La igualdad y las cifras de la vergüenza, veinte años después de Beijing
En septiembre de este año se cumple el vigésimo aniversario de la IV Conferencia Mundial de la Mujer de la ONU, celebrada en Beijing, en 1995. Una Conferencia tan necesaria como esperada. Esperada porque se dieron cita unas 47.000 personas, entre representantes de distintas naciones y activistas involucradas en el avance de derechos de la mujer. Y necesaria porque de ella salió la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing. Ésta ha sido la hoja de ruta que ha guiado el lento y tortuoso camino hacia la Igualdad. Hoy por hoy se sigue recordando el hito que supuso aquellos 15 días de debates y reuniones, algunos de ellos acalorados por tratar temas conflictivos como el aborto, para finalmente alumbrar lo que probablemente siga siendo a día de hoy uno de los documentos más completos en materia de igualdad. Quienes tuvieron oportunidad de vivir ese momento histórico lo recuerdan como una explosión de sinergia, una ilusión conjunta que encumbró el compromiso adquirido de 189 países en luchar por los derechos de las mujeres.
Ana Hernández, presidenta de la Asociación para el Desarrollo Integral de las Mujeres Mercedes Machado, en su participación en el Congreso Feminismo: Agenda Global, organizado por el Instituto Canario de Igualdad (ICI) a finales del pasado mes de marzo, relató que hacia Beijing partió una representación canaria de las distintas organizaciones feministas y de mujeres de la isla así como la entonces presidenta del ICI, Sebi Nuez, y otras representantes del resto del Estado, como la ministra Cristina Alberdi. De Beijing salieron los nuevos retos del feminismo y de la Humanidad. Y es que se tornó especialmente necesario recalcar que “los derechos humanos son derechos de la mujer, y los derechos de la mujer son derechos humanos”, como diría Hillary Clinton en el discurso que allí pronunció. Y aún hoy conviene destacarlo. Porque se siguen vulnerando los derechos de las mujeres y niñas alrededor del mundo de manera sistemática. Violaciones como táctica de guerra, esclavitud sexual, lapidaciones, violaciones correctivas, esterilización forzada… La violencia contra las mujeres es una de las violaciones de derechos más constantes, y se ejerce en cualquier parte del mundo en mayor o menor medida. La concienciación por parte de la sociedad y el trabajo conjunto con la Administración, incorporando la transversalidad de género en las políticas públicas e invirtiendo en materia de igualdad y asuntos sociales, sería un punto y aparte en la dinámica igualitaria de este país.
Cifras de la vergüenza
Desde ONU Mujeres, entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y Empoderamiento de la Mujer, se publican cifras escalofriantes, datos que siguen evidenciando lo que significa nacer mujer en cualquier parte del mundo. Violencia sexual, matrimonios forzados, mutilación genital femenina, trata de seres humanos y explotación sexual forzada, o violencia hacia las mujeres dentro y fuera de la pareja. Son algunos de los temas que abordan desde la ONU y desde diferentes ONG, intentado paliar lo que se considera una pandemia: cualquier forma de violencia hacia la mujer. Entrando en datos significativos, destacan los publicados de un estudio realizado en 2013, el cual estipula que a nivel mundial un 35% de mujeres ha sufrido violencia física y/o sexual a manos de su pareja. Otro estudio llevado a cabo en la Unión Europea y publicado el pasado año arroja cifras que nos dicen que 13 millones de mujeres europeas han sufrido violencia física y 3,7 millones violencia sexual, en ambos casos, fuera y dentro de la pareja. En caso de matrimonio infantil, a día de hoy, viven 700 millones de mujeres en todo el mundo que se casaron siendo niñas, sin alcanzar la mayoría de edad y en contra de su voluntad. De ellas, aproximadamente 250 millones, se casaron con menos de 15 años. La mutilación genital femenina es otra de las maneras de atentar contra el cuerpo de la mujer. Desde la Organización Mundial de la Salud publican que unas 140 millones de mujeres han sido mutiladas genitalmente. Esta práctica puede provocar hemorragias, septicemias, dificultad al orinar, complicaciones en el parto, dolor crónico… Pero sin duda, lo que implica este método es una violación flagrante de los Derechos Humanos y del derecho de la mujer a vivir su sexualidad plena y consciente. Es seguramente uno de los mayores atentados cometidos por el sistema patriarcal porque se realiza a sabiendas de lo que significa para la mujer. Por otra parte y en relación a la trata de personas y explotación sexual, según publica ONU Mujeres, el 98% de víctimas son mujeres y niñas. En definitiva, los datos nos indican que a día de hoy queda una ardua tarea para defender el simple derecho de nacer mujer, sin que eso signifique nada de lo reseñado en líneas anteriores. Es un reto que debería asumirse mundialmente debido a que no son hechos aislados, si no que más bien responden a la dinámica de sumisión de la mujer con respecto al hombre, e implica seguir perpetuando el sistema de opresión más antiguo del mundo.
