La epidemia de acumulación de piedras amenaza el ecosistema en Lanzarote y Fuerteventura
En las cercanías de Costa Teguise, a alguien con mucho tiempo libre y nada más, se le ha ocurrido que es buena idea hacer el logotipo de la Reserva de la Biosfera encerrado en un triángulo y a su vez en un círculo. Es una construcción contradictoria en sí misma y es de tal magnitud que se aprecia perfectamente en Google Earth.
Poner candados para demostrar el compromiso amoroso, tirar monedas para pedir un deseo... y ahora acumular piedras en las playas, en el campo, en la montaña... no se sabe muy bien para qué, aunque todas acaban fotografiadas en las redes sociales. No se sabe si los turistas pretenden demostrar su equilibrio interno, desafiar la ley de la gravedad, congraciarse con las fuerzas telúricas o mandar un mensaje al espacio, pero la moda de hacer túmulos, acumular piedras y realizar figuras en la geografía insular está creciendo.
En Baleares, en Galicia y en otras islas hace tiempo que ya se ha dado la voz de alarma para que acaben estas prácticas que parecen inocuas pero que alteran el ecosistema y modifican el paisaje de forma tan grave como innecesaria, sobre todo por la proliferación y la complejidad que van adquiriendo.
En el periódico La Vanguardia, el profesor titular de Geología de la Universidad de La Laguna, en Canarias, Ramón Casillas, decía esto: “Que haya algún montículo de vez en cuando no es un problema, pero en zonas en las que la densidad de estas torres es importante, el lugar que ocupan estas torres impide que las plantas puedan crecer, y altera el tránsito de la fauna. Las pocas plantas que pueden crecer entre la salinidad, los vientos y la fuerte exposición solar realizan una paciente tarea para que las raíces se introduzcan entre las rocas en búsqueda de la humedad necesaria, pero si remueves las piedras, la vegetación desaparece rápidamente”.
En un territorio tan frágil como Lanzarote, la afección a las especies de invertebrados y los reptiles puede ser grave porque se modifica su hábitat, pero también afecta al paisaje. Fuentes policiales apuntan que “aunque no se vea, hay fauna” y aseguran que se puede llegar a considerar un delito contra la ordenación del territorio pero que es muy difícil denunciar si no se ve a quién hace los montones de piedras. “La mayoría de la gente, seguro que no es consciente del daño que puede provocar y de que no se debe hacer”, apuntan.
Desde el Cabildo, el ya exconsejero de Política Territorial, Marcos Bergaz, señalaba que en el departamento no hay constancia de que haya este tipo de acumulaciones en parajes protegidos, que es donde tendrían competencias. Si se trata de suelo rústico fuera de una zona protegida, la competencia es de la Agencia de protección del medio urbano y natural. El Cabildo de Fuerteventura, no obstante, sí ha entendido la gravedad del problema y ha colocado carteles en tres idiomas en los lugares donde se acumulan estas pierdas, que dicen: “Prohibido montículos de piedras y corralitos”.
Los Ancones | El amor lo puede todo, dicen. Junto a este laberinto han permanecido durante meses mensajes de amor en piedra como “Je t’aime” y “Te quiero Marion”.
Faro de Pechiguera | La acumulación de piedras es común en el litoral. En casi todas las playas de la Isla se pueden ver.
Montaña Bermeja | A esta montaña, junto a El Golfo también llega la moda. Cualquier alteración del paisaje en este entorno se hace notar mucho.
Caletón Blanco |Las figuras en forma de espiral son comunes en playas, como en este caso, pero también en La Graciosa y en los cráteres de algunos volcanes. Esto ya es un paso más.
Esta es una información de la edición de papel de Diario de Lanzarote.Diario de Lanzarote