Un conductor testigo del accidente de Castelar frenó ante los acusados: “Evité ser el chico de la moto”
Un conductor que vio el accidente de la calle Castelar de Santander, en el que en febrero de 2023 falleció un motorista de 19 años, ha asegurado que los dos automovilistas implicados y acusados por esta muerte circulaban “en paralelo” y “gran velocidad” al final del Paseo de Pereda, justo antes de la rotonda de Puertochico, por donde iba este testigo, que ha asegurado que ambos estuvieron “a punto de colisionar” con él. Así, se vio obligado a frenar, pues era algo “vital: si no, me hubieran llevado por delante”.
“Evité ser el chico de la moto”, ha manifestado este hombre este miércoles en la tercera sesión del juicio contra B.B. y A.B., que respectivamente se respectivamente a catorce y cuatro años de prisión que pide el fiscal para ellos por homicidio y conducción temeraria, además de otros delitos.
En esta jornada de la vista, que se celebra con jurado popular en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cantabria, se ha practicado la prueba testifical, que ha incluido también la declaración de la chica que viajaba junto al conductor que presenció lo ocurrido, la novia del segundo procesado -que iba con él de copiloto-, un joven que estaba en el paseo marítimo, el padre y el hermano mayor de la víctima y los policías locales que se ocuparon de los encausados, las pruebas de alcohol y drogas y el atestado.
El primer testigo, que vive en Santander y conoce la zona del siniestro, ha explicado que cuando iba a acceder a la glorieta de Puertochico, la anterior a la calle de la colisión, vio aproximarse por el Paseo de Pereda, a la altura del paso de cebra que hay junto al Club Marítimo y el monumento a Los Raqueros, “cuatro luces” de dos coches -los involucrados, el Audi negro de B.B. y el Golf rojo de A.B.- a una velocidad “bastante alta”.
Ante esto, frenó de forma “bastante brusca” para que no chocaran con él, casi hasta detenerse pero sin llegar a hacerlo. “Pasaron tan rápido” que “no hizo falta”, ha explicado. “No me dio tiempo más que a reaccionar para salvar mi vida”, ha manifestado.
Fruto de los “nervios” y la “rabia” que sintió les pitó, y siguió a continuación por Castelar hacia su destino, el aparcamiento de la playa de Los Peligros. Es decir, continuó la trayectoria de los procesados -el del Audi iba a un cumpleaños al Club de Tenis y el Golf al McDonals de la S-20 por Reina Victoria-.
En ese momento, mientras hablaba con su acompañante -y entonces pareja- vieron “una nube de plástico y metal volando por los aires”, y a continuación el coche negro subido en la mediana -que tiene un bordillo con altura como la de una acera-, el rojo detenido y un cuerpo en el suelo, por lo que llamaron a emergencias.
Entre tanto, este testigo ha señalado que el principal encausado, el autor material del choque con el motorista y en prisión preventiva desde los hechos, se baja de su coche y “se echa las manos a la cabeza”, manifestando que “lo he matado” pero que “ha sido su culpa, me ha sacado” de la carretera, en referencia al segundo implicado, que quedó en libertad provisional.
De este conductor, el testigo declaró dos días después del siniestro que había aminorado ligeramente su marcha al entrar en la rotonda: “Los dos tuvieron que hacerlo, por lógica”, ha considerado ahora.
Por lo demás, ha lamentado lo sucedido ese 3 de febrero de 2023 sobre las 22.00 horas. “Iba a ser una noche tranquila”, pero “se truncó todo, esa noche y los meses siguientes”, pues a raíz de esto ha tenido “bastantes problemas para conciliar el sueño”, al plantearse que él y su ex podían haber muerto: “Fue por muy poco”.
Esa chica, que iba de copiloto, también se percató de las luces de los coches y de la “frenada” de su entonces novio y conductor, indicando a diferencia de él que sí llegó a detener el coche, justo cuando los acusados accedían a la glorieta, “cada uno en un carril”. Justo antes, el Audi y el Golf “iban muy a la par” y no les vio “frenar ni disminuir la velocidad”.
