Quizá este es un buen momento para reflexionar sobre qué consideramos trabajo y qué no es considerado trabajo por parte del grueso de la población. Y, más en concreto, nos referimos a cómo nos relacionamos con la comida que comemos, con el ocio que hacemos, con las relaciones familiares y sociales, con los cuidados. Con las cosas que necesitamos para sostener la vida, lo necesario.
Respecto a la alimentación, no consiste en que “me dejen o no ir a la huerta o echarle de comer a las gallinas”, consiste en que de una vez se reconozca que el autoabastecimiento o que el cultivo de alimento para una asociación o comunidad existe, es un trabajo, genera economía. Desde el punto de vista de la seguridad alimentaria y desde el punto de vista de la seguridad y la salud en este momento de estado de alerta sanitaria, eso es lo necesario de resolver.
¿Qué está pasando con las huertas, las parcelas de campo y el cuidado de los animales de autoabastecimiento y de pequeños proyectos comunitarios?
La realidad, aún se está peleando para conseguir que se recupere el acceso a las huertas, la venta en mercados al aire libre o incluso en mercados de abastos, pues la alerta por coronavirus de primeras dio un portazo a todas estos espacios. Hasta el pasado 2 de mayo no era totalmente legal el acceso a las huertas sin un papel de por medio y con ciertas restricciones según del territorio del que hablemos...
Si bien hay que hacerse eco y hay que intentar visibilizar la situación, la solución no pasa por generar más reglamentos, por hacer más y más normas, sino por reconocer a los trabajos invisibilizados, por reconsiderar qué es trabajo. Si nos introducimos de lleno en lo que está pasando en este mundo real pero invisibilizado, volvemos a un punto que seguramente nos suena... Volvemos a hablar de trabajos reproductivos, de otros modos diferentes de generar economía, volvemos a hablar de autogestión y autoabastecimiento. Pero todo esto en nuestro mundo globalizado, no cabe, no se entiende y lo peor de todo se rechaza y se frena. Es preferible ir al supermercado que a la huerta, según las normativas de estas últimas semanas, mejor comprar una estufa eléctrica que salir a por leña.
Se podría entender que la venta de productos para proyectos que no están dados de alta o grupos de consumo que no están constituidos legalmente como asociación, tenga un problema para gestionar la comercialización desde el punto de vista fiscal. Pero impedir que, además de no poder gestionar la comercialización, puedas siquiera cuidar tu campo, darle una vuelta a tu proyecto, utilizarlo para autoconsumo, eso no debería suceder y más aún en un momento como este... Cabe recordar que hablamos de proyectos con tiempos claves de planificación de carácter estacional y que de esa planificación de ahora depende el trabajo y la alimentación familiar de los próximos meses.
Si ya se hace duro vivir la invisibilización del trabajo de los cuidados, que se traduce en que no tienen los mismos derechos laborales, más duro es ver que en una situación como la actual, además de no ser reconocidos como trabajos se les aplican normas y reglas mucho más estrictas que las que se aplicarían, si estuviesen jugando en el mercado laboral establecido por el capitalismo, atacando directamente a la dignidad de quienes viven así su día a día. Así por ejemplo es claramente legal cuidar de una criatura con un contrato y un pago económico que el cuidado que puede hacer un familiar, o cualquier persona amiga o vecina. O el apoyo y la solidaridad ciudadana de las redes de apoyo mutuo, que han tenido muchos problemas con las autoridades municipales y que están ayudando a cubrir lo que desde los servicios sociales no llega.
Tener todo esto en cuenta desestabiliza el sistema capitalista e implica otras formas de entender las relaciones laborales y ese, parece un melón demasiado grande para la lucha sindical habitual. En el caso del sector agroecológico no deberíamos entrar en este juego, ya existe una legislación solo deberíamos seguir trabajando en que se visibilicen este tipo de trabajos que no siendo empleos retribuidos económicamente de manera directa, en algunos casos, el autoabastecimiento y el cultivo familiar o en comunidad sí que aportan economía, pues gestionar y generar tu propia alimentación lo es.
