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La ruina de una de las joyas del románico de Soria: “Con 24.000 euros en 2005 se hubiera salvado”

Retablos vacíos de la iglesia de La Barbolla.

Javier Ayuso Santamaría

La Barbolla (Soria) —

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Un par de gatos maúllan y olisquean al desconocido que llega. Son los reyes de La Barbolla, una localidad perteneciente a Quintana Redonda, en la provincia de Soria. Este pequeño pueblo se encuentra en sus últimos estertores y cuenta con solo dos habitantes censados, un matrimonio que hacen de guardeses del pueblo y que no suelen pernoctar allí. En unas calles de tierra, en las que se nota la mano de sus cuidadores al estar segadas y sin maleza, apenas resisten un par de casas y unas naves agrícolas de la pareja. Desde uno de estos edificios con tejado de chapa se atisba el desastre: un iglesia románica del siglo XII en ruinas, sin techo y con unos muros de piedra a los que el paso de tiempo comienza a resquebrajar. Los felinos insisten en hacer de guía hasta las puertas del templo.

Esto no ha sido siempre así, la iglesia de San Bartolomé de La Barbolla era y es una de las joyas del románico rural de la provincia de Soria. A simple vista parece el esqueleto y testigo de la guerra; pero no, la falta de inversión y de interés en unas y otras administraciones en una parroquia que tuvo su última misa en a principio de los 90 ha derivado en el estado actual, como lamenta Luis Carlos Pastor, miembro del colectivo 'Románico sin techo'.

Este profesor jubilado de Geografía e Historia lleva varios años exponiendo el mal estado de conservación del patrimonio soriano. La última estocada: el derrumbe del tejado en noviembre de 2023, algo que se podría haber evitado de haber actuado antes. “Con 24.000 euros en 2005 se hubiera salvado”, comenta.

Apenas a 20 metros de la espadaña, en una senda completamente verde —algo raro para finales de verano en la 'extrema dura' soriana—, el cementerio certifica de pleno el fin de La Barbolla. La última lápida data de 1990 aunque los restantes enterramientos son de antes de 1975. El humilde camposanto también acoge cruces de madera completamente comidas por el tiempo sin mayor indicativo de fecha ni identidad. El último añadido, una placa de reciente aparición que se encontraba en la capital de la provincia en memoria a un cabo de artillería de La Barbolla que murió “gloriosamente por la patria en la Campaña de África”, como recoge la estela.

La cronología del desastre del templo comienza a principios de los 90 —recuerda Pastor— con la marcha de los últimos habitantes fijos y tras ese último oficio, una misa de un 'hijo del pueblo' del que trajeron las cenizas desde Zaragoza. “Ahí empezó el desastre y al irse esa gente, la Iglesia empezó a sacar lo que consideraban de valor”, apunta.

Poco a poco, año tras año, durante los 90, se fueron llevando las imágenes de la parroquia: un retablo de La Anunciación pintado sobre madera que estaba en la sacristía, una imagen de un Cristo de La piedad de estilo gótico o un sagrario. Parte de estos bienes se pueden ver en la iglesia de Santa Bárbara en Soria, un templo construido en 1999. De la iglesia de La Barbolla también desaparecieron dos estelas medievales.

El responsable de esta detracción, según explica Pastor, es el Arzobispado de Osma-Soria, pero no son los únicos, también hay amigos de lo ajeno que han reventado la puerta en varias ocasiones para husmear y tratar de expoliar lo poco que le queda al templo. Estos expoliadores han violentando en numerosas ocasiones la desvencijada entrada que aguanta con una cadena y un boquete derivado de los últimos asaltos.

Al encarar la portada de la iglesia se ven los parches que se han ido acumulando. Un palo de madera sujeta lo que sería una columna románica; la madera y el techo de la portada amenazan con la caída instantánea con el primer vendaval de otoño.

