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La educación especial en tiempos de pandemia: retraso en los informes, paralización de la educación combinada y especialistas cubriendo bajas

Dos alumnos con necesidades especiales observan unos dibujos.

Blanca Sáinz

8 de noviembre de 2020 19:56 h

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Un 3% de los niños cántabros requiere de una educación adaptada a sus necesidades. Así lo reflejan los datos del Ministerio de Educación del año 2019. Un porcentaje, ese 3%, nada desdeñable teniendo en cuenta que dentro de ese número se encuentran los niños con algún tipo de discapacidad, trastorno o alta capacidad. Por esta razón podría resultar complicado atisbar que durante la pandemia hayan sido unos de los grandes olvidados, pero los docentes así lo perciben.

Hace unos días, Ciudadanos presentaba varias preguntas en el Parlamento de Cantabria referentes a la educación de los niños con necesidades especiales. Las quejas eran varias, pero las principales respondían al retraso en los informes psicopedagógicos que los niños necesitan para ser evaluados y comenzar con la atención personalizada en las clases, y la ausencia de ese “tiempo extra” del que solían disponer para reforzar contenidos como los de la lectoescritura, que solía darse en horarios extraescolares.

Y sobre esta supuesta parálisis de la educación especial, Miriam Gómez, responsable del área de Formación y Organización Del Sindicato de Trabajadores y Trabajadoras de la Enseñanza de Cantabria (STEC) y maestra especialista en pedagogía terapéutica, señala que uno de los problemas es que las conocidas como PT (especialistas en pedagogía terapéutica) y las AL (especialistas en audición y lenguaje) no tienen unas indicaciones específicas sobre el trabajo que pueden realizar.

Por ejemplo, en el caso de los informes psicopedagógicos, lo que ha ocurrido es que las pruebas que llevan a elaborar dicho documento no pueden realizarse ya que estas, en muchas ocasiones, requieren de materiales que después de ser utilizados por un niño deben permanecer en cuarentena hasta que lleguen a otro, “lo que termina produciendo que no se realicen las pruebas, o al menos que no se realicen con normalidad”, señalan desde el STEC.

Y es que la importancia de estos informes reside en que sin ellos las maestras especialistas no pueden comenzar a trabajar “y ya hay un déficit que acumulamos desde el año pasado, por lo que la única manera de subsanarlo era aumentando el número de orientadores, y tampoco lo han hecho”. Algo que desmiente Educación alegando que “no solo se están llevando a cabo todos estos informes, sino que también se han revisado algunas valoraciones efectuadas durante el confinamiento para ajustar o completar aspectos del documento”.

Sin embargo, la sindicalista también explica que esa falta de directrices repercute incluso en el protocolo que están siguiendo como maestras especializadas. “Las maestras de educación especial tendríamos que tener equipos de protección tal y como ocurre en Infantil, porque aquí también hay contacto directo”, indica. A lo que habría que sumarle el caso de aquellos niños con patologías graves que reciben atención domiciliaria “pero para eso tampoco hay protocolo para las docentes”, asevera. El Gobierno, por su parte, vuelve a desmentir al sindicato y defiende que sí que se está dotando de los materiales de protección “a todo el personal de los centros educativos y en función del alumnado al que atiendan”.

Julio Ricciardello es maestro en el colegio Manuel Liaño de Barreda, uno de los que se ha quejado de los efectos de la pandemia en lo que respecta a la atención a la diversidad. Él, que también ejerce como portavoz y concejal de Ciudadanos en Torrelavega, reconoce que una de las cuestiones que más cree que afecta a los alumnos es que Educación ha determinado que los especialistas sustituyan a los docentes cuando estos cogen la baja para hacer cuarentenas, algo que repercute directamente en los alumnos que requieren de esa atención más personalizada. Desde el STEC conocen y comparten las declaraciones del maestro y califican esta actuación como una muestra más de que los recursos son “insuficientes”.

Suspensión de la educación combinada

Otra de las cuestiones que presentan desde el sindicato cuando se habla de las deficiencias que ha traído la pandemia es la suspensión de las clases combinadas –clases enfocadas a niños con dificultades que requieren de educación especial pero coordinada con la ordinaria–. Esta medida, tal y como explican desde Educación, viene producida por el “riesgo” que suponía para los niños asistir a dos centros diferentes, pero insisten en que se trata de algo “transitorio y temporal”.

Sin embargo, desde el sindicato consideran que la Consejería buscó la solución “fácil” y que esta residía en mandar “a todos” a educación especial. Por el contrario, desde el Ejecutivo niegan que haya habido generalización en los criterios y defienden que se han realizado análisis individualizados para evaluar si estos 86 niños que reciben educación combinada en Cantabria debían asistir a un centro u otro.

Existen discrepancias evidentes entre los docentes y la Consejería de Educación ya que, aunque las aulas siguen funcionando con relativa normalidad, sigue habiendo temas como el de la educación especial en el que parece que no se comparten criterios. Por ello, Ricciardello concluye alegando que el problema “real”, lejos de las opiniones de unos y otros, es que los padres de estos niños “aún no conocen exactamente qué es lo que está ocurriendo”: “El Gobierno está primando la situación sanitaria por encima de la pedagógica”, finaliza.

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