¿Qué es la declaración y plataforma de acción Beijing?
Es un documento que nace tras dos semanas de reuniones y debates entre los propios representantes, y como no, gracias al foro de organizaciones no gubernamentales que cursó paralelamente en Huairou. En él se desarrollan doce esferas de especial interés, a partir de las cuales se elaboran unos objetivos específicos a alcanzar. De esta manera, se trazaba una guía que sellaba el compromiso de las 189 naciones allí presentes. Las esferas de especial preocupación son “mujer y pobreza”, “mujer y educación”, “mujer y salud”, “la violencia contra la mujer”, “los efectos de los conflictos en la mujer”, “la mujer en el ejercicio de poder y toma de decisiones”, “la mujer y la economía”, “los derechos humanos de la mujer”, “la movilización insuficiente de los medios de información para promover la contribución de la mujer a la sociedad”, ·mujer y medio ambiente“, ”la falta de mecanismos suficientes para promover el avance de la mujer“ y ”la niña“. Aunque han pasado 20 años desde entonces, este documento sigue teniendo vigencia, porque a pesar de los esfuerzos de los distintos países que se dieron cita, la realidad es que aún falta muchísimo camino por recorrer.
España en el mapa de la igualdad
A principios del siglo XX, el papel de la mujer era meramente doméstico, encargándose de la crianza y cuidado de los hijos y del hogar. Fue durante la II República donde se produjo el punto de inflexión. En este período se reconoce el derecho al voto femenino en la Constitución de 1931 gracias a la constancia y sacrificio de mujeres como Clara Campoamor. También se facilitó el acceso a la educación reduciendo la tasa de analfabetismo femenino de principios de siglo y se aprobaría el divorcio. Las corrientes políticas de izquierda contribuyeron para dar un giro a la situación de la mujer, especialmente la agrupación anarquista Mujeres Libres, que llegó a contar con más de 20.000 afiliadas. Nacía de una revista que llevaba el mismo nombre, y según cuentan fuentes históricas, el primer número se agotó casi de inmediato. Estas mujeres emprendieron una lucha por la emancipación de la mujer abanderando la Revolución social. Calaron los mensajes libertarios de Emma Goldman, y estas mujeres lucharon por cambiar el orden patriarcal desafiando la moralidad de la época. Tras el estallido de la Guerra Civil, muchas mujeres estuvieron en el frente como milicianas y se organizarían junto a sus compañeros para derrocar al fascismo. Tristemente, al perder la guerra, llegó el exilio, y estas ideas se disiparon. Con Franco y el fundamentalismo nacional-católico que trajo consigo, se relegó nuevamente a la mujer a la casa y a “sus labores”, que no eran otras que “cuidar” al marido y traer al mundo “españoles de bien”. De adoctrinar se encargó la Sección Femenina de Falange, con Pilar Primo de Rivera como referente. Procuraron crear “mujeres prototipo” para los españoles con manuales que decían lo que una buena esposa y madre sacrificada debía hacer. En un reportaje publicado por El País hace algunos años, se recogen afirmaciones realizadas por Pilar Primo de Rivera o lanzadas desde la Sección Femenina. Algunas tan terribles como éstas: “Si él siente la necesidad de dormir, no le presiones o estimules la intimidad. Si sugiere la unión, accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que haya podido experimentar” o “”No hay que ser una niña empachada de libros que no sabe hablar de otra cosa... no hay que ser una intelectual“. Por otra parte, la represión que hubo tras la guerra y que se prolongaría durante toda la dictadura fue cruel e inhumana, y no