la participación de los niños y las niñas. 

Una violencia aún invisibilizada 

Menéndez remarca que la violencia sexual entre personas refugiadas aún sigue invisibilizada y es complicado contar con datos porque es un tema que no suele salir a la luz una vez llegan estas personas. “Las propias víctimas muchas veces no denuncian ni comentan porque muchas veces se llega a países de acogida o a esos primeros países de asilo donde tampoco hay sistemas de protección adecuados y seguros, ni leyes que protejan ante la violencia sexual. Entonces, son muchas veces delitos que quedan totalmente impunes”, remarca. 

Apunta que en determinadas culturas la violencia está muy estigmatizada y que las propias víctimas no lo denuncian para no ponerse aún en mayor peligro o de nuevo en peligro respecto a sus familias, a sus comunidades, etc. La referente en género de ACNUR recuerda otro aspecto clave y es que las instalaciones en distintas partes del mundo a donde llegan las personas refugiadas, pues a veces no están bien iluminadas, están abarrotadas, hay mezcla entre hombres, mujeres, niños y niñas, etc. “Pues son contextos en los que incrementan los riesgos de violencia sexual”, apunta. 

Menéndez subraya que “la violencia sexual es un tipo de violencia que expulsa a las personas de sus países y a los niños y a las niñas”. Señala que a las personas se las utiliza como arma de guerra y que “se está viendo cómo en contextos de guerras y conflictos armados, los grupos armados o señores de la guerra están utilizando, por ejemplo, la trata de seres humanos, justamente para financiar muchas de sus actividades”. Y entre otras cuestiones, “pues están captando a niñas y utilizándolas como esclavas sexuales o forzándolas a casarse con miembros de estos grupos armados”, destaca. 

Asimismo, insiste en que esa violencia sexual no termina saliendo del país, sino justamente en estos desplazamientos forzados se vuelve a reproducir muchas de estas violencias. Además, hace hincapié en que después se llega a países donde “no hay sistemas de protección adecuados y mecanismos de denuncia seguros, donde las personas muchas veces no tienen acceso a recursos adecuados para poder trabajar de manera legal”. 

Señala que desde ACNUR se trabaja por identificar a esos menores en necesidad de protección internacional porque muchos de ellos proceden de países en guerra o han sufrido todas estas violencias, han sufrido violencia familiar, abusos, explotación, corren riesgo o han corrido riesgo, han estado en una situación incluso de trata… Por ello, es fundamental esa identificación para “valorar adecuadamente esas necesidades de protección internacional”. Menéndez también aboga por identificar otras necesidades que puedan tener específicas vinculadas a esas violencias para garantizar su reparación.

Datos de ONU Mujeres y UNICEF

Menéndez también apunta a los datos de ONU Mujeres y a un informe que acaba de sacar UNICEF en el año 2024 donde se habla de que más de 370 millones de niñas y mujeres se ven sometidas a abusos sexuales y violaciones en la infancia “y esto ocurre en territorios frágiles donde las niñas corren un riesgo aún mayor”. 

También otros datos que destaca es que la mayoría de casos de violencia sexual en la infancia se producen en la adolescencia, entre 14 y 17 años, pues 15 millones de chicas adolescentes entre 15 y 17 años han sufrido violencia sexual y son cifras “muy alarmantes”.  La referente de género apunta además cifras sobre víctimas de trata de seres humanos y recuerda que los datos de ONU Mujeres reflejan que de cada diez víctimas de trata de seres humanos cuatro serían mujeres y dos niñas. 

Asimismo, habría alrededor de 230 millones de mujeres y niñas que han sufrido mutilación genital femenina; una de cada cuatro en países africanos de zona subsahariana y a pesar de que se han hecho esfuerzos en los últimos años por acabar y erradicar la práctica perjudicial de los matrimonios forzosos, ONU Mujeres alerta de que “si no continuamos haciendo esfuerzos con mayor celeridad e intensidad se calcula que para 2030 habrá 9 millones de niñas que se vean afectadas por esta práctica perjudicial y serán víctimas de matrimonios forzosos”.  Por otro lado, habla de que entre 240 y 310 millones de niños y hombres aproximadamente han sufrido abusos sexuales durante la infancia. 

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