A la altura del presbiterio, un derrumbe permite una entrada a modo de escalera. Desde lo alto del montículo de escombros, la imagen impacta: de frente un retablo dorado con las hornacinas vacías da la bienvenida. A la derecha, el retablo mayor completamente desierto con un altar en el que una vela de reciente colocación muestra que alguien sigue teniendo respeto por la historia del templo. Para bajar, un engrudo de maderas labradas proveniente de un cuadro, vigas, bancos y tejas hacen de rampa.

Al fondo, en el coro, la madera carcomida de la barandilla y escalera no invitan a subir. La ruina se nota en cada detalle del maltrecho templo al que apenas le queda nada que recuerde que allí se daban misa; una imagen de la Pasión de Cristo con una cruz pequeña debajo del viacrucis junto a la subida a la parte de arriba y en la zona del altar una lámina. Nada más; la iglesia está completamente desmantelada.

Un estudio en 2005 buscaba revertir el deterioro

Volviendo al historial del declive del templo, ya en 2005 se hizo un estudio para recuperar la iglesia, que fue aceptado en 2008. Lo que se buscaba era una intervención para arreglar sobre todo el tejado por “24.000 euros”. Esa cantidad de dinero hubiera salvado el templo; pero ni Junta de Castilla y León ni el Arzobispado “hicieron nada”, reprocha Pastor.

En 2014 comienzan a derrumbarse partes de la iglesia: primero el techo la sacristía, en el lado izquierdo de la iglesia, y empezaba a desprenderse el muro norte de la iglesia. En 2020 un médico de la zona consigue la llave para entrar en el templo, desde los 90 nadie fuera de la Diócesis habría entrado dentro.

La primera visita en años ofrece un resultado preocupante, como relata este profesor ya jubilado: “Había muchos desperfectos en las vigas. Se veían que estaban mojadas, que se iban a romper porque estaban pudiéndose. Allí vivía una lechuza y una jineta o un felino. Además, un tejadillo que tiene la espadaña también ya se estaba cayendo”.

Desde el colectivo 'Románico Sin techo' alzaron su queja tanto a la Junta de Castilla y León, al Ayuntamiento de Quintana Redonda y la Diputación de Soria. “Nadie respondió”, reprocha Pastor. Solo les atendió la jefa del Servicio Territorial de Cultura, ya en 2021, junto con el delegado delegado episcopal de Patrimonio Cultural de la Diócesis de Osma-Soria. Al entrar encontraron un nuevo desperfecto al ver a un retablo de un Cristo por los suelos.

Ambos representantes dijeron que no podían hacer “nada” —no es BIC—. La queja llegó hasta el Procurador del Común de Castilla y León. El obispo de Osma-Soria respondió al requerimiento que “como no tenía culto no se podían hacer cargo de la iglesia”, sostiene el miembro de 'Románico Sin techo'.

“En toda esa dejadez es verdad que la que tiene la culpa es la Diócesis, pero es que las administraciones públicas tampoco han hecho nada”, apostilla Pastor. El primer ataque de ladrones se registró el 28 de mayo de 2023, el día de las elecciones municipales. Rompieron la puerta, dieron una vuelta y “aparentemente” no se llevaron nada, como indica Pastor. También los asaltantes aprovecharon para darse una vuelta por el pueblo y entraron en las escuelas con el mismo resultado.

9 de noviembre de 2023. Ese es el día del golpe más duro para la iglesia en honor a San Bartolomé. El tejado se derrumba. La llamada de una de las habitantes pone en alerta al colectivo 'Románico Sin Techo', que trata de hablar con el Arzobispado sin que, como señala Pastor, este dé respuesta.

Desde entonces, más robos y más retirada del poco patrimonio que quedaba de mano de la Diócesis. A primeros de enero de 2024, Lorenzo, el otro vecino, se encontró entre la niebla una grúa que estaba cargando las campanas y la pila bautismal. Estaba atónito y “decepcionado”, como asegura a preguntas de este diario. Para él, no queda futuro en La Barbolla y la iglesia resume el porvenir del rural soriano solo con ver su estado.

