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ENTREVISTA | Pascual Ortuño, magistrado de la Audiencia de Barcelona y experto en mediación

“Hay que cambiar el delito de rebelión” para facilitar una salida al conflicto catalán

Pascual Ortuño, magistrado de la Audiencia Provincial de Barcelona

Carlos Sosa

Las Palmas de Gran Canaria —

Cambiar el tipo delictivo de la rebelión para facilitar una salida al conflicto suscitado en Catalunya, adaptándolo a las actuales circunstancias para que opere de la manera más favorable a los acusados. Esta es la propuesta que formula el magistrado Pascual Ortuño, con destino en la Audiencia Provincial de Barcelona y experto en resolución de conflictos por la vía de la negociación, que presenta estos días su nuevo libro Justicia sin jueces. Métodos alternativos a la justicia tradicional.

“Hay que cambiar la ley. Ahora que se está hablando de que hay tipos delictivos relacionados con la Ley Mordaza, están casi todos de acuerdo en que hay que cambiarlos, yo me pregunto, ¿y no puede haber una iniciativa parlamentaria para cambiar el tipo delictivo del delito de rebelión?”

Pascual Ortuño (Yecla, Murcia, 1951) conoce muy de cerca el conflicto catalán y opina que “no es que haya sido un fracaso la negociación, es que ni siquiera se ha intentado. Yo creo que no se ha intentado nunca”. Y si se ha hecho, el proceso ha carecido de rigor y de respeto a las normas básicas de este tipo de negociaciones: confidencialidad, voluntariedad y confianza.

El intento de la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría fue un buen ejemplo de la falta de voluntad: “Ella decía voy a establecer un despacho en Barcelona para negociar… Y voy a negociar con… y cuando se empieza así se ha de terminar mal”.

Y rememora las fases: “Cuando se iba a negociar, primero se decía [que se iba a negociar], primera regla, no fue confidencial”. Luego “se decía lo que se iba a negociar para conseguir, y se decía ya [cuál iba a ser] el final de la negociación. Y, en tercer lugar, se ridiculizaba al otro, no se le respetaba”.

No obstante, el magistrado no descarta que pueda estarse produciendo en estos momentos algún tipo de negociación. “A mí no me consta, pero presumo que sí, veo movimientos, veo acercamientos”.

De ahí su aportación: suavizar el Código Penal en lo referido al tipo delictivo de la rebelión aprovechando el amplio consenso existente “en una gran parte de los penalistas, incluidos muchos jueces, fiscales, jueces eméritos… que opinan, no que no haya [habido] rebelión aquí, sino que [cuando se redactó ese artículo] se estaba pensando en el 23-F, por lo que les faltó regular incluso penalmente la conducta que se ha realizado”.

Una suavización de ese tipo penal obligaría a aplicar el delito de rebelión a los investigados por el 1-O “con la norma más favorable al acusado”.

La tradición autoritaria española

Al contrario de lo que ocurre en otros países, especialmente los del mundo anglosajón, en España falta tradición en la negociación “porque somos un país que viene del autoritarismo”, opina Pascual Ortuño. “Y al autoritarismo no le han interesado nunca las medias tintas: o estás conmigo o estás contra mí, y punto”.

Y al autoritarismo funda sus raíces en un triste antecedente bélico que resalta el magistrado: que la Guerra Civil española haya sido el único conflicto de importancia que se zanjó sin ningún tipo de negociación, con la imposición unilateral de los vencedores sobre los vencidos.

Sin embargo, Pascual Ortuño aprecia síntomas para el optimismo: “Es ahora cuando se están discutiendo las sentencias, cuando se está discutiendo el perfil de los jueces, la ideología de los jueces…” Y pone como ejemplo la próxima celebración del vigésimo quinto aniversario del Colegio de Mediadores de Catalunya.

Pascual Ortuño, que fue profesor y director de la Escuela Judicial (donde acaba el aprendizaje de los jueces y juezas una vez han superado las oposiciones) relata apesadumbrado su experiencia cuando trató de introducir un curso sobre formación para la mediación. “A la mayoría de los alumnos no les gustaba mucho”, cuenta, “porque ellos llegan empoderados considerando que conocen muy bien la ley y que con eso ya se pueden resolver los problemas de los ciudadanos”.

A su juicio, “con el sistema de acceso a la carrera judicial que tenemos en nuestro país, la posibilidad de que un juez naturalmente se incline a la mediación, solamente se percibe cuando se está en un tribunal o en un juzgado y se llega por el camino de la frustración. Cuando ves que lo que tú haces no sirve a la gente”.

Y recuerda en este punto al magistrado Juan Antonio Xiol, expresidente de dos salas del Supremo, hoy en el Tribunal Constitucional, cuando le comentó la conveniencia de analizar con los alumnos de la Escuela Judicial los efectos de una sentencia cuatro o cinco años después de dictada, y comprobar si la resolución ha sido o no útil a los ciudadanos.

La conclusión puede llegar a ser preocupante: “Los jueces no solucionamos nada, somos una máquina de hacer decisiones”, resume.

Para colmo, constata que en las facultades de Derecho “no se estudia ni una sola hora de negociación. En la carrera judicial, en el currículo y en el temario, no hay ni un solo tema que hable de estas cosas, y el único proyecto que ha habido es el de la Pompeu Fabra de Barcelona, una asignatura troncal y obligatoria en el último curso de la carrera”, la asignatura que hasta ahora ha impartido Pascual Ortuño.

En México, en la Universidad de Monterrey, “en todas las carreras esta asignatura es obligatoria, la negociación, que sirve mucho para todo, incluso para las polémicas con los novios y las novias”.

Pero una formación adecuada en materia de mediación y negociación tampoco garantiza una mayor extensión de estas prácticas. El último alumno de Ortuño número uno de la carrera en la Pompeu le condujo a la frustración. Le felicitó por la asignatura y le dijo que le había gustado mucho. Pero añadió que con su formación prefería dedicarse a ganar pleitos en los juzgados. Sí, los abogados litigantes son mayoría sobre los expertos en negociación. Y gran parte de los políticos de este país son abogados. Y de los litigantes.

Pascual Ortuño fue miembro fundador del legendario grupo musical de la transición Vino Tinto, intérprete de la canción Habla, pueblo, habla, utilizada durante los años más calientes del cambio de régimen para reclamar el derecho de los ciudadanos a la participación en la vida política y reclamando el diálogo entre todas las partes en presencia. Este miércoles presentó en Las Palmas de Gran Canaria su libro Justicia sin jueces. Métodos alternativos a la justicia tradicional.

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