Es difícil ilustrar el cariño. Más complicado parece dibujar el vacío, la nostalgia, la murria, la saudade, la morriña, la cabanga… Tenemos verbos para la ausencia conjugada pero nos faltaban dibujos para esa sensación pesada y liviana al tiempo, para ese recuerdo aún encarnado.
Ayer, en Felisa 2022 se podía intuir la silueta de un hombre apoyado en la barra del Café Literario, tomando algo junto a su amigo Chiqui, mirando el trabajo hecho, pergeñando nuevas acciones con las que poner al libro, a los libros, en el lugar que se merecen.
Ese hombre ve cómo autoridades, ilustradores, lectores y amigos hablan de él. Puede escuchar sin llamar la atención. Es lo que tiene ya no estar en este espacio temporal que llamamos vida.
Pero escucha y disfruta de todo con esa sonrisa contenida y explosiva de forma alternativa que esconde bajo la barba. Muy cerca de él hay un busto comiquero, su imagen en 3D no hace justicia a la dimensión humana que retratan sus amigos. Óscar Muñiz sobrevuela la Feria del Libro de Santander y Cantabria y su huella queda fijada en un trazo, en un dibujo suspendido que inicia la nueva gramática ilustrada de la ausencia.
Pero no se intuía tristeza en la tarde dedicada al que fuera el alma de Nexus-4 y el motor de la feria en sus últimas ediciones. Hay alegría que termina explotando con Coverage, la banda de rock que suspende el tono contenido de Las Noches de Felisa para convertir La Porticada en un escenario diferente, necesario por un día, sellado ya para el paso del tiempo.
Y, en medio, la fiesta de la creación continúa. Unas 130 personas acuden a la cita con RNE y ese ojo crítico que nos ha introducido en la cultura desde hace 40 años. Ahora es Laura Barrachina la que hace corpóreos a los escuchantes, acompañada de una troupe inmensa necesaria para que una hora de buena radio pública se haga desde el epicentro de Felisa 2022 para el resto del país. Por las ondas y por la plaza pasan Lorenzo Oliván y Maribel Fernández Garrido, por el delgado cable que nos teje se escucha la voz de Almudena Díaz o de Guillermo Balbona, por los oídos de un público sonriente pasa la música enraizada de Casa Palma… no hay silencio en esta sinfonía.
La Plaza tienen muchas esquinas y en cada una, un regalo. Fernando Llor baja de un avión, de dos aviones, que han tendido el puente entre Vigo y Santander para demostrarnos que el fracaso puede ser una de las bellas artes y que no hay distancias cuando se quiere estar cerca. Ricardo Martínez, el tremendo Ricardo de Goomer, dedica tiempo, elegancia y gramática ilustrada a quien quiere conocer de cerca de quien ya es mito… Mientras, el Café Literario es el epicentro del séptico día de Felisa. Ha sido protagonista todos los días: el cariño que las buenas gentes de TBO le han echado al espacio ha rendido sus frutos humanos, pero en el día de los afectos y las ausencias, las mesas y la barra del Café han sido el sostén de muchas y muchos que intercambiaban abrazos y decían todo sobre el cariño con sus silencios.
La Feria del Libro entra en su último fin de semana y parece que su ausencia, a partir del día 11 requerirá de todas las ilustraciones de la ausencia que nacieron ayer en su estómago. Cuando se marcha, un ser vivo, como esta Feria, como Óscar, nos obliga a rellenar los huecos en la gramática de la existencia.
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