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Vox en Cantabria sigue teledirigido desde Madrid y con todos los puentes de comunicación rotos

El presidente de Vox Cantabria, Emilio del Valle

Javier Fernández Rubio

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El presidente de Cantabria en funciones, Miguel Ángel Revilla (PRC), siempre afirmó desconfiar de los que llaman a la puerta de un partido procediendo de otro. Son los 'rebotados' de la política, y él lo sabe por experiencia, en ambas direcciones: por los que acudieron al PRC cuando el viento soplaba de cola; y por los tránsfugas y deserciones que históricamente dejaron la representación parlamentaria de los regionalistas literalmente en mínimos en los años más convulsos de la política cántabra.

En el caso de Vox en Cantabria es un partido teledirigido desde Madrid, con Emilio del Valle como figura central y única en su interlocución con la dirección de Santiago Abascal. Del Valle, máximo dirigente de la formación, concejal en el Ayuntamiento de Santander diputado nacional durante la legislatura que finaliza y ahora también número 1 de la lista al Congreso el próximo 23 de julio por el partido de extrema derecha, es el que conoce quiénes componen las listas, pero se reserva la información hasta que se hace pública en los medios de comunicación. Entonces arrecia el temporal con cruces de tuits, que es actualmente el principal canal de comunicación interna.

Tanto Emilio del Valle como Leticia Díaz, candidata de Vox a la Presidencia de Cantabria en las elecciones autonómicas, en donde la formación obtuvo cuatro parlamentarios, son viejos conocidos de los populares, ya que ambos compartieron Consejo de Gobierno en anteriores ejecutivos del PP (los dos fueron consejeros de Presidencia: el primero con el Ejecutivo de José Joaquín Martínez Sieso entre 1995 y 1999; y la segunda con el Gobierno de Ignacio Diego, entre 2011 y 2015). La preeminencia que ahora ambos tienen en la exposición pública levanta ampollas en la formación. Y no solo en la exposición mediática, sino en el manejo de los hilos del partido y las listas electorales.

Todo ello ha avivado el resquemor interno contra los 'rebotados' del PP que se están llevando la parte más sustancial de la representación y ni siquiera se molestan en dar cuenta de lo que hacen a los afiliados o cargos intermedios, que han ido saliendo en diferentes etapas tras las refriegas internas.

Incomunicación e incumplimientos

Dos hechos han evidenciado públicamente la falta de comunicación interna y las promesas incumplidas. La configuración de las listas electorales para las municipales y autonómicas del pasado 28 de mayo abrió la primera gran crisis, que llevó a la mayor parte de la dirección del partido a dimitir. El concejal de Vox en el Ayuntamiento de Santander, Guillermo Pérez-Cosío, no repitió como candidato, siendo sustituido por el propio Del Valle, y ni siquiera entró en la candidatura parlamentaria como se había planteado.

La crisis estalló en marzo. Cuatro de los integrantes de la dirección regional presentaron su renuncia. La incomunicación y la falta de incumplimiento de los compromisos fueron las causas del abandono. Los dimisionarios fueron Guillermo Pérez-Cosío, el vicepresidente Jaime Sánchez; el secretario, Luis Vázquez, y el gerente, Carlos Michael Cortés. Con la estructura interna deshecha, la dirección nacional del partido se limitó a encogerse de hombros y nombrar a cuatro sustitutos: Laura Velasco, Eufronio de los Ríos Sarabia, Ángel Madariaga y José María Prieto.

Otro elemento de confrontación fue la elaboración de las listas electorales y el papel que jugaría el entonces portavoz parlamentario en Cantabria, Cristóbal Palacio. Este fue desplazado de liderar la lista autonómica del 28M en beneficio de Leticia Díaz. Como una especie de contraprestación, Palacio fue designado responsable jurídico del partido en el ámbito nacional.

Pero la historia de Palacio no acabó ahí. En las autonómicas resultó elegido parlamentario, ya que partía en el segundo puesto de la candidatura, pero quedaba por ver qué papel jugaría en las candidaturas nacionales. Cristóbal Palacio no ha querido hablar con este medio, pero fuentes de la formación han confirmado que aspiraba a liderar la candidatura nacional. Pero no será así. No fue hasta el día en que se hizo público, y sin ninguna comunicación previa, como Palacio supo que figuraría como número 2 tras el omnipresente Del Valle.

La respuesta de Palacio al desplante fue inmediata: mediante un tuit, renunciaba a integrarse en la candidatura. “Ante la noticia conocida a través de los medios de comunicación, considero que no es el momento de formar parte de la lista de Vox al Congreso de los Diputados. Agradezco la confianza depositada en mí por la Dirección Nacional. Seguimos trabajando”, fue el contenido de su tuit.

Tampoco Palacio comunicó oficialmente esta decisión antes de recurrir a Twitter. La respuesta de Del Valle este lunes a preguntas de elDiario.es fue fría, escueta y otra muestra de la incomunicación interna: “Las listas 23J se han presentado hoy en la Junta Electoral y las haremos públicas en breve. De lo de Cristóbal me enteré por un tuit y no hemos hablado desde entonces”.

Política en negativo

Vox están molestos de que el vencedor de las elecciones en Cantabria, el Partido Popular (15 diputados sobre 35, a tres de la mayoría absoluta), se siente a negociar con los regionalistas de Miguel Ángel Revilla la investidura de María José Sáenz de Buruaga. Los encuentros de los populares a dos bandas a la búsqueda de la abstención del PRC o el voto afirmativo de Vox en la sesión de investidura hacen que esta última formación se haya enrocado en una propuesta taxativa: o entra a formar parte de un gobierno de coalición o ya se verá lo que hacen, pero en ningún caso votarán afirmativamente a la investidura de la candidata del PP.

Emilio del Valle, tras la reunión mantenida el lunes con el PP, confirmó que su partido no va a votar a favor de la investidura de Buruaga, algo necesario si Sáenz de Buruaga quiere salir elegida en primera votación. “El sí, ya se lo dijimos el primer día, que si no había un Gobierno de coalición, no lo iban a tener. Ahora si es abstención o no lo tenemos que decidir”, fueron las palabras del líder de Vox en Cantabria.

Las propuestas de Vox, aparte de tocar poder, consisten en acabar con cosas: la Ley de Memoria Histórica lo primero. Después, el “revillismo”. En Cantabria, todo es acabar con alguien. La política cántabra se hace más a la contra que con un discurso positivo de gestión. Si los socialistas cántabros acusan a Revilla de entregarse a la derecha a cambio de gobernar unos ayuntamientos, los regionalistas han pasado de identificar PP y Vox a facilitar la investidura de Buruaga con tal de que los pupilos de Santiago Abascal no entren en el ejecutivo.

Para los populares y los de Vox, el 'revillismo', que identifican sin paliativos como el banderín de enganche en Cantabria del 'sanchismo' y los acuerdos con Bildu y los nacionalistas catalanes, ha de ser destruido. Y todo ello con suma cautela porque en puertas hay unas elecciones nacionales y, salvo el PRC, que renunció a presentarse, nadie quiere que los acercamientos limen votos en una confrontación que se promete reñida. Odios tribales, enemigos políticos, viejas cuentas pendientes, espinas clavadas y la ambición como fin en sí mismo son los ingredientes de la ensalada política cántabra en estos momentos.

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