La Isleta clama por un Castillo de La Luz distinto
“Digamos que la sociedad de La Isleta siempre ha estado muy organizada, creo que igual se había perdido un poco de eso, aunque hay muchas asociaciones trabajando en todos los ámbitos, pero claro, que sólo se dedicaran al patrimonio en sí, no la había”. Habla Jorge Pulido, secretario de la asociación Todo Nuestro Patrimonio de La Isleta, que surgió “como casi todo ahora”, una idea que fructificó en las redes sociales, mediante la que se propuso esta asociación para fomentar una organización. Hace casi tres meses surgió la idea, y después, tres reuniones en dos semanas. “Enseguida hubo respuesta, quedamos, nos fuimos viendo. El movimiento ha sido espectacular”, comenta Pulido.
El isletero se expresa en una cafetería de la Plaza Manuel Becerra de La Isleta, un barrio de la capital grancanaria en el que “cada vez es más difícil quedar”, dado el paulatino cierre de locales y el avance de una depresión económica que muestra una zona cuyos vecinos atisban en el horizonte el brillo de un puerto otrora eficaz en su papel como benefactor para las gentes del distrito. Que trabajen directamente en la asociación son siete, pero a falta de más reuniones “se prevé que muchas personas activas que aún no han colaborado de forma directa se involucren”, asegura Pulido, “va a haber mucha más gente, porque es lo necesario”.
La gestión y el funcionamiento de la asociación es asamblearia y horizontal, “va quien quiere, la concejala de distrito (Isleta, Puerto y Guanarteme, Carolina León) fue a la segunda reunión, y sin problema. La gente puede ir, participar y exponer como cualquier otra”, dice, y se congratula de tener una asociación, algo que les permite ejercer más presión y establecerse como un grupo vecinal que tenga un estatus jurídico, que les otorgue mayor legitimidad. “A la hora de defender un patrimonio o de solicitar algún local te da un margen muy importante en ese sentido”.
Explica Pulido que el asociacionismo vecinal respecto del patrimonio “era una carencia tanto material como espiritual en este barrio. Hemos dejado muy claro desde el principio en la asociación que no hacen distinciones entre tipos de patrimonio, ni social cultural ni bienes inmuebles, sino patrimonio total, algo que puede ir desde un chiste, o una azotea, los yacimientos aborígenes de la zona militar o la Cueva de los Canarios, hasta el Castillo”.
Se refiere al Castillo de la Luz o de Las Isletas, el principal de los “muchos frentes” que tienen abiertos. “La idea es aunar la fuerza colectiva para ganar fuerza en dichos frentes”, aclara, una unión que no es casual: “La gente no es que esté en casa y de repente diga voy a crear una asociación, todos tenemos cierto recorrido en otras asociaciones”, pero también a nivel regional y nacional en partidos políticos. Ejemplos como los de Pulido, quien perteneció a Coalición Canaria (CC), y Matías Campos, vecino de La Isleta que participó como asesor del Cabildo grancanario por la vía del Centro Canario Nacionalista (CCN), dan una idea de la experiencia negociadora y organizativa que conforma a esta asociación isletera.
“Ojalá se motiven las personas en sus casas, aunque en definitiva los que se motivan más fácilmente son los que están en la calle trabajando” por las causas, opina Pulido. La asociación se ubica en la Plaza del Pueblo, “un sitio emblemático de la lucha del barrio, aquello es muy adecuado”, si bien “ahora se están abriendo y habilitando algunos lugares como el Centro Cívico de Las Coloradas o el Pepe Dámaso, ya iremos rotando”. En los albores del colectivo, los de Todo Nuestro Patrimonio de La Isleta se encuentran cómodos en el citado emplazamiento, para erigirse en la primera del barrio de La Isleta que reivindique una defensa del propio patrimonio.
Barrio reivindicativo
“En estos momentos La Isleta carece de un centro cívico en condiciones de uso aún teniendo muchos espacios municipales”, manifiesta Pulido, ciudadano activo en la defensa de lo que considera justo y necesario para su entorno inmediato. Apunta que los centros sociales de Las Coloradas y el de Pepe Dámaso en la calle Benecharo no están inaugurados “aún”, y que el de la Plaza del Pueblo, que acoge la plataforma que él integra en defensa del patrimonio isletero, tiene dificultades traducidas en “la ausencia de medios”, aunque agradece el “apoyo” de Carmen Aragón, responsable de participación ciudadana del distrito; “el centro es del Ayuntamiento y lo cede sin problemas a las asociaciones del barrio, pero por mucho empeño que tengan el barrio tiene esa carencia material”, pues el centro está pobremente pertrechado de equipos mobiliarios y es “el único” que hay.
En este punto, es de recibo recordar episodios recientes de lucha en este barrio de Las Palmas de Gran Canaria, como la reunión de alrededor de 5.000 firmas para la quita de los parquímetros en todo el barrio, especialmente en la calle Faro, donde los pequeños y medianos comerciantes propietarios han secundado la reivindicación. Otro caso a destacar es el de la asociación Vecinos Unidos de La Isleta, desde la que en 2005 se denunciaba lo que creían una relación sospechosa y achacaban más de 15 muertes a las radiaciones de una antena de telefonía móvil, situada desde el año 2000 en la calle Osorio, en pleno centro de La Isleta. La lucha contra las antenas se desplaza hoy a la parte alta del barrio y se focaliza en otra estructura de comunicaciones.