Un joven que estaba en la zona, sentado en el espigón y que ha admitido que conocía a la víctima -de vista del colegio- oyó cómo “petardeaban los coches” involucrados debido a la “alta” velocidad y revoluciones de sus motores. Ante esto, miró hacía donde venían y vio cómo entraban desde el Paseo de Pereda y pasaban la glorieta de Puertochico (punto del que no tuvo visión).
Después, los observó salir de la rotonda, el Audi y detrás el Golf, y escuchó a continuación “dos o tres golpes”, del primer coche, que quedó encima de la mediana y el segundo, detenido, “bastante más lejos” del accidente. Tras el mismo, y según este testigo, se produjo “un altercado” entre los dos conductores involucrados, aunque no oyó frases concretas.
“Iba más fuerte, pero picado no”
La novia de A. B., que viajaba con él de copiloto, ha negado que entablara un “pique” al volante con B. B., al igual que hicieron ambos enjuiciados durante sus respectivos interrogatorios. Y como su pareja, ha admitido que esa noche iba “un poco más ligero” de lo normal, en especial por el túnel del Centro Botín, por donde circulaba “más rápido”, porque no había tráfico. “Igual iba más fuerte porque no había circulación, pero picado no”, ha apuntado. “Y a una velocidad de decir 'qué miedo' no”, ha remachado.
Según esta testigo, que lleva diez años con su pareja, convive con él y que ha asegurado no conocer al otro encausado, esa noche vio por primera vez al coche negro al final de la calle Hermida, en el último semáforo, cuando ellos estaban parados en el carril central y les pasó el Audi, con el que volvieron a coincidir en el siguiente semáforo, frente a la estación del ferry y antes del túnel del Centro Botín, que estaba en rojo pero a punto de cambiar a verde.
En se punto, ha dicho que ambos vehículos redujeron la velocidad, y que al reanudar la marcha el otro lo hizo a una superior que ellos, que circularon detrás. Y aunque ha indicado que se mantuvieron así durante todo el trayecto y hasta que tuvo lugar el accidente, ha señalado que al acercarse a la rotonda previa al siniestro “pasa el Audi a gran velocidad por delante nuestro”, hasta que perdió el control y ellos frenaron.
Ante esto, y a preguntas de las partes sobre si en algún momento adelantaron al otro conductor, ha alegado que ella no “estaba pendiente del coche negro”, aunque ha dicho que su novio se distrajo “por culpa” suya, por enseñarle mientras conducía cupones de los menús de la cena. Fruto de esa distracción, ha continuado, tuvo que hacer un adelantamiento por el carril bus para “no comerse al coche de delante”, momento en el que le miró y resopló: “Me asusté”.
Esta chica, que ha dicho no recordar que hubiera otro vehículo en la rotonda, ha admitido que su novio es consumidor “habitual” de sustancias (cannabis precisó él), pero “ese día no”, al menos “delante mío no”.
En cuanto a los policías locales, el que custodió a A.B. y le practicó la prueba de drogas (en la que dio positivo), ha dicho de B.B. estaba “muy tranquilo” y “preocupado pro el coche”, pues lo había “comprado hace poco” en Alemania.
Los encargados del atestado concluyeron que los dos coches iban “a bastante velocidad”, en algunos puntos “muy pegados” y en otros “prácticamente paralelos”, aunque no hubo contacto entre ambos “en ningún momento”.
Finalmente, el padre de la víctima ha indicado tiene reconocida una discapacidad del 55%, y ha explicado que la madre no ha ido al juicio porque “hace 39 años que está en silla de ruedas por culpa de un borracho que se saltó un stop en Londres”.
También ha declarado el hermano mayor del fallecido, que hizo de testigo del levantamiento del cadáver, una imagen no podrá borrar “el resto de mi vida”. El juicio sigue el jueves con la pericial.
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