La vida un año después de la DANA que arrasó con decenas de municipios en Toledo: “Ha sido como empezar de cero”
Casas inundadas, barrios intransitables, vidas paralizadas. Las consecuencias de la gran tormenta, la DANA, que asoló decenas de municipios en Toledo, dejó a incontables familias en situación de desamparo y se cobró también tres vidas. Pero, ¿qué pasa un año después de esta gran tragedia? La recuperación ha sido lenta, mucho más de lo que esperan las personas afectadas.
Las imágenes de la gran tormenta que dejó aislado el pueblo de Chozas de Canales todavía siguen fijas en la memoria de Nuria Robledo, la alcaldesa de la localidad. “Todavía me encuentro cajas con barro en mi casa”, asegura en conversación con este medio. “Hubo un momento en el que no podía ni volver a entrar en ella”, recuerda.
La carretera que se partió en dos, una imagen que se viralizó como símbolo del desastre, volvió a abrir por completo hace menos de dos meses. La pequeña localidad toledana quedó prácticamente aislada del todo durante los peores momentos de la tormenta, y luego hubo que habilitar un viejo camino para que la población pudiese salir y entrar del pueblo.
Pero Robledo destaca que lo que afloró entre la tragedia fue la solidaridad. “Nos quedamos incomunicados por las dos carreteras. Veía cómo se iban cayendo los muros. Se fue la luz, el Internet, todo”, resalta. Pero tras la impotencia y la desesperación, tocaba reconstruirlo todo.
“La gente se volcó, fue un momento para demostrar que éramos un pueblo solidario. Se hizo una fiesta para celebrar el Orgullo de Chozas, y todo el pueblo ayudó a limpiar las casas, recaudar dinero. Recuerdo enviar un aviso para que se acercara gente con cepillos en la plaza del pueblo y acudió todo el mundo, que comenzó a barrer todo el pueblo”, recuerda.
Robledo además señala que ella acababa de asumir el cargo como alcaldesa. “Vino Sergio Gutiérrez [secretario de Organización del PSOE Castilla-La Mancha] y me dijo: has entrado para arreglar el pueblo y te va a tocar reconstruir”. Reconstruirlo, prácticamente todo: el campo de fútbol, la piscina, la biblioteca, “todo estaba inundado”. “Se trata de tomar decisiones. Habrá a quien le guste o no, pero así fue”.
Miles de incidencias
Las cifras que resultaron tras la tormenta son muy significativas. A las tres semanas, el Gobierno de España hizo un cálculo estimado de que los daños llegaban a los 300 millones de euros en toda la región, la mayor parte en la provincia de Toledo y también en Cuenca. Instituciones como la Diputación de Toledo pusieron en marcha partidas extraordinarias de urgencia para paliar los principales problemas a los que se enfrentaban los pueblos que todavía limpiaban el barro de sus casas.
Se registraron miles de incidencias. “Fueron 20 días los que tuvimos activado el Plan de Fenómenos Meteorológicos Adversos, Meteocam, desde el 2 de septiembre”, recuerda Ana María Sánchez, jefa de sala del servicio del 112. En 20 días, atendieron 36.000 llamadas. “Muchos pueblos llenos de barros, muchísimas zonas inundadas. A eso nos enfrentábamos durante 20 días”, recuerda.
En total, señala, el Servicio de Emergencias atendió 2.993 incidentes. “Estábamos preparados, pero hasta que no empiezan a ocurrir los incidentes, no eres capaz de poder calibrar un poco la magnitud de lo que ha pasado”, explica la profesional. “Cuando empiezan a desbordarse los arroyos, a inundar las carreteras, sabes que las llamadas serán de daños materiales, ya que las casas se anegan de agua. Y, seguidamente, empiezan los incidentes delicados, por daños personales”.
“Lo material tiene solución, pero lo personal, no”, reflexiona Sánchez. “Tienes que ser capaz de distinguir entre toda la vorágine de llamadas dónde está realmente el riesgo vital”, recalca.
Tienes que ser capaz de distinguir donde está el riesgo vital
Son los operadores los que tienen el papel fundamental en este caso. “La mejor criba posible, para ser capaces de distinguir dónde está el riesgo vital”, reflexiona. El servicio crea una suerte de “mapa” en para intentar comprender lo que ocurre, dónde está ocurriendo y ver qué recursos serán necesarios. “Si tenemos arroyos o cauces de ríos secos, sabemos que con una venida de agua en una hora, podemos tener un pueblo inundado”, explica Ana María Sánchez.