El caso del Edificio de la Organización de Trabajadores Portuarios (OTP), hoy día una comisaría de la Policía Nacional, motivó en septiembre de 2008 una Proposición no de Ley, que llegó al Congreso de los Diputados, pero no se aprobó. La idea era dar al inmueble un uso público en beneficio del barrio. Otro caballo de batalla lo han representado las llamadas de atención a las autoridades sobre “la dejadez” alrededor del yacimiento aborigen de la Cueva de los Canarios, “uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la ciudad”. Son unas cuevas de habitación junto a diferentes silos excavados en la roca, y la ventaja de estar situadas dentro de la ciudad hacen que su potencial turístico y didáctico sea “tremendo”. De hecho fueron declaradas Bienes de Interés Cultural (BIC).
Desde la asociación Todo Nuestro denuncian que “la realidad de este lugar es de lo más triste” y que las cuevas, habitadas desde hace años, se encuentran terriblemente abandonadas, llenas de basura, quemadas, casi destruidas y olvidadas por todos“. Creen que ”el Ayuntamiento mirando para otro lado, dice que la responsabilidad es del Cabildo, el Cabildo por su parte responde que es responsabilidad del Ayuntamiento el desalojo... simplemente les da igual“, y que mientras tanto las cuevas se deterioran.
Los isleteros buscan, empero, formas de combatir la situación precaria, y así pusieron en marcha la celebración de un mercadillo de moneda social en la plaza del pueblo que busca desde hace tiempo consolidarse en el barrio. Se basa en el intercambio de bienes y capacidades, según las posibilidades y habilidades o talentos de cada cual, una modalidad autóctona del llamado banco de tiempo, en el que el valor monetario se supedita al valor humano.
El Castillo de la Luz
Los de Todo Nuestro creen así mismo que sus líneas de trabajo las marcan la novedad y la punta de lanza de sus puntos de partida: “El asunto del Castillo es el más urgente”, el que les ha llevado a tomar cartas en el asunto. A petición de la asociación, parte de sus miembros mantuvieron una reunión con el arquitecto responsable del proyecto de rehabilitación del Castillo de la Luz y la concejala de Cultura del Consistorio capitalino, María Isabel García Bolta, además de la citada responsable de distrito, León. En ella el Ayuntamiento explicó las líneas del proyecto de rehabilitación del inmueble cultural y razonó las causas histórico-artísticas de la implantación de una valla que ya rodea al castillo; este fue el principal motivo de discusión entre los miembros de la asociación isletera y el Ayuntamiento. La idea ya anunciada del Ayuntamiento es trasladar al Castillo de la Luz la exposición de Martín Chirino. Obras para una colección, que ahora acoge el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Dicho anunció se refería, además, al traslado al castillo.
El alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Cardona, y el escultor Martín Chirino anunciaron en octubre en la capital española que la Fundación Martín Chirino abrirá sus puertas en junio de 2014 en el Castillo de La Luz, al tiempo que el alcalde preveía que “a finales de 2013 se completen todas las actuaciones que se llevan a cabo en el conjunto arquitectónico”. La muestra expuesta en Madrid consta de 15 esculturas, que posteriormente pasarán a formar parte de la colección de la Fundación Martín Chirino.
Incluso el propio escultor grancanario es comisario de la muestra, cuyas esculturas, anunciaba el Ayuntamiento, “serán convenientemente trasladadas a Las Palmas de Gran Canaria para ser ubicadas en las instalaciones del Castillo de La Luz, donde el público canario podrá disfrutar de ellas definitivamente.” Cardona afirmaba entonces que “las obras que actualmente se realizan en el Castillo de La Luz se acabarán a finales de este año 2013, por lo que posteriormente se procederá al acondicionamiento del inmueble para darle su uso como Fundación Martín Chirino”. Para Jorge Pulido “la teoría se contradice, porque por un lado plantean que el Castillo ha estado aislado del barrio”, mientras por el otro no ponen solución a una posible erradicación de la separación física que supone la nueva valla que rodea a este activo de interés cultural, y que, subraya Pulido, representa un coste de 300.000 euros.
La fortaleza que saluda al Puerto de La Luz ha estado desocupada durante 15 años, y su proceso de rehabilitación y la puesta en marcha de proyectos para su reutilización como BIC quedó anquilosada en el transcurrir aquiescente de los sucesivos equipos de gobierno del Ayuntamiento. “No se utiliza para nada”, denuncia resignado el isletero, respecto de una situación que, olvidada, ha pasado a un plano yuxtapuesto de la actualidad. Por el enclave itineraron muestras de métodos y herramientas de tortura medieval, exposiciones de la Armada o una sobre el autóctono Juego del Palo, que fue auspiciada por el investigador Jorge Domínguez Naranjo, sobre esta disciplina física ligada al mundo de los cabreros y rescatada en la década de los ochenta del pasado siglo por Domínguez.
