Aprender a convivir con las migraciones: “No es para preocuparse sino para ocuparse”

Imagen de archivo de la llegada de una embarcación a las Islas.

Silvia Álamo

Las Palmas de Gran Canaria —

1.380 (o más) personas a la deriva en alta mar. 1.380 supervivientes que alcanzan las costas canarias en este último año. En los últimos 15 días han llegado 14 pateras con más de 300 migrantes por vía marítima al Archipiélago, entre ellos bebés de seis meses a dos años. La última y más trágica este martes, la larga travesía se cobró la vida de cuatro personas, 25 lograron pisar tierra firme después de dos semanas sin rumbo. Un fenómeno que forma parte de la sociedad global contemporánea, flujos de personas que se desplazan a otros países, tanto de forma regular o irregular, con el objetivo de buscar una vida mejor. “Este no es un tema para preocuparse sino para ocuparse”, afirma el profesor del departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de La Laguna (ULL) José Antonio Batista. En la misma línea opina el periodista experto en migraciones y responsable de comunicación de Cear, Txema Santana: “Es un número de personas que hay gestionar y propiciar su integración en la sociedad”. 

El fenómeno migratorio se da en todo el mundo, no solo en Canarias. Es un proceso que acompaña a toda la vida del hombre, explica Batista. “No es algo nuevo, ni que se vaya a acabar, o que sea fácil ponerle algún tipo de límite, en absoluto”. No obstante, llama la atención que en los últimos días se haya producido un pequeño repunte que hacía mucho tiempo que no se daba. “Si vemos el número de personas no es preocupante y si vemos el balance del año, tampoco”, afirma el experto. “Estamos muy lejos de lo que ocurría en 2006 cuando se batieron todos los récords con más de 30.000 personas”. 

El buen estado de la mar puede ser una de las causas que haya movido a estas personas a embarcarse con el objetivo de buscar una nueva vida. “La mar en calma ellos la aprovechan para intentar salir de sus lugares de partida”, apunta José Antonio Rodríguez, responsable del ERIES (Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias de Ayuda Humanitaria de Inmigrantes), una de las personas que los recibe y los asiste a pie de playa.  

“La tendencia es inequívocamente al alza, observamos que se está manteniendo sobre todo después del verano, que son tradicionalmente los meses de llegada”, manifiesta Santana. El número se ha incrementado en los dos últimos años con respecto al anterior. El experto en migraciones también relaciona este repunte con el buen estado de la mar, que facilita la llegada de más personas, sin embargo no cree que esa sea la única causa. Intervienen muchos factores, recuerda Batista, “hasta el hecho de que en un momento los controles que puede haber en los puntos de partidas aflojen”. 

La mayoría de las embarcaciones llegadas a Canarias en estos últimos días fueron avistadas cerca de la costa de Gran Canaria y Lanzarote. Una de ellas, con 150 personas a bordo, fue llevada a Tenerife. Los supervivientes son tanto de origen magrebí como subsahariano, no es predominante ninguno de los dos. Santana destaca que a nivel general ha habido un aumento de mujeres y niños y niñas, acompañados y no acompañados. No se debe actuar de forma “reactiva”, cree el experto, tendría que haber un plan sobre la mesa en caso de “picos de llegada” o de “urgencias” ya que Canarias va a seguir siendo parte de una ruta migratoria. 

Considera que el verdadero reto se centra en conseguir “vías libres y seguras” para que las personas no tengan que coger una patera y “arriesgar su vida” y la de niños y niñas que están “solos” en estos procesos migratorios. “Cabe plantearnos como país por qué no hay otro tipo de vías, solamente las reducimos a las pateras que suponen un peligro tan grande para todas las personas”, reflexiona

Para el periodista se debe seguir trabajando en la defensa del derecho de todas las personas y conseguir que la acogida sea con dignidad, además de trabajar en la integración.  “Que una sola persona llegue por esta vía es algo que hay que abordar y son más de mil personas, con mil historias, muchas de ellas sin posibilidad de retornar”. “Para nosotros no es alarmante, pero sí para ellas tener que salir de esta manera”, manifiesta.  

La labor de Cruz Roja a pie de playa: “absolutamente esencial”

Cuando los migrantes llegan a las costas canarias son recibidos a pie de playa por el personal de Cruz Roja. Según cuenta Rodríguez, hay personas que llegan perfectas condiciones y otras que no tanto, depende de la travesía y del tiempo que hayan estado en alta mar. Un viaje normal puede durar entre tres o cuatro días, si tienen problemas de rumbo o se les estropea el motor puede alargarse hasta una semana o varios días. La patera que llegó este martes a la capital grancanaria llevaba 15 días a la deriva. 

Inicialmente, Cruz Roja suele darles un té caliente, agua o una galleta, “intentamos que sea algo muy básico por si llevan varios días sin comer”, explica el trabajador de la organización, luego pasan a disposición judicial. “Las personas llegan asustadas, para ellos llegar a pie de playa es un alivio”. Con respecto a los niños y niñas, especialmente los bebés, suelen venir en muy buen estado, ya que son arropados por todos. 

Batista destaca la labor de esta organización: es “absolutamente esencial”. “Si no hubiese sido por Cruz Roja, sobre todo en los años más duros, la situación hubiese sido muy distinta. Están ahí, a pie de playa, para esa primera atención que es fundamental”. A partir de ahí, comienza la fase judicial que puede acabar con una orden de expulsión a su país de origen o no, depende según las circunstancias de cada persona. 

Para el sociólogo, las personas fallecidas son el resultado de la dureza de este fenómeno y lo dramática que es esta forma de migración.

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