Ante este tipo de situaciones, señala, la prevención es fundamental, adelantarse a lo que pueda ocurrir y actuar lo más rápido posible. “Nuestro servicio de emergencias es un servicio integrado. Desde el 112 se coordina absolutamente todo. Si una persona está atrapada en una carretera, nosotros avisamos a los bomberos, a carreteras, a la Guardia Civil o al SESCAM. Esta es nuestra ventaja”, señala.
Y aunque la tragedia ha ocurrido, también hay lugar para el aprendizaje. “Lo que tenemos que estar es preparados, para poder dar una buena cobertura y un buen servicio al ciudadano. Entraron 36.000 llamadas, pero podrían haber sido 50.000”, concluye.
Sin ayudas, un año después
Javier González es el propietario de Producciones Múltiple, una de las empresas afectadas por la riada que azotó la zona del polígono industrial de Toledo. “Ha sido como empezar de cero”, explica. Primero fueron los amigos que tuvieron que ir a ayudar con el barro y luego tomar decisiones para mantener la actividad de una empresa que lo había perdido todo. “Se ha hecho todo a base de echarle narices”, afirma.
Todavía no ha llegado “prácticamente” ninguna ayuda de las muchas que solicitaron, con mucha dificultad porque incluso los documentos quedaron destruidos por las fuertes lluvias. “Todo ha sido en base a préstamos para seguir trabajando al mismo ritmo que antes”, recalca. Su empresa perdió su almacén, las oficinas, todo, incluso sus servidores informáticos. “Pero todavía no sabemos cuánto vamos a recibir por parte del Consorcio [de Seguros] para poder recuperar las inversiones que hemos tenido que hacer”, describe.
“Es volver a empezar de cero, pero no en el cero de antes, porque ya teníamos clientes, personal y una dinámica y trayectoria”, resalta.
Lento retorno a la normalidad
Muchos de los pueblos y barrios no han logrado volver a la normalidad. La portavoz de la Diputación de Toledo, Soledad de Frutos, recuerda que fue una situación “impactante”, pero que tenían “claro” que la institución “tenía que ponerse al servicio de los vecinos de la provincia” desde el minuto uno. “Para poder ayudar, se creó además, por primera vez en la historia de la Diputación de Toledo, un Gabinete de crisis, donde estábamos todos los diputados y, sobre todo, los técnicos de la institución provincial, para rápidamente desplazar nuestras brigadas y los servicios de limpieza”, resalta de Frutos.
Tras pasar los primeros momentos de emergencia, la Diputación se puso “manos a la obra” para afrontar las ayudas económicas necesarias. “Teníamos claro que los municipios tenían que tener la seguridad de que iban a poder paliar, en la medida de lo posible, los daños materiales en infraestructuras y servicios”, resalta, en referencia a la partida de diez millones de euros. “Algo que no fue sencillo recién empezada la legislatura y terminando el ejercicio de ese año”, resalta. La ayuda estuvo disponible “en menos de tres meses”. También se gestionó un crédito para el arreglo de la carretera de Chozas de Canales. Es, explica, “una de las inversiones más importantes” que ha tenido que afrontar la Diputación.
“Conseguimos ser la primera administración en ponerse a la cabeza en esta situación, porque somos conscientes que cuando es necesario tenemos que estar y no demorar nuestra ayuda”, asevera la diputada. Sin embargo, reconoce que “aún quedan cosas por hacer” y “seguimos pendientes de ello”.
“Vamos a seguir a disposición de los pueblos en todo lo que podamos ayudar. Han sido 9 meses de arduos trabajos que han dejado claro nuestro compromiso firme y decidido con las necesidades de los pueblos de la provincia”, recalca. .
Una nueva tubería en el sistema de abastecimiento de Picadas
Un ejemplo significativo de que los avances son lentos es la instalación de una nueva tubería del sistema de abastecimiento de Picadas, cuya avería durante la DANA dejó sin agua a casi 400.000 personas entre pueblos de Toledo y Madrid. La instalación todavía no ha acabado y se prevé que finalice en enero de 2025. Un año y cuatro meses después.
En el caso de Toledo capital, el alcalde Carlos Velázquez ha admitido también que quedan “secuelas”, especialmente en el caso del servicio de autobús urbano. La mitad de la flota quedó sepultada bajo el barro. Pero Velázquez destaca, en declaraciones a Europa Press, que ahora hay que tener en cuenta que estos “acontecimientos meteorológicos pueden volver a suceder y pueden volver a ocurrir”, por lo que la intención es acometer medidas que vengan a “minimizar los daños en la medida de lo posible, pero siendo conscientes de que puede volver a ocurrir”.
“No nos olvidamos de aquellas imágenes que pudimos vivir aquí”, ha apuntado. “Hace un año estábamos a estas horas dando vueltas por Toledo y mirábamos con preocupación el cielo, y hoy, por fortuna, la situación es distinta”, concluye.
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