Diócesis y Junta se desentienden

La Junta de Castilla y León se comprometió en actuar en La Barbolla en enero de 2024. El consejero de Cultura, de quien depende el área de Patrimonio, Gonzalo Santonja, trasladó su compromiso al Obispado. A preguntas de este medio, desde esta Consejería se ha precisado que no depende de ellos al no ser los titulares del templo, ya que pertenece a la Arzobispado de Osma-Soria. Tampoco, según Pastor, quieren abordar la declaración de Bien de Interés Cultural a pesar de que el propio consejero en varias intervenciones en las Cortes autonómicas haya relatado que conoce el caso y hasta vecinos de La Barbolla.

elDiario.es también se ha dirigido al delegado episcopal de Patrimonio Cultural de la Diócesis. A una batería de preguntas que buscaba respuestas sobre si era posible haber conservado esta iglesia, qué había pasado con todo el patrimonio que acogía o la política que están llevando para tratar de salvar el patrimonio, además de posibles fórmulas que puedan estar estudiando para ello, el responsable se ha limitado a responder que, tras mantener una reunión con “un miembro de ”Hispania Nostra“, un miembro de 'Románico sin techo', dos miembros de la Junta de Castilla y León”, el Obispado autorizó a la asociación de la que es miembro Pastor a realizar un “micromecenazgo” para recaudar fondos con “la finalidad de consolidar la ruina de La Barbolla”.

Un pueblo y una comarca que vivía por su iglesia y ritos

La Barbolla nunca fue boyante en población: los censos del siglo XIX registraban 63 vecinos y 16 hogares, pero su iglesia sí contaba con el fervor de la gente de la comarca. La fe y la gente hicieron mantener viva el templo. Un 10 de enero en los primeros años del siglo XX La Barbolla vivió su particular milagro. El pueblo pidió a un niño Jesús que parase de nevar de forma copiosa, al día siguiente templó y todo se convirtió en agua.

Desde entonces, cada vez que había una tormenta los vecinos sacaban al portalillo de la iglesia al niño Jesús, fabricado en humilde escayola, para rezarle hasta que pasase la tormenta. “Eso es lo único que dejaron, la imagen del niño que es de escayola”, agrega Pastor, y que ahora custodian los dos vecinos.

El pueblo y la zona también tenían mucha devoción hacia el Santo Cristo de la Piedad al que le pedían que lloviese, ya que la zona vivía y vive del campo y mirando siempre al cielo en busca de agua. Hasta La Barbolla acudían unas 2.000 personas en un romería en un pueblo con 20-30 vecinos el siglo pasado. La borrasca 'Filomena' se encargó de destruir la misma imagen —sin valor para el Arzobispado por ser de “autor popular”, según Pastor— a la que se encomendaban las gentes de la comarca.

Dentro de la iglesia, había pendones para sacarlos en esas fiestas de los que solo queda un mástil con un harapo de tela de color púrpura y carmesí. El resto todos han sido robados. También había un perchero para colocar exvotos, sobre todo coletas, cuando la Virgen del Cristo de la Piedad creían que había intercedido a su favor. Estos elementos tampoco están a día de hoy.

La pila bautismal al menos sí está localizada; se encuentra en Quintana Redonda. Pastor muestra su descontento sobre cómo se encuentra, según el exprofesor, se halla “tirada” en el suelo sin las piedras de la base que la sustentaba.

Todo este patrimonio, el material y el acervo popular, está en serio peligro. Según estimaciones del colectivo Románico sin techo hasta un centenar de iglesias de los pueblos de Soria están en serio peligro por culpa del deterioro del patrimonio y la falta de inversión. La despoblación y la falta de culto religioso también lo acelera. Lo que se haga con ellos en los próximos años será clave en que haya más casos o no como la iglesia de San Bartolomé de La Barbolla. Todo ello, como reitera Pastor, si solo se hubieran destinado varios miles de euros en solucionar cuestiones puntuales en el momento en que van sucediendo los desperfectos.

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