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Ousmane es un tipo con suerte. Nació en Senegal, país precioso con grandes riquezas naturales. Vivió durante 25 años junto a su familia en un pequeño pueblo de la región de Louga, lejos de Dakar. Es el hijo más joven de Mamadou y Moussa. Al contrario que el resto de su familia, tuvo la oportunidad y la fuerza suficiente como para emprender un largo viaje que pudiera ayudar a su familia a mejorar sus condiciones de vida. El hecho de ser pobre está inevitablemente condicionado por el lugar de nacimiento, pero al menos casi todos en su casa se han librado de la mortalidad infantil.
A Ousmane le acompañó la suerte en su trayecto. Fue capaz de atravesar varios países y llegar hasta el norte de África. Conoció a mucha gente en el camino que cuando llegó ya eran para él sus hermanos y hermanas. Siempre pensó que era afortunado por ser hombre, ya que aquel viaje que le llevó casi un año y las situaciones por las que tuvo que pasar para sobrevivir siempre son menos duras que las que tienen que sufrir las mujeres que intentan la misma aventura.
Ousmane llegó en una patera que no desapareció en el mar. Apenas pasó sólo tres días en un CIE antes de comenzar a buscarse la vida por las calles de una ciudad muy diferente a las que había visto hasta entonces. Contactó con miembros de alguna organización de apoyo a personas migrantes y así accedió a su primer curso de lengua castellana. Descubrió que tiene más facilidad de la que creía para aprender un nuevo idioma y aprovechó los pocos cursos que se pusieron a su alcance para hacerlo.
Ousmane es joven y fuerte. Gracias a eso ha podido trabajar en el campo para ganarse la comida y pagar su parte de gastos comunes con los paisanos/hermanos con los que ha ido conviviendo (en masculino, ya que todos han sido hombres). Cuando no podía hacerlo por culpa de no tener permiso de trabajo, los demás se han encargado de asumir su parte, igual que él ha hecho cuando era uno de ellos quien no encontraba sustento.
Ousmane ha tenido la oportunidad de conocer varias provincias españolas: Almería, Tarragona, Castellón, Murcia y Zaragoza. Ha coincidido con muchas personas, casi todas ellas nacidas en otros países. Ha pasado interminables jornadas laborales en los campos de cada una de esas provincias, en numerosos municipios distintos. Uno de esos trabajos de temporero sin contrato le trajo a Albacete y más tarde a Fuentealbilla.
Ousmane se presentó en mi despacho la primera vez para solicitar un informe de arraigo social. Me mostró orgulloso el contrato de trabajo que un empresario de la zona le hizo como peón agrícola a jornada completa y por tiempo indefinido. Ese papel fue determinante para que su solicitud de residencia temporal por arraigo social fuera resuelta de manera favorable. También fue decisivo el hecho de que ya llevaba sobreviviendo en España más de 4 años y tenía documentos de sobra para demostrarlo.
Ousmane me llamó unos cuantos meses después. Había conseguido el permiso de trabajo y residencia y pudo alquilar una casa antigua a la que sólo le hacía falta una mano de pintura y comprar leña para la estufa. El hecho de que hubiera pocos muebles y estuvieran mucho más que usados no le importaba. Con el tiempo podría ir adquiriendo lo que fuera necesario. Sólo lo imprescindible. Seguía como siempre en contacto con Mamadou, Moussa y el resto de la familia, pero sobre todo con Awa, su mujer, y sus dos pequeñas hijas. Ellas son su principal motivación y quienes le han mantenido con fuerzas.
Awa se quedó en la aldea con las dos niñas. Cuando Ousmane empezó su viaje eran muy pequeñas. Ahora Fatou tiene 11 años recién cumplidos y Khady casi 9. Siempre lleva consigo fotos de ellas, sus tres mujeres. También una fotografía más antigua de sus padres va con él a todas partes. Habla con su gente en Senegal siempre que puede y les envía dinero de manera regular. Ahora, con trabajo, puede hacerlo. Ya no sufre por los envíos esporádicos de 20, 30 o 45 euros cada dos meses o sólo cuando había algo que enviar. Ahora puede permitirse cantidades más altas y eso le reconforta levemente.
Ya se imagina a sus hijas compartiendo habitación y a su mujer aprendiendo con él a hablar castellano. Cada día le asaltan los nervios y la impaciencia de tenerlas allí
Ousmane me abrió hoy la puerta de su vivienda y compartimos una taza de té de 30 minutos, que es el tiempo del que dispone para volver al trabajo. Ha presentado una solicitud de reagrupamiento familiar para traer con él a Awa, Fatou y Khady, a vivir a un pueblo donde ya apenas nacen 10 bebés cada año. Necesita que le haga un informe sobre su vivienda para completar el largo listado de documentos que debe acompañar a la solicitud en la Subdelegación del Gobierno. Me ha enseñado orgulloso todas las mejoras que le ha hecho a la casa que conocí, incluido algún mobiliario nuevo. Ya se imagina a sus hijas compartiendo habitación y a su mujer aprendiendo con él a hablar castellano. Cada día le asaltan los nervios y la impaciencia de tenerlas allí. Tiene ganas de volver a aprender a convivir con Awa y de abrazar los cuerpos ya grandes de sus pequeñas hijas. Desea besarlas y contarles todo lo que necesitarán saber para tener suerte en su nueva vida.
Ousmane me cuenta durante la conversación que él ha sido muy afortunado, al contrario de quienes no pudieron salir de su pueblo y quedaron condenados a la extrema pobreza, de quienes conoció caminando y sospecha que no llegaron a ningún destino, de las mujeres violadas que conoció, de quienes subieron a una patera y desaparecieron, de quienes pasaron años vagando por calles desconocidas en busca de una forma de ganarse el pan del día de manera honrada, de quienes se encontraron odio y rechazo a la vuelta de la esquina, de quienes llevan más años que él esperando ese contrato que les abra las puertas a una nueva vida, de quienes ya no tienen a nadie a quien enviarles el dinero que no necesitan para vivir en España. Todas estas cosas las guarda en su cabeza y por eso procura ayudar a quienes van llegando en todo lo que puede.
Ousmane nunca se ha comparado con el resto de vecinos y vecinas del pueblo en el que ahora vive. Aprendió desde muy pequeño a valorar lo más importante. Tiene un proyecto de vida. Es un tipo con suerte.
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