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El mundo del cine proporciona frases precisas para calificar las políticas de las administraciones públicas, en este caso en materia de depredación de recursos naturales. Una vez instalados en la desmesura y la destrucción, traspasado ya el umbral que conduce al colapso ecosocial, ¿por qué no dos o tres huevos duros más?
A mediados del pasado mes de julio el Gobierno de Castilla-La Mancha presentó el borrador del documento de posición común en materia de agua. Hasta mediados de septiembre se recibirán enmiendas a dicho texto para seguir adelante con su tramitación.
Tan pronto fue presentado por el consejero de Agricultura y Medio Ambiente, las organizaciones ecologistas Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF emitieron un comunicado de alcance alertando sobre el peligro de deteriorar todavía más los maltrechos espacios del agua en Castilla-La Mancha.
Leídas las seis páginas de dicho borrador, podría desplegar aquí más razones técnicas, económicas y ecológicas para cuestionar los planteamientos de dicho documento. Pero no voy a perder el tiempo en ello. Por experiencia, la maquinaria de las administraciones central y autonómica en materia de agua está perfectamente diseñada para avanzar en contra de la vida, al servicio de los intereses que codician el agua para convertirla en dinero. Montañas de alegaciones contra planes y proyectos hidráulicos megalómanos son despachadas sin entrar en el fondo de la cuestión, simplemente porque cuestionan un modelo productivo que convierte en desiertos y ríos muertos lo que antes eran oasis y vegas.
Boletines oficiales, a diario, dedican páginas y páginas a informar de trámites para nuevos aprovechamientos de aguas superficiales y subterráneas, para producir dinero a costa de destrozar cauces, acuíferos y manantiales.
Mientras tanto, la agroecología y la soberanía alimentaria, que puede alimentarnos con productos de calidad, frenar el cambio climático y ser una ocupación digna para las gentes del campo, es cosa de unos cuantos locos/as que reniegan de las directrices que en los mercados especulativos internacionales marcan las empresas de agronegocios. He ahí el dilema: vida mañana o beneficios monetarios hoy. Las políticas públicas agraria y ambiental están por lo último.
Los gobiernos de Castilla-La Mancha siempre han llevado una doble vida en relación con la gestión del agua. Por un lado se han quejado amargamente del agua que se roba a esta tierra para trasvasarla a otros lugares. Vale, hasta ahí de acuerdo. Pero por otro, han incentivado y consentido la esquilmación y contaminación del agua de ríos y acuíferos por la agricultura intensiva de regadío propia, y últimamente, además, por las macrogranjas de porcino.
Como a todo hay quien gane, la sentencia de Facundo Cabral “Juan Comodoro buscando agua encontró petróleo, pero se murió de sed”, con una vuelta de tuerca surrealista, también es de aplicación por estos lares. Eso sí, vamos a ser la bodega del mundo, y a inundar de almendras, pistachos y carne de cerdo todo el orbe, sin distinguir el valor del precio, sacrificando nuestra alma en el altar de la globalización. “Pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo”.