Una mujer declara que escapó del ataque de su exmarido desclavándose un cuchillo y agarrando la hoja de otro
La mujer a la que su marido, un enfermo mental, intentó matar en Gran Canaria en octubre de 2014 logró escapar con vida de aquel ataque sacándose un cuchillo de la espalda y agarrando la hoja de otro con el que iba ser atacada de nuevo, según ha relatado ella misma a la Audiencia de Las Palmas.
“Fui arrastrándolo por el cuchillo mientras él iba dándome con el otro” en la lucha por huir del lugar donde se produjeron los hechos, una casa de Las Palmas de Gran Canaria en la que la víctima vivía con un nuevo marido y dos hijos que tuvo con su agresor, al que había aceptado acoger en su propia vivienda tras su divorcio porque era esquizofrénico y no tenía hogar, ha explicado.
“Él me pidió vivir allí, los hijos dijeron que sí, mi marido no puso ninguna pega tampoco y, entonces, le pusimos una habitación para él”, ha detallado la mujer, que, aunque ha afirmado que el procesado “ponía malas caras, a veces”, durante el tiempo que se prolongó esa convivencia, algo más de un año, ha declarado que se vio sorprendida cuando Miguel Ángel D.G., de 51 años, la atacó.
“No le vi venir”, ha asegurado la agredida al rememorar cómo aquel día, mientras veía la tele distraída en su dormitorio sentada en la cama, su expareja se acercó a ella y comenzó a apuñalarla.
“Sentí un pinchazo, miré hacia arriba y vi el cuchillo y la sangre”, por lo cual “me levanté y lo empujé”, ha relatado la víctima, que ha expuesto que el hombre volvió a apuñalarla al tratar de escapar, esta vez en la espalda, y que, aunque incluso consiguió hacerse con el arma tras sacarla ella misma de la herida, su atacante, que “no decía nada”, no desistió de su acción.
Por el contrario, al verse desarmado, la “miró muy serio, se dio la vuelta, fue al fregadero y cogió el cuchillo jamonero” para reanudar su asalto, ha añadido la mujer, que ha subrayado que “no daba crédito” a lo que sucedía.
Ello no impidió que reaccionara y que, manteniendo en todo momento su resistencia, lograra salir del domicilio familiar y alcanzar el portal de su edificio, donde, al aparecer una vecina, su agresor acabó por deponer su actitud, según él mismo ha admitido.
El procesado ha añadido que él mismo telefoneó entonces a la Policía Nacional con el propósito de que acudieran allí a detenerle, como finalmente ocurrió, según ha corroborado un agente que participó en su arresto.
En la vista oral de un juicio encomendado a la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas, este agente ha declarado al preguntárle sobre lo sucedido: “El detenido abrió la puerta con las manos y la ropa manchadas de sangre y nos dijo motu propio que había intentado matar a la señora”.
Algo que ha vuelto a reconocer el encausado, que ha pedido perdón pese a que, en todo caso, ha admitido solo que le dio una puñalada, sosteniendo que otras varias heridas que sufrió la mujer fueron producto de una pelea que se produjo “porque ella tenía el cuchillo e intentaba quitárselo”, ha achacado lo ocurrido a “un brote psicótico” por el que “le entró la locura”.
La influencia de los problemas mentales del hombre ha sido corroborada, de cualquier modo, por varios forenses que han intervenido en el juicio y han explicado que los análisis que se le efectuaron en su momento y con posterioridad han verificado que cuando todo sucedió había abandonado en parte la medicación que debía tomar y la había mezclado con alcohol y drogas.
Puesto que, si bien “es una persona muy tranquila” cuando toma su medicación, según ha expuesto la psiquiatra penitenciaria Nieves Cal, necesita “mucha supervisión” y “mucho control” para seguirla adecuadamente, ya que, de lo contrario, se expone a tener lo que el doctor del Hospital Insular de Gran Canaria Enrique Hernández ha definido como “una conciencia delirante”.
Por ello, la Fiscalía ha mantenido la solicitud de internarle 12 años en un centro psiquiátrico por intento de asesinato al término de las declaraciones de testigos y peritos previstas en su juicio, que ha quedado visto para sentencia después de que su defensa pidiera que se le dejara en libertad o, si no, que se le recluyera por menos tiempo, acusándole solo de tentativa de homicidio.