Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Petabytes
Cada día Google procesa 25 petabytes de datos (yo escribo petabyte pero no tengo ni idea de lo que es un petabyte, aunque por el nombre uno podría pensar que es una cantidad de información tan grande que lo colapsaría todo). En Facebook se comparten más dos millones y medio de publicaciones cada minuto, en Twitter hay unos 18 millones de tweets a la hora y en el caso de YouTube se sube una hora de vídeo cada segundo. Es una cosa muy rara porque una persona tendría que dedicar toda una década de su vida sin dormir y sin apartar su vista un segundo de la pantalla para poder ver los vídeos subidos un solo día a Youtube.
Se produce más información que en ningún otro momento de la historia y esa información está más al alcance de todos que nunca. No se trata solo del mundo digital: cada año se editan solo en España casi 70.000 libros distintos, a los que hay que sumar periódicos, revistas, películas, discos y un largo etcétera. Es algo así como pasar de desayunar el café, el zumo y la tostada a tener un buffet de posibilidades infinitas cada día: huevos fritos, bacon, cereales, bollería industrial, galletas artesanas, zumo de coco, alubias, carne, fruta. Muy apetecible todo (bueno, apetecible al menos una parte del todo).
El problema (si es que es un problema) no es la variedad y la cantidad (cuántas más posibilidades, mejor) sino que avasallados por las infinitas posibilidades acabemos aturdidos e incapaces de elegir (la vida es el arte de la elección). Existe, quizá también, el riesgo de que acabemos tan empachados que matemos el paladar y no seamos capaces de distinguir ningún sabor. Un amigo que frecuenta mucho los hoteles me confiesa que al principio, cuando ir a un hotel era algo excepcional, el desayuno de buffet era para él una fiesta porque todo estaba a su alcance y eso le empujaba a desayunar hasta casi reventar. Sin embargo, cuando desayunar en un hotel se convirtió debido a su trabajo en una rutina acabó, un poco cansado de tantas posibilidades diarias, desayunando a diario el café, el zumo y la tostada.
Mario Camus, que ya tiene ochenta años, cuenta que desde hace ya mucho tiempo no se dedica a leer cosas nuevas sino a releer lo ya leído y volver a ver las películas ya vistas para “verlas mejor”. Y cuando le escucho decir eso envidio un poco esa lucidez de saber que no hay tiempo para todo y que merece la pena calmarse un poco y centrarse en el placer de unas pocas cosas (cada persona tendrá que elegir las suyas).
El volumen de información y experiencias a nuestra disposición es tan grande que existe el riesgo (si es que esto pudiese ser considerado un riesgo) de acabar, presas de la ansiedad de querer vivirlo todo en ese tiempo tan reducido que es la vida, deslizándonos tan solo por la superficie de las cosas, picoteando inquietos aquí y allá pero incapaces de detenernos en nada e incapaces, también, de conocer nada verdaderamente.
¿Es mejor conocer unas pocas cosas muy bien o muchas cosas de forma liviana? ¿Mejor visitar cien parques naturales y disfrutar de sus paisajes o conocer los secretos del ecosistema de uno solo de esos lugares? ¿Sirve de algo reconocer la hoja de un árbol o identificar el lugar en el que ha dormido un jabalí? La tendencia actual empuja a saber poco de mucho más que a conocer mucho de poco. ¿Cuál de las dos formas de acumular conocimiento y experiencias es mejor? ¿En cuál de las dos opciones las personas están más próximas a no saber nada? Creo que sé lo que prefiero para mí pero no sé cuál de las dos alternativas será mejor en el caso de que haya realmente una mejor que la otra.
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