“La cantidad de exposiciones no era grande, pero sí había un movimiento y una utilización y luego, a partir de estos 15 años de abandono, nuestro planteamiento es que, si hemos esperado tanto, podemos esperar seis meses y hacerlo bien, porque de la forma que está hecha, la remodelación aísla al castillo del barrio”, pormenoriza Pulido.
El grancanario denuncia también que la entrada al parque que acoge al castillo se daría “desde la esquina menos utilizada por la gente del barrio de las cuatro que hay, la que da a la avenida marítima hacia el centro de salud. Un turista no pisaría el barrio con el circuito turístico que quieren hacer con la pasarela por encima de la autovía que iría desde el Centro Comercial el Muelle y hasta la zona del mercado del Puerto y permitiría empatar con el Castillo”. Cree que dicho recorrido margina y obvia en cierto modo el paso por todo el barrio, al que sólo hace partícipe del turismo y de su valorización como entorno para el visitante de forma tangencial.
“Queremos que cuando una persona del barrio vea el castillo no vea una verja, lo normal es que pases con tu coche o paseando y veas el castillo. La valla aísla totalmente y los técnicos se vanaglorian de eso, de que lo que quieren es aislarlo, y nosotros queremos que no lo aíslen, más cuando nos enteramos de lo que vale la valla”. Con los problemas que tiene el barrio que acusa el paro y el cierre de locales, la cifra de 300.000 euros resulta insultante. Por otro lado, “hemos preguntado por los términos en los que se establece la futura exposición de Chirino, cuánto tiempo va a estar y quién lo va a gestionar, pero esas cuestiones no están claras”, añade Pulido, y dice que en una reunión informativa con el Consistorio se dijo que la familia de Chirino está aún valorando la exposición y cómo afrontarla.
“Nos preocupa muchísimo la gestión, consideramos que la gente de La Isleta lo utilice para exposiciones itinerantes u otras cosas, en la parte de abajo había una gran sala que era muy propicia para exposiciones de ese tipo”. En Todo Nuestro reivindican que viven en un barrio “de mucha creatividad, aquí hay unos artistas que tienen su importancia”, y que, en base a la población y a las preguntas que se han hecho, la instalación de esculturas de Chirino no llama a la gente del barrio; “pero tampoco nos oponemos”.
En este sentido, estos vecinos consideran que los isleteros “y creo que todas las personas de la Isla” quieren ser partícipes del uso del Castillo de La Luz “y que se nos informe debidamente. Se nos dice de Chirino, pero lo de Chirino no es nada seguro en cuanto no hay convenio en absoluto, todo es un gran puf que va a salir” en contra de la postura de la asociación. “Se ha preguntado tanto a la concejala de Cultura como de Distrito por el convenio y nos dicen que no hay convenio con la Fundación Chirino. No sabemos las obras que se van a quedar en el exterior con posterioridad, aunque tampoco las vas a ver porque estarán entre la valla y el castillo”, prevé Pulido.
La nueva obra ha terminado por eliminar los elementos introducidos en la restauración de los años 60 y reinventar el arreglo de la estructura con un método menos invasivo, explicaron desde el Ayuntamiento. Ahora, en la institución aseguran que los nuevos materiales se asientan como un marco para resaltar la construcción original y que no desvirtúan ni descontextualizan la idiosincrasia histórica de la fortaleza.
La gestión activa del Castillo no ha existido por parte de los ciudadanos, con lo que “la idea que tenemos en este momentos sería algo novedoso e importante para el barrio, el castillo no ha tenido antes esa utilidad que la mayoría de isleteros quieren”, manifiesta Pulido, y añade que “tenemos muy claro que lo de Chirino está muy avanzado y lo importante es gestionar mejor el uso del castillo”. En su momento, se habló en los foros del barrio de un pequeño museo de la ciudad o de la Isla, y posteriormente un museo naval. “Un barrio donde casi todos los abuelos han sido marineros y no tenemos un sitio donde se destaque esa forma de vida, igual que se habla de un museo del carnaval”, propone el grancanario. Se decantan en la asociación por que se fomente la historia en paralelo al arte. Pulido relativiza la idea de que el castillo es un espacio pequeño y asegura que todo iría vinculado a que hubiera un uso de las salas para exposiciones itinerantes en convivencia con otras permanentes que fueran representativas, caso del museo naval. Pero estas propuestas no se han trasladado aún al Ayuntamiento desde la asociación dada su breve existencia.
“Lo de Chirino fue una imposición”, sentencia, y espera “cumplir con los objetivos marcados”: tener claro el convenio de la exposición, “lo mínimo” cuando se trata de un bien público. Eso sí, la negativa a la valla en el jardín municipal es innegociable, más sopesando su coste: “No con los problemas económicos de las familias de La Isleta que trabajan en el comercio, en el muelle, El Sebadal o el transporte, con muchas de esas empresas cerrando. Esto se nota en la utilización que mucha gente del barrio hace de los medios que los apoyan, como Cáritas o las parroquias. El aumento de personas en esta situación es preocupante”, finaliza Pulido.
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