Miguel Lorente: “El machismo tiene que refundarse porque el feminismo lo ha dejado al descubierto”
Machismo, poskultura y guerra cultural. Tres potentes conceptos que son la principal premisa del último libro de Miguel Lorente (Serón, 1962), 'La refundación del machismo' (Editorial Comares, 2023).
Este doctor en Medicina y Cirugía es profesor titular de Medicina Legal en la Universidad de Granada y también una de las voces más respetadas en materia de violencia de género, no solo en España, sino a nivel internacional. De hecho, la entrevista que mantenemos con él debió aplazarse brevemente por su participación en el Primer Congreso Internacional de Servicios Periciales celebrado en Toluca, México, como experto forense.
En su último trabajo, que el autor presenta este martes 14 de noviembre en el Círculo del Arte de Toledo junto a CCOO Castilla-La Mancha y elDiarioclm.es, Lorente realiza un análisis “evolutivo” de cómo la sociedad ha llegado hasta este momento en el que habla de “la refundación del machismo”.
“El machismo está agotado”, decreta en su obra. Pero esto está lejos de significar el fin del machismo. Y para explicar la situación actual de poskultura en la que nos encontramos, Lorente se va muy atrás en el tiempo, hasta los años 50. Entonces, recalca, las personas que influían en la sociedad eran fundamentalmente hombres de letras, filósofos o artistas que funcionaban como una figura referente.
Poco después llega la figura del hombre de ciencia, lo que coincide en el tiempo con el descubrimiento de la estructura del ADN o avances en la teoría de la relatividad. “Entonces los referentes se convierten en personas muy cercanas, científicos que rompen con la idea de hombre encerrado en el laboratorio”, recalca. Y entonces irrumpe la tercera cultura: aquella en la que se defendía hacer uso de elementos compartidos de hombres y ciencias. “Ahora, analizando nuestra realidad, llega lo que yo denomino la cuarta cultura, y que he asimilado a la poskultura que identificó al posmachismo en 2008. Es cuando empieza a trabajarse el impacto del relato y el papel de los medios de comunicación como elementos generador de realidad, no de análisis de la realidad”, reflexiona.
¿Cómo se relacionan los conceptos de poskultura y guerra cultural a los que hace referencia en su libro?
A partir de esta poskultura, comienza a estructurarse un relato alternativo que introdujo Ronald Reagan y que ha dado lugar poco a poco al avance de las mentiras y los bulos, que en la guerra cultural son parte de una estrategia más dañina para defender posiciones o para desacreditar la posición contraria. Esto es lo que ocurre cuando se habla de 'feminazis' o de ideología de género cuando se proponen políticas de igualdad, por ejemplo.
En este proceso de guerra cultural también hemos pasado por varias fases. El machismo ha ido cediendo: si quieren [las mujeres] ir a la escuela, a la universidad, que voten, o que trabajen, vale. Son hitos muy aislados sin una concepción de lo que necesitaban [las mujeres]. Y se pensaba que era el final [de las demandas de las mujeres] y no el principio, y esto no ha sido así. La demanda continuó. Entonces hemos pasado a la fase de resistencia, donde no hay impedimentos pero sí más dificultades, incluso con críticas a las propuestas y ataques a las mujeres. Ahora estamos en una cuarta fase, donde hay un ataque directo y beligerante contra las propuestas que se hacen. Esta es la guerra cultural, en la que se dice que se busca la destrucción de la familia, del orden dado y todo esto se integra en la refundación del machismo.
¿Exactamente qué es esta refundación del machismo a la que se refiere?
Se trata de rescatar los elementos del orden tradicional histórico, nuestra identidad, nuestras costumbres y tradición, pero con argumentos distintos. Ya no se puede argumentar que los hombres son superiores, aunque hay casos que vemos como el diputado polaco [Janusz Korwin-Mikke] que defendía mantener la brecha salaria, porque las mujeres son más débiles que los hombres. Pero en general, la estrategia es diferente.
Tenemos un caso muy gráfico cuando Isabel Díaz Ayuso presentó los candidatos a las elecciones municipales y dijo que no se trataba de gestionar, sino de defender un modo de vivir la vida. Un modelo en el que integra la defensa de sus valores desde todas las perspectivas.
Ya no se puede argumentar que los hombres son superiores
Cuando habla de que el machismo está “agotado”. ¿Qué significa?