sólo para los hombres. Las mujeres fueron doblemente represaliadas. Por rojas y por mujer. Las terribles historias de las purgas, de las torturas con electrodos, de las violaciones, de los hacinamientos en las cárceles y de los robos de niños y niñas eran una constante en aquellos duros años. La ”apertura“ de la mujer en el franquismo no llegaría hasta finales de la década de los 60, con la incorporación a puestos de trabajo o ”inmiscuyéndose en asuntos tan masculinos como sacarse el carnet de conducir“. Tras la muerte de Franco, durante la Transición, se abrió la veda para reivindicar el asesinato social que había padecido la figura de la mujer. Así, se sucedieron protestas feministas para aprobar la ley del divorcio o pedir el derecho al aborto. Hasta llegar a nuestros días, la lucha por la emancipación femenina ha sido dura. El primer gobierno paritario llegó de la mano del PSOE. En la legislatura de Rodríguez Zapatero también se aprobaría la Ley Orgánica para la Igualdad efectiva de mujeres y hombres o la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. En cualquier caso, no ha sido suficiente. A la vista está la brecha salarial de género o el número de feminicidios que se suceden al año en España.
Beijing + 20: nuevos retos
Desde ONU Mujeres reivindican la toma de conciencia por parte de las mujeres, y llaman a los hombres a sumarse. Esta tarea es de todos y de todas. Promover la igualdad de género en todas las esferas, luchar contra la feminización de la pobreza, que hayan mujeres en los cargos de toma de decisión, tener un trabajo digno y sobre todo, tener un igual salario a igual trabajo, son consignas –entre otras-, que serán debatidas en septiembre de este año. Se considerarán para efectuar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. A raíz de ellos, se abre la agenda post-2015, planteando la consecución de dichos objetivos para 2030. Entre todas y entre todos tenemos que conseguir que escenas tan terribles como las violaciones a mujeres en la India o el secuestro de mujeres y niñas por parte de grupos terroristas –como Boko Haram-, acaben. El compromiso internacional es crucial para eliminar este tipo de violencia hacia las mujeres, pero el trabajo en la comunidad, las iniciativas y programas para llevar a cabo con mujeres en riesgo es también importante. La necesidad de una educación igualitaria es imperante. Romper con el modelo sexista presente en medios de comunicación ayudaría a avanzar en la deconstrucción social del género, no contribuyendo a la estereotipación de roles en niñas y niños. De hecho, desde la campaña de Beijing +20, abogan por un mundo libre de estereotipos de género. Un mundo en donde la discriminación no provenga de un cromosoma, o de los genitales con que hayas nacido. Sería ideal que no te matasen por nacer mujer, o que no te considerasen menos capaz, menos inteligente, o menos fuerte. O que no te digan que vas provocando por vestirte como tú quieres hacerlo. ¿Es necesario culpabilizar a las mujeres de las violaciones? ¿O sería conveniente educar a los hombres en la libertad de las mujeres a vivir su cuerpo y su sexualidad libremente? En nosotras y en nosotros está replantear el mundo que queremos dejar a los que vienen detrás. Es un ejercicio de responsabilidad, de responsabilidad humana, condenar este tipo de violencia, y poner fin a la discriminación que sufren millones de mujeres y niños alrededor del mundo. Muchas y muchos han empezado a andar por el camino de la Igualdad. Es largo, con baches, con cuestas. Pero más temprano que tarde, llegaremos. Yo no lo dudo.
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