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Ciudad Real, un viaje por la provincia con mayor diversidad natural de la península

Parque Natural Valle de Alcudia  y Sierra Madrona

Alicia Avilés Pozo

Desde la llanura manchega hasta las grandes montañas de Sierra Madrona, desde sus volcanes a sus pequeños escondites fluviales, los casi 20.000 kilómetros cuadrados de la provincia de Ciudad Real aglutinan la mayor superficie natural de la península ibérica, partida por la mitad por el río Guadiana. Más de un centenar de pueblos conforman este territorio en base a comarcas histórico-medievales, enmarcadas en la diversidad de La Mancha que Miguel de Cervantes fraguó en su Quijote, pero sobre todo en la gran cantidad de espacios protegidos, refugio de flora y fauna, y un imán para visitantes admiradores de la versatilidad de sus paisajes y opciones turísticas, cada vez más populares.

Resulta inevitable identificar la provincia con los dos parques nacionales que alberga. El de Las Tablas de Daimiel es un emblema ya de toda España. El gran humedal del interior del país, único de esta categoría, es también de los más antiguos con esta distinción, que consiguió en 1973. Posteriormente, sus 3.000 hectáreas también fueron declaradas Reserva de la Biosfera y pasaron a formar parte del Convenio Ramsar, como Humedal de Importancia Internacional.

Las Tablas, en realidad, representan el último ecosistema conformado por estas capas fluviales como consecuencia del desbordamiento de los ríos Guadiana y Gigüela, favorecido a su vez por la escasez de pendiente en el terreno. Es decir, las tablas son las ‘hijas del agua’ de la llanura. Con su declaración como Parque Nacional se dio un gran paso en la conservación de uno de los ecosistemas más valiosos de nuestro planeta, asegurando así la supervivencia de la avifauna que utiliza estas zonas como área de invernada, mancada y nidificación. Cuenta por este motivo también, desde 1988, con la protección como Zona de Especial de Protección para las Aves (ZEPA).

En estas últimas semanas, el trompeteo de las grullas ha sido uno de los mayores atractivos de este parque, aunque pueden visitarse durante todo el año. Hay una gran variedad de actividades: se pueden visitar de forma libre y gratuita mediante diversos itinerarios, pero también contratar excursiones para visitarlas a pie y con guías, en todoterreno por zonas restringidas o en grupos organizados para escolares y familiares. Su Centro de Visitantes informa ampliamente sobre todas las posibilidades y sobre las normas y recomendaciones.

Si echamos la vista más al norte, compartido con la provincia de Toledo se encuentra el Parque Nacional de Cabañeros. Debe su nombre a las pequeñas casas y chozas que los pastores y carboneros usaban como refugio temporal en la antigüedad. Algunas de ellas permanecen allí, salvaguardadas por los descendientes de los antiguos pobladores de los Montes de Toledo. Este parque, con 40.000 hectáreas, es en la actualidad uno de los espacios protegidos de mayor relevancia del país, por la gran diversidad de especies faunísticas y botánicas, y por su peculiar geología, una joya del monte mediterráneo.

Un gran refugio de avifauna

Los pastores mencionados y los agricultores son quienes han dado forma a su paisaje, salpicado por extensas rañas de uso anteriormente cerealístico en secano y con ricos pastos estacionales. Es el refugio ideal para algunas de las especies más representativas de la avifauna silvestre como el águila imperial ibérica, la cigüeña negra, o el buitre negro; y de mamíferos como el ciervo, el corzo o el jabalí entre otras especies. La variedad se completa con árboles y arbustos que proporcionan variados microclimas, como trampales, bohonales, o reductos de bosques atlánticos de gran interés botánico. Todo intacto y único. También pueden verse fósiles de más de 500 millones de años de antigüedad.

Cabañeros obtuvo su declaración como Parque Nacional en 1995, de manera posterior a la ZEPA que ya tenía desde 1988. Dada su enorme extensión, para poder conocerlo, la visita se puede realizar de diversas formas, a través de las diversas rutas senderistas o también mediante vehículos todotorreno previa reserva y por zonas más restringidas. En el primer caso, se puede hacer de forma libre (la mayoría de rutas están señalizadas) aunque desde la organización recomiendan hacerlas con un guía.

En varias localidades del entorno del Parque Nacional hay una serie de centros de interpretación y museos etnográficos. De hecho, desde la provincia de Ciudad Real es muy recomendable hacerlo desde el Centro de Visitantes de Horcajo de Los Montes o también desde Casa Palillos, en Retuerta del Bullaque.

Y al margen de los parques nacionales, hay otros espacios protegidos, pequeños y accesibles, pero de valor casi incalculable, todo un contraste paisajístico consecuencia de la orografía y de la gran extensión de la provincia. Destacamos algunas microrreservas como la de la Laguna de Caracuel, en el Campo de Calatrava; o la de la Laguna de los Carros, en pleno corazón de La Mancha, entre Alcázar de San Juan y Quero.

Ríos y reservas como nichos ecológicos

De día son espacios donde contemplar aves migratorias, y que complementan a otros humedales que no dejan de ser especiales en las secas tierras manchegas. Para muchos expertos, son “nichos ecológicos” dominados por la presencia de ríos y tablas fluviales. Es el caso del Paisaje Protegido Chorrera de Horcajo, junto a Cabañeros, con una cascada de 12 metros de caída; la Reserva Fluvial Abedular de Riofrío, donde es necesario solicitar cita previa; o la Reserva de Sotos del Río Milagro, una de las cubiertas vegetales y de riqueza de suelo más singulares de España. Completan la lista el Complejo Lagunar de Pedro Muñoz y la Reserva Natural de las Lagunas y Albardinales del Cigüela.