El machismo surge en el Neolítico, ya entonces se inicia la necesidad de controlar a las mujeres. Es cuando empieza a haber una cultura de acumular riquezas. Para proteger este poder, se debe ejercer un control para poder pasarlo a los hijos, fundamentalmente hombres. Entonces, se controla a las mujeres y los hombres empiezan a decidir. Se establece así un sistema jerarquizado, con el objetivo de generar y acumular más poder. Es como cuando ves los resultados de grandes empresas. Como cuando el BBVA dice que ha obtenido en los primeros meses del año un 20% más de beneficios que el año pasado.
No se trata solo de tener poder, sino de tener más poder. Ocurre lo mismo con los maltratadores, que ya tienen a la mujer sometida pero la siguen maltratando porque necesitan maltratarla y someterla cada vez más más. Esto es lo que ocurre en el plano ético y moral. Pero desde el punto de vista práctico, está agotado en cuanto a los recursos tradicionales porque ya no están en disposición de seguir con el régimen de explotación.
Esto se corresponde con un modelo totalmente injusto y el sistema no se puede mantener así, porque ha sido descubierto, además de sufrir distintas limitaciones. Por eso debe replantearse, como con lo que Shoshana Zuboff llama el capitalismo de la vigilancia. Pero al mismo tiempo, se debe replantear el orden y la forma de organizar dentro del machismo. La refundación del machismo tiene dos elementos clave: mostrar que todos los avances que hemos tenido es gracias a nuestros valores y creencias y que se han conseguido desde una posición neutral y también colectiva.
No quieren reconocer que todo el proceso que nos ha llevado a que hayamos conseguido lo conseguido es uno androcéntrico, basado en los hombres. No ha sido colectivo, ha sido protagonizado, inspirado y desarrollado por hombres. Esta es la trampa de la refundación del machismo, que tenemos lo que tenemos y todo es colectivo y neutral, pero no lo es. Las mujeres pudieron ir a la universidad siete siglos después y esto es un ejemplo muy gráfico.
El machismo no ha hecho otra cosa que cambiar para seguir igual en siglos
¿Qué papel ha tenido el feminismo en este análisis que realiza de la guerra cultural y la refundación del machismo?
Ha sido la clave, desde luego. El machismo tiene que refundarse, porque el feminismo lo ha dejado al descubierto. Ha mostrado que todas estas injusticias que han sufrido las mujeres no eran hechos aislados derivados de un hombre puntual en el poder, sino que era parte de la construcción androcéntrica que entendía que la condición de ser mujer tenía limitaciones y no tenía capacidad de desarrollar nada. El feminismo ha permitido plantear la transformación cultural y sin esta transformación de lo esencial de la cultura del machismo no habría hecho falta refundar nada. El machismo no ha hecho otra cosa que cambiar para seguir igual en siglos. No ha tenido cambios transformadores, sino adaptativos.
Cuando el feminismo empezó a transformar la realidad es cuando las posturas machistas dicen: “Esto ya toca nuestra esencia, nuestra cultura”. Y ahí se plantea la refundación. El feminismo es esencia y clave para provocar esto. ¿Y qué ha hecho esto para la refundación del machismo? Que se presenta el feminismo como un ataque a los hombres, a la historia, a la tradición. Los hombres tenemos un doble papel, el de reproducir estos valores que nos han dicho que son válidos y también actuar como garantes de esta cultura machista y vigilar a los otros hombres y cuestionarlos cuando no se comportan.
Quien dio un gran paso en este sentido fue Donald Trump. En 2016, yo hablaba de él y el machismo exhibicionista, porque por primera vez alguien con una posición institucional tan alta utiliza y convierte el machismo en un instrumento de acción política.
¿Cómo se explica que los jóvenes que han nacido en esto que usted llama 'cuarta cultura' sigan mostrando comportamientos machistas?
Esto ocurre porque el machismo es cultura y no conducta. La clave está en que cuando socializas en una sociedad en la que se van incorporando determinadas posiciones, para romper con esta cultura no basta con decir esto no se hace o no se dice. Se encuentran razones para justificar el comportamiento. Lo podemos ver en los chats de La Rioja o en los chicos que desnudaban a sus amigas con inteligencia artificial.
Hay dos razones principalmente para explicar esta situación que vivimos. Que no hemos trabajado tanto la educación. Hemos ido corrigiendo consecuencias de la desigualdad, pero no hemos trabajado la igualdad como un elemento que ha de abordarse directamente. Hemos tratado la urgencia de abordar la violencia de género, la discriminación de las mujeres, la brecha salarial, todo eso ha requerido y desarrollado muchas políticas que han ido dejando de lado la educación, porque ha habido muchas reticencias.
Y fíjate tú que lo primero que reivindican desde la derecha o la extrema derecha es 'proteger la educación' cuando no quieren que se toquen los valores que consideran tradicionales. Esto es lo que ocurre con el pin parental. Y además, denominan como adoctrinamiento a quienes quieren difundir los valores de igualdad.
