Insolidaridad y transfobia contra adolescentes canarios en la enseñanza y el deporte
Mayron González Abreu se ha convertido en una persona muy conocida en las redes sociales tras denunciar la transfobia y el machismo que sufrió en los distintos equipos de lucha canaria (deporte autóctono de las islas) por los que ha pasado en la isla de Tenerife. Mayron, nacido en El Hierro pero residente en Tenerife, es un hombre trans (una persona identificada al nacer como mujer por su configuración biológica pero cuya identidad sexual es la propia de un varón).
Este chico de 20 años forma parte de la asociación Transboys, nacida hace unos meses en España (en el verano pasado), y a través de este colectivo ha denunciado el acoso al que se vio sometido cuando era adolescente, tanto en los diferentes institutos de Tenerife por los que pasó como en los equipos de lucha canaria en los que estuvo.
Mayron detectó a los siete años que era transexual, es decir, que no era una persona cisgénero, aquellas que observan que su sexo biológico y su género coinciden. Sin embargo, los diferentes psicólogos a los que acudió desde los siete hasta los once años le decían que él no era un hombre, sino “una mujer lesbiana”.
Sin poder ponerle nombre a lo que le ocurría, Mayron comenzó a asumir lo que le decían los diferentes psicólogos. Relata que descubrió que era transexual viendo vídeos en YouTube de Aitor FTM, un youtuber que explica su transición como chico transexual: “A los 11 años, viendo vídeos de Aitor FTM, me di cuenta de que la transexualidad existe. Seguí yendo a psicólogos y les hacía preguntas sobre eso, pero no se enteraban de nada. Me decían que no sabían qué podían hacer. Era algo nuevo para ellos. A los 16 años fui a mi médico de cabecera y decidí empezar con el tratamiento”, explica.
Mayron señala que en el instituto sufría insultos como “marimacho” o “bollera”: “Me hacían bullying psicológico, y muchas veces físico. Me pegaban y se divertían humillándome delante de todo el mundo. Cuando llegué a la ESO, pasó lo mismo durante los dos primeros años. Después me revele”, recuerda el tinerfeño.
No ser cisgénero se castiga con la discriminación. Según los datos ofrecidos por el Ministerio del Interior de 2016, los delitos de odio y discriminación por orientación e identificación sexual aumentaron el 36%. Las agresiones hacia personas LGTBI llegan, en algunos casos, hasta la agresión física.
Mayron reconoce que forma parte de ese porcentaje de personas que han sufrido acoso y discriminación, y explica que en dos de los tres centros educativos por los que pasó durante su adolescencia sufrió bullying, acoso físico y psicológico por parte de sus compañeros. Cuenta que se sintió señalado y que en ocasiones le hacían “la vida imposible”, aunque, señala, que “ahora me saludan por la calle como si no hubiera pasado nada”.
El psicólogo Miguel Fernández explica que lo más “grave” de los problemas de acoso entre menores es que, “a pesar de que muchos centros educativos e institutos tienen protocolos de actuación contra el acoso, luego no lo activan por miedo a que el centro pierda el prestigio de instituto de buen nivel”.
El mismo experto relata que las consecuencias del acoso, tanto en el caso de personas transexuales como en otros, son similares a las del estrés postraumático, con depresión o aislamiento. “El acoso va acompañado de síntomas de estrés postraumático, y se suele acosar a personas que se presuponen débiles o diferentes. También va acompañado de depresión o aislamiento”.
Desde la asociación Transboys explican que en el poco tiempo que llevan en activo en la isla, seis meses, ya han tenido conocimiento de chicos que están sufriendo acoso escolar: “Hemos tenido casos de transfobia en institutos y colegios y nos hemos tenido que personar para pedir explicaciones y exigir que se activen los protocolos antibulling”.
Otro aspecto que resaltan en la asociación es que los casos de transfobia van desde casos de acoso escolar con “insultos y menosprecio” hasta actos más sutiles del día a día, como pueden ser la precariedad laboral o los altos índices de desempleo entre el colectivo transexual. “De manera sutil, contamos con un índice de paro a escala estatal del 85%. En la sanidad, somos considerados enfermos mentales, además de que se nos da un trato precario, muy por debajo del resto de la ciudadanía”, añade el vicepresidente de Transboys, Yelko Fernández Ferrer.
El muro de la práctica deportiva
Mayron González explica que comenzó a practicar la lucha canaria a los siete años y que pasó por diferentes equipos. Sin embargo, cuando llegó a la edad en la que los equipos se dividen por sexos, se encontró con problemas. “Empecé a los siete años porque me gustaba mucho. Era un deporte que se practicaba mucho en mi familia. Lo hice en un equipo mixto, pero me dejaron luchar hasta que cumplí los 12 años. No me dejaban viajar ni ir a competiciones por ser mujer. No solo había discriminación por ser transexual, sino también por ser mujer. Al llegar a una determinada edad subes de categoría, pero no me dejaban luchar con los equipos masculinos, así que me busqué la vida para luchar y me fui a un equipo femenino”.
Mayron expone que estuvo en un equipo femenino durante tres años porque “a mí lo que me importaba era luchar, me daba igual con quién”. Fue entonces cuando se refirieron a él como mujer y comenzaron los problemas en este otro equipo: “Estuve tres años en lucha femenina, pero un día hubo un percance y se refirieron a mí como mujer, así que yo los corregí y les dije que era un hombre. Ahí empezaron a planear no dejarme luchar por mi condición”.
Este joven indica que argumentaban que no lo iban a dejar luchar con mujeres “por la barba” y porque se estaba “dopando”; de la misma forma, tampoco podía luchar con hombres hasta que no modificara su carnet de identidad y contara con un seguro médico.
El caso de Mayron no es aislado. Danielle Alekai comenzó desde muy pequeño a practicar fútbol en diferentes clubes de Tenerife. Este chico de 25 años cuenta que pasó por varios equipos juveniles. A los 12 años, Danielle decide presentarse, por primera vez, a las pruebas para acceder al Club Deportivo Tenerife. Ahí es donde sufre una historia similar a la de Mayron González: “Me dijeron que no podía jugar con los chicos porque era una chica y que no podía jugar con las chicas porque era un chico. Te tienes que apuntar a unas pruebas que se hacen generalmente en los campus de verano. Yo intenté meterme y directamente me dijeron que no. Lo intenté tres veces, con 12, con 14 y con 16 años. Mi problema fue a nivel institucional, no con los compañeros”.
Sobre este relato, Yelko Fernández Ferrer, vicepresidente de Transboys, explica que, “dependiendo del deporte, existe una edad límite en la que los grupos se segregan por sexos y lo que se consigue es un sinfín de problemas, tanto para chicas como para chicos trans. Es un hecho transfóbico que las federaciones no permitan a los menores transexuales, aun sin obtener su cambio registral (por ley se exige la mayoría de edad para el trámite), desarrollarse en el deporte”.