Un nuevo liquen descubierto en La Isleta recuerda que lo esencial es invisible a los ojos
Corren tiempos en que no creemos ni en lo que vemos con nuestros propios ojos y en los que queda totalmente descuidado aquello que no es cotidiano, impactante o evidente. Un liquen, por ejemplo, no es ni influyente ni mediático, pero hay personas que ponen el despertador cada día para investigarlos y proteger todo aquello que conforma la biodiversidad y el ecosistema que envuelve la vida humana y la hace posible. En esta tarea andaba el equipo de Israel Pérez-Vargas, profesor de Botánica de la Universidad de La Laguna, cuando se toparon de frente con una nueva especie para la ciencia, y de La Isleta.
Se trata de Xanthoparmelia ramosae, que debe su nombre a Ana Ramos, técnico del Cabildo insular de Gran Canaria, fallecida en 2021 en un accidente de tráfico y sin cuyo trabajo este proyecto de investigación no hubiese sido posible. Es casi poético que se pueda crear después de la vida y que haya pequeñas formas de vida como este nuevo conjunto de hongos.
“Es una especie bastante grande para ser un liquen”, cuenta Pérez-Vargas a esta redacción. “Algunos liquenes crecen pegados a las piedras, como si fuesen pintura, que se llaman crustáceos, otros parecen arbolitos pequeños, que son fruticulosos, y otros tienen fondos más o menos de lámina, que son los más grandes, que son los líquenes foliaseos, que es el caso de este nuevo hallazgo”.
Dentro de los líquenes foliaseos como Xanthoparmelia ramosae, está el género Parmeliaceae, que son macrolíquenes porque pueden verse a simple vista. Se trata de láminas alargadas que se desarrollan generalmente en zonás áridas y crecen directamente sobre las piedras, o en este caso, y hacen a esta especie más preciada, sobre la lava volcánica. Se reproduce por esporas “en este caso, lo que hemos encontrado sobre todo es de tipo asexual, con unas estructuras en forma de dedos pequeños, más o menos ramificados”.
Un largo viaje por África
Durante el estudio molecular de este nuevo liquen, un dato que ha llamado poderosamente la atención al equipo de investigación es que las especies más próximas genéticamente, sus parientes más cercanos, se encuentran al este del continente africano. “Uno podría esperar que estuvieran en el sur de Europa, en el sur de la península ibérica, o en el oeste de África”, reflexiona Pérez-Vargas, “por la teoría de colonización de islas”.
A la pregunta de cómo viaja esa distancia tan larga un organismo de estas características, se puede responder con algunas hipótesis. “Por fenómenos de dispersión a larga distancia, porque son organismos cuyas esporas o diásporas vegetativas son pequeñitas, o también, como son organismos antiguos, se puede explicar por los fenómenos geológicos que han ocurrido, pues sabemos que hace cuantos miles de años el Sahara no era un desierto, era una sabana. Entonces que probablemente la especie estuviese más ampliamente distribuida por el norte de África. Con el cambio climático que surgió posteriormente y la creación del desierto, quedaron poblaciones aisladas, unas más en el este de África y otras en el oeste, incluyendo la zona de Canarias, de Macaronesia, y que especiaron y se convirtieron en especies distintas”.
Canarias, museo de especies únicas y frágiles
La biodiversidad es riqueza, pero no es abundancia. Cada una de las especies que Canarias alberga gracias a factores geográficos, climáticos y ambientales requiere de protección y cuidados a través de la investigación y de la gestión política que se hace del territorio. En lo que respecta a la ciencia, el botánico Pérez-Vargas considera fundamental que se promuevan este tipo de estudios y advierte de que Canarias pierde hábitats a pasos agigantados por la presión del turismo en las costas o por incendios, entre otros factores. “Y puede ocurrir que perdamos especies sin siquiera conocerlas”
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