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La alcaldesa de Burgos hace necesaria la Ley de Memoria Democrática

Director de la Cátedra de Memoria Histórica y Democrática Eduardo de Ontañón. Universidad de Burgos
Cristina Ayala, en su visita a los yacimientos de la sierra de Atapuerca.
27 de julio de 2023 09:24 h

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La alcaldesa de Burgos, Cristina Ayala, del Partido Popular, con sus declaraciones en el Pleno municipal, se ha convertido voluntariamente en la mejor exponente de la importancia y necesidad de la Ley de Memoria Democrática (Ley 20/2022). En una decisión sin precedentes y a todas luces inconveniente para la imagen de partido de Estado o constitucionalista, ha decidido renunciar al convenio de colaboración que el Ayuntamiento mantenía con la Coordinadora para la Recuperación de la Memoria Histórica, y al previsto con la Cátedra de Memoria Histórica y Democrática Eduardo de Ontañón, de la Universidad de Burgos. “Este equipo de gobierno no va a caer en eso”, ha afirmado.

La señora Ayala ha mostrado cómo opera el PP en relación a la Historia de España: de manera selectiva y tergiversadora, insensible, entendiéndola como mero guion para fastos y soflamas. Obsesionada con convertir la ciudad de Burgos en un parque temático sobre el Cid, a la alcaldesa le parece que no debería investigarse y estudiarse todo lo sucedido en el siglo XX español antes de 1978. Nada nuevo, la Transición convertida en una suerte de Sábana Santa que cubre y opaca todo lo acaecido entre 1898 y 1978, mantra que el PP repite a cada rato tratando de ofrecer un discurso positivo y cordial, el de la concordia a su negacionismo histórico. En esto no se diferencia en nada de Vox.

La Historia es una disciplina académica, sujeta a una metodología científica, que busca conocer el pasado en su complejidad y saber de las vidas de quienes vivieron tales momentos. Hoy en día, la Historia se hace desde el compromiso con los valores democráticos y de Derechos Humanos: se preocupa por los de abajo, por las víctimas, por las mujeres, por los oprimidos y minorías, por las mayorías anónimas…, y no sólo por las élites como se hacía antaño. Se hace historia social para alcanzar un sentido de historia total; porque el valor “democrático” nos enseña que toda experiencia es importante, toda vida cuenta.

La historia de España del siglo XX es la de una época sometida a muchos cambios y tensiones, conflictos y transformaciones. A diferencia de lo que piensa la alcaldesa de Burgos, la II República no fue ninguna anomalía o régimen perverso, fue la primera democracia española plena, absolutamente representativa de la Europa de su época. La anomalía histórica fue el franquismo, una dictadura militar de casi 40 años que supuso el envilecimiento y empobrecimiento del país, y la más importante pérdida de derechos y libertades que podamos imaginar. ¿Cuál es el interés malsano en investigar y conocer lo sucedido en este pasado? ¿Es algo necesario? La respuesta se la han dado a la puerta del Ayuntamiento decenas de familiares de víctimas del terrorismo franquista, muchos de ellos todavía sin saber dónde están los restos de sus familiares asesinados.

Con esta postura de rechazo al conocimiento del pasado, al encaramiento de los crímenes contra la Humanidad que supusieron los asesinatos de la represión franquista, al conocimiento de lo que fue la experiencia de sometimiento, desposesión y explotación de los vencidos de la Guerra Civil, el PP se convierte, muy benjaminianamente, en cómplice de la dictadura, en perpetuador de sus bulos sobre la II República y la Guerra, en continuador de la tergiversación histórica y desmemorización sistemática que promovió activamente el franquismo.

En Europa no comprende nadie, salvo la ultraderecha, que no se atienda y conozca el pasado conflictivo y traumático. Encararlo y conocerlo supone, justamente, una afirmación de los principios democráticos de respeto y convivencia, una defensa de la vida y el diálogo frente a la violencia, la opresión y la intolerancia.

Estas son las primeras medidas de los ayuntamientos del PP-Vox, instaurar el guerracivilismo, porque eso es lo que ellos hacen: erigirse en vencedores y negar los derechos de las víctimas y el valor del conocimiento de la Historia para las nuevas generaciones. Lo llaman concordia, pero se trata de ocultación y censura, de inhumanidad y negacionismo histórico.

Desde la Cátedra de Memoria Histórica y Democrática Eduardo de Ontañón de la Universidad de Burgos seguiremos trabajando para esclarecer y conocer el pasado, las pérdidas y desastres, toda la tergiversación, manipulación y fealdad del pasado, todo el sufrimiento de las víctimas, incluyendo la Transición. Nuestro equipo de investigación lleva décadas cumpliendo con este compromiso social con pleno conocimiento de su valor humanitario y científico. Hoy nos ha acusado una alcaldesa de usar la Historia para hacer política (qué franquista suena esto), para, inmediatamente, negar ella valor del conocimiento y la verdad.

Cuando no hay compromiso con la Memoria Democrática, cuando se la desprecia, el mensaje cala: se jalea la intolerancia, la deshumanización, el desprecio por la vida ajena. Y eso da alas a los ultras. Las declaraciones de la alcaldesa de Burgos son una demostración de lo lejos que estamos de asumir principios y valores democráticos. Lo repetiré una vez más: no se puede ser demócrata para el presente y franquista para el pasado.

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