La crisis humanitaria derivada del conflicto iniciado en 2011 en Siria y que ha desencadenado una oleada de personas refugiadas procedentes de este país de Oriente Medio sigue siendo una de las principales problemáticas a nivel mundial. Y es que la escasez de recursos y la complicada situación de quienes se ven obligados a abandonar sus hogares por culpa de la guerra preocupan a colectivos sociales que tratan de aportar su granito de arena para mejorar sus condiciones de vida.
En el caso de Cantabria, con apoyo del departamento de cooperación de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte, diferentes asociaciones desarrollan actuaciones en comunidades de acogida en Jordania, uno de los principales países receptores de refugiados, para abastecer de agua a la población y ofrecer asistencia a los colectivos más vulnerables, como mujeres, niños y personas con discapacidad.
Asamblea de Cooperación Por la Paz lleva trabajando con personas refugiadas sirias desde 2016, tratando de mitigar la escasez de agua tanto entre la población siria como en las propias comunidades receptoras. “Intentamos hacer un poco más fácil la acogida a esas comunidades para que no acaben viendo a los refugiados como un problema”, sostiene José Carlos Ceballos, delegado de este colectivo. Y es que si los recursos ya son limitados, con un volumen de población más grande la situación empeora todavía más.
Así todo, Ceballos asegura que la población jordana ha acogido a la siria “de manera ejemplar, mucho mejor que los países europeos”. “Hay que tener en cuenta que tienen lazos culturales, familiares y sociales, por lo que las fronteras allí son un poco inventos occidentales”, subraya. Gracias a los talleres que imparten para hacer un buen uso y mantenimiento de los tanques de agua, la mejora de su calidad de vida es notable.
“Hablamos de higiene y de intimidad, sobre todo para las mujeres”, recalca Ceballos. “Hay que tener en cuenta que para nosotros es un recurso relativamente barato, pero la capacidad económica en esas zonas se ve muy mermada por la falta de agua”, explica. Y es que su adquisición les supone un porcentaje muy alto de sus ingresos y con una mayor capacidad almacenamiento, “dependerán menos de camiones cisterna y de otras fuentes de agua, que no serán tan seguras y serán mucho más caras”. “Ese gasto que no se efectúe en agua se podrá llevar a otras necesidades”, concluye.
Por su parte, Ainhoa Oceja, coordinadora de Alianza por la Solidaridad, se encuentra en una comunidad de acogida en Jordania, desde donde presta “atención y protección a las mujeres refugiadas y vulnerables sirias, sobre todo en los casos de violencia de género”. Este colectivo crea un “espacio seguro” para ellas, donde se relacionan y establecen vínculos, y donde “reciben todo tipo de atención psico-social y legal”.
“Estas mujeres se encuentran en una situación muy complicada teniendo en cuenta el contexto social y familiar árabe, en el que tienen una dependencia enorme de los hombres”, explica. “Están más aisladas y requieren de la permanente compañía de un hombre hasta para acudir al centro de salud”, señala esta cooperante, al tiempo que hace énfasis en que “la guerra en Siria no ha terminado y las personas refugiadas no van a volver pronto a su país”.
Diversidad funcional
Por último, Ana del Manzano, de Movimiento Por La Paz expone el proyecto de esta organización centrado en la población refugiada siria con diversidad funcional, especialmente niños y niñas cuya discapacidad ha sido generada por el conflicto en Siria.
“La situación de vida en la sociedad de acogida, muchas veces en condiciones de hacinamiento y sin contar con las redes familiares y de allegados que tenían en Siria y eran su sistema de protección, hacen que las personas con discapacidad, en especial aquellas con un mayor grado de dependencia, se encuentren en una situación de gran vulnerabilidad”, sostiene.
De esta forma, tres centros de rehabilitación de base comunitaria con terapeutas especializados ofrecen a las personas con discapacidad apoyo psico-social, sesiones de fisioterapia, logopedia y terapia ocupacional. “La mayoría requieren de un apoyo psicológico, y más en el caso de cuidadores y cuidadoras, que suelen ser madres y niñas que pasan mucho tiempo en el domicilio con las personas con discapacidad y que, además, son más vulnerables a sufrir casos de violencia de género y doméstica”, concluye Del Manzano.
Estos proyectos, fueron los que mejor valoración obtuvieron en la convocatoria de subvenciones para proyectos de Acción Humanitaria y Derechos Humanos en 2018. La Oficina de Cooperación al Desarrollo del Gobierno de Cantabria la publica anualmente con el objetivo de apoyar actividades de ayuda humanitaria y de promoción y defensa de los derechos humanos en países en vía de desarrollo. Esta área comprende proyectos de prevención y preparación ante desastres, prevención de conflictos y construcción de paz, reconstrucción social, protección a las víctimas de desastres, atención psicosocial de víctimas de crisis humanitarias o violaciones de derechos humanos.
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