No sería tan difícil la solución... Esto nos vuelve a traer al mismo punto una y otra vez, lo relacionado con el trabajo de cuidados bien sean de las personas, del territorio, de la tierra, no se reconoce como un trabajo, por hacerse dentro del ámbito familiar, doméstico o pequeño grupo, pero sigue siendo la base que sostiene la vida y una parte importante de la economía. Sacar este debate desde el aplauso en las ventanas y desde la animación al consumo de cercanía, se queda como algo insuficiente si no somos capaces de visibilizar la importancia de los trabajos reproductivos, principalmente realizados por mujeres, y exigiendo como mínimo el mismo trato que al resto de trabajos en este estado de alarma, pues aquí nos hemos centrado en la producción de alimento, pero también hay que tener en cuenta el cuidado de pequeños, mientras la gente tiene que seguir trabajando, el apoyo a los mayores, las redes de apoyo mutuo y otras muchas situaciones ligadas al trabajo de cuidados. Nadie sería capaz de decir que esto no está pasando, ¿verdad…?
Reconocer el trabajo de cuidados, una vez más, es necesario para poner sobre la mesa muchas desigualdades. Y en este sentido el acceso a tu trabajo (trabajar tu huerta o tu finca) lo que hay que cumplir es lo que marca la norma, en este caso la norma en materia de seguridad y salud en el trabajo en este momento de coronavirus, ajustar los protocolos a los recomendados por el ministerio para el sector agrícola y ganadero y no más. Una declaración jurada donde se explique el lugar de trabajo, quienes lo realizan y que asume cumplir lo que dictan las normas y protocolos establecidos para el sector debería ser suficiente para permitir su desarrollo, algo que podemos presuponer, además, que se da por cumplido en la mayoría de los casos si hablamos de pequeños proyectos, de huertas familiares o de grupos de consumo, pudiendo hacer desplazamientos para ir a cuidar las mismas.
Bajo el lema “quédate en casa pero no en silencio”, dentro de la campaña SOSCAMPESINADO, liderada por mujeres y apoyada por más de 600 organizaciones de todo el estado, es buen momento para abrir el debate sobre cómo modificar la legislación fiscal para mejorar y visibilizar la comercialización en canal corto, la comercialización dentro de grupos de consumo y asociaciones de consumidores. Siguiendo en esta línea y sin quedarnos en silencio es el momento de que se reconozca el trabajo de cuidados, en este caso el cuidado de la tierra y el autoabastecimiento de grupo (familiar o no), como un trabajo. No hace falta más regulación sino reconocimiento: es un trabajo, aporta a la economía en este momento, y si cumple los requisitos marcados por el estado de alarma no pueden negarse a permitirlo. Es importante que desde el punto de vista técnico e institucional los recursos se gestionen en esta línea, pues no es necesario reinventar más normas, necesitamos resolver esta situación de forma urgente.
¿Qué estamos aprendiendo en esta situación desde el sector agroecológico?
En paralelo, las personas que pertenecemos al sector agroecológico y que queremos un futuro más acorde con el reconocimiento de nuestro trabajo, de las relaciones con la tierra y con los cuidados. también aprendemos en esta nueva etapa que ha llegado.
Estamos aprendiendo a marchas forzadas que existe la necesidad de hacer red, de ayudarnos desde el propio sector de la producción.
Estamos aprendiendo a valorar los proyectos de compañeros y cómo cualquier idea o aporte puede ayudar a capear este temporal.
Estamos poniéndonos al día con la tecnología, eso nos da otros puntos que nos hacen imparables.
Estamos aprendiendo la importancia de su labor y su trabajo y su aporte a la economía local, algo demasiado importante en este momento actual.
La dureza de esta crisis, ha puesto en jaque nuestro día a día pero podemos salir más fuertes de esta, reconociendo el trabajo de sectores hasta ahora no reconocidos. El sector agroecológico, resiste, se reinventa y se sigue haciendo hueco. Seguimos trabajando.
0