Episodio aparte en este conjunto de espacios protegidos merecen los dos parques naturales de la provincia. El de las Lagunas de Ruidera es un auténtico espectáculo visual en medio del Campo de Montiel. El color de sus aguas y los pequeños cerros que las rodean conforman uno de los paisajes más bellos de Castilla-La Mancha, de libre acceso pero con especial atención a la regulación de sus baños y a las normas de conservación y de “civismo ecológico”.

Por su parte, el Parque Natural Valle de Alcudia y Sierra Madrona es el quinto mayor de España y uno de los más atractivos en cuanto a la contemplación de la naturaleza en su estado más virgen, casi en la frontera con Andalucía y en los términos municipales de Almodóvar del Campo, Brazatortas, Cabezarrubias del Puerto, Fuencaliente, Hinojosas de Calatrava, Mestanza, San Lorenzo de Calatrava y Solana del Pino, con una superficie de casi de 150.000 hectáreas.

Su patrimonio natural se une al histórico, cultural y social, sobre todo por los yacimientos del Neolítico y del Imperio Romano, y por el arte rupestre esquemático, sobresaliente a nivel mundial. Todo ello se fusiona con una extensa red de vías pecuarias y con el excelente grado de conservación de los recursos forestales. Tiene casi una decena de accesos de forma libre y gratuita, pero también organiza rutas senderistas de turismo sostenible, actividades recreativas y de aventura, y numerosos itinerarios interpretativos.

Y, sin embargo, con todas estas rutas, no hemos recorrido ni un 15% de la provincia. En su refugio natural, las opciones de multiplican si destacamos otro de los grandes tesoros de Ciudad Real: sus volcanes. Aunque en este caso vuelve erigirse el Campo de Calatrava como el núcleo central, la provincia entera está llena de sorpresas. Entre los más espectaculares, destacamos el Volcán del Alhorín, en Solana del Pino, y sobre una de las orillas del embalse de Montoro. Es una de las manifestaciones de vulcanismo ubicada dentro del Parque Natural de Valle de Alcudia y Sierra Madrona.

Le siguen en su singularidad los Castillejos Volcánicos de La Bienvenida, un paisaje único formado por cerros elevados en mitad del paisaje, resultado de una antigua y violenta erupción volcánica, y que los romanos ya usaron como cantera. Muy diferente pero igualmente sorprendente es el Monumento Natural del Volcán de Piedrabuena, una de las manchas formadas por rocas eruptivas más extensas de la región, y que puede contrastarse con otros restos como el del Cerro de los Santos, el Volcán de Peñaroya o las lagunas volcánicas de Michos, de la Posadilla o de la Alberquilla.

Finalmente, no se puede hablar de la provincia de Ciudad Real sin hacerlo más específicamente de turismo sostenible. Es casi algo implícito en sus rutas porque a ello obliga su gran diversidad natural. En este caso, hay centenares de rutas operadas por los ayuntamientos y mancomunidades, con ayudas de la Diputación provincial, y también por otras empresas privadas y particulares que han visto en muchos de sus recursos un potencial turístico de primer nivel. En casi todos los casos son excursiones que lindan o se complementan con los espacios que hemos relatado.

Por poner algunos ejemplos, en Fuencaliente, hay una ruta de senderismo interpretativo por La Bañuela. Son unas seis horas en 16 kilómetros que recorren el nuevo camino habilitado por el Parque Natural Valle de Alcudia para observar el monte mediterráneo y que confluye con la cima más alta de Sierra Morena Oriental. Y también desde Fuencaliente puede realizarse una experiencia de aventura y etnoturismo por la Chorrera de la Sierpe y Peña Escrita, que además está adaptada para niños y mascotas. El recorrido incluye un inmenso bosque de pinos, en el que se disfruta de los sonidos de las aves que lo habitan, además de numerosas pedrizas y rocas forradas de musgo. Esta última es una de las rutas más interesantes para conocer el arte rupestre esquemático mencionado anteriormente, procedente de los pobladores prehistóricos de Sierra Madrona.

Muy populares se han vuelto también las excursiones de ecoturismo, senderismo y ‘birding’ (avistamiento de aves) que van a Las Tablas de Daimiel por la Laguna de Navaseca. Son unas cuatro horas de recorrido mixto a pie y en todoterreno. En la ruta se pueden contemplar aves como el flamenco, habitual todo el año, la malvasía cabeciblanca o el pato cuchara. Y efectivamente, el espectáculo de la invernada de las grullas desde noviembre hasta marzo. Finaliza este camino con una visita a pie por la ruta de la Isla del Pan, la que va conectando islas de las Tablas mediante pasarelas de madera.

En todos los parques nacionales y naturales de la provincia hay actividades organizadas centradas en el ecoturismo y en la responsabilidad con la naturaleza. En algunos casos, como por ejemplo en las Lagunas de Ruidera o en varios humedales, se incluyen actividades de educación ambiental para niños y jóvenes, la mejor manera de que esta provincia mantenga su patrimonio natural como herencia de padres a hijos. No deja de ser un territorio del Quijote, pero con lugares que el propio Alonso Quijano nunca imaginó.

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