El otro elemento que hemos identificado es que desde las posiciones del feminismo no se ha insistido tanto en dirigirse a los hombres, pero el machismo sí ha entendido que hay que dirigirse a ellos para reivindicar su masculinidad. Te dice: 'Oye, que no te engañen'. Hay una serie de mensajes que han interpelado directamente a los hombres más jóvenes y esto ha hecho que con el mensaje histórico de la cultura machista se potencie lo que es propio, nuestro. Lo de los hombres. Por eso vemos jóvenes en posiciones mucho más machistas que años atrás.
Dice en su libro que el machismo no es un sistema sostenible. ¿Hasta cuándo puede durar? ¿Qué plazo le da?
Un sistema sostenible solo lo sería a través de la justicia. El machismo es injusticia y lo ha sido siempre. Y se ha sostenido porque se ha normalizado. Y en el momento en el que esto se cuestiona desde el feminismo, dices pues necesito otro elemento como puede ser la violencia para intentar mantenerlo. De esta manera, el machismo se hace sostenible entre comillas a través de la injusticia y la violencia. Pero esto no lo admitimos ya. Por mucha fuerza y poder que tengan, ya sabemos qué pasa. Somos conscientes de esta situación tan injusta.
Yo siempre recuerdo que cuando era niño veía a mujeres de mi entorno, a lo mejor madres de mis amigos, que decían 'tú estudia, para no depender de ningún hombre'. Esto lo decían mujeres sin estudios que no habían leído nada. Esto también es feminismo. Esta es la esencia de la clave feminista. El ideal de justicia, de igualdad ya estaban presentes y la gente era consciente de que estaba sometida. Y ese ideal de igualdad también está acompañado de un ideal de libertad y ya no vamos a renunciar a eso. La cosa es ahora cuánta fuerza habrá para evitar que esta igualdad no sea real. Porque el sistema machista está agotado, pero sigue en el poder.
Presentan una realidad como que no hay machismo, no hay limitaciones, sólo circunstancias.
¿Qué opina de la presencia de partidos políticos como Vox o de aquellos que los han aceptado en las instituciones en este contexto de guerra cultural del que habla?
Por supuesto, con mucha preocupación. Presentan cada paso que consiguen como una demostración de que realmente no había ningún problema, y presumen. Ya lo hicieron cuando se nombró a Esperanza Aguirre como presidenta del Senado. Utilizan estos elementos para decir que no hay ningún problema. O lo hizo ahora también el presidente de la Junta de Andalucía, cuando nombró el mismo número de mujeres como consejeras que de hombres como consejeros. Y dijo: “Ahora sí había mujeres preparadas”. ¿Eso qué quiere decir? ¿Quizá que no había mujeres preparadas hace cuatro años para nombrar a ocho consejeras?
Presentan una realidad como que no hay machismo, no hay limitaciones, solo circunstancias. Muchas mujeres conservadoras dicen que no quieren ser mujer cuota, sino que quieren el mérito. Pero esto es parte de la manipulación, de la estrategia política conservadora enraizada en los valores machistas que defienden el orden existente y cuestionan los valores de la igualdad. Se unen a estos planteamientos para mantener el orden, a través de la refundación del machismo, pero actúan en contra de los derechos y los ideales que reclaman igualdad y convivencia.
A mí se me acercan hombres y mujeres de manera constante y me dicen 'no quiero que mi hija sea maltratada'. Pero nadie dice 'no quiero que mi hijo sea un maltratador'. Nadie lo piensa porque se entiende que eso solo lo hacen determinados hombres.
En el fondo, este apoyo de las políticas conservadoras a los valores del machismo demuestran la sintonía que hay entre la referencia cultural y el ejercicio de la política que va contra la realidad social y se construye sobre una falacia.
¿Qué podemos hacer los medios de comunicación para comunicar mejor sobre igualdad?
Trabajar con profesionalidad y responsabilidad. Y esto exige conocimiento, pericia y estudio. Esto se consigue con una visión crítica. Escriben 'han matado a una mujer' y dan a entender que ocurre porque existe violencia en el mundo. Y no, mire usted. Esto es una violencia distinta, pero hay una construcción cultural que nos ha llevado a normalizar la violencia contra las mujeres.
Por eso, los medios de comunicación han de asumir su toma de conciencia de que la realidad es machista y de que la expresión de esa realidad va a venir condicionada por las causas machistas. Y esto se describe sin revisión crítica y es algo que no es una opción, porque el derecho a la información es el derecho a que la sociedad conozca la realidad tal y como es.
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