Que un estudiante sordo pueda completar su formación con la lengua de signos catalana como lengua vehicular -es decir, con la asistencia de un intérprete- es una de las viejas reivindicaciones de los colectivos de personas sordas. Pero esta exigencia está hoy un poco más lejos de hacerse realidad, después de que CiU haya enmendado una propuesta de resolución del PSC que vehiculaba las demandas de estas asociaciones, que hace tiempo que reclaman que los alumnos que lo deseen, tanto en la universidad como a las enseñanzas postobligatorias -bachillerato y formación profesional-, puedan disponer de un intérprete que les facilite el acceso al currículo en todas las horas lectivas.
Actualmente los estudiantes sordos no cuentan con un intérprete para todas las horas, sino sólo para un 50% de las clases, según lamentan las entitdades. El resto del tiempo, deben de esforzarse para leer los labios del docente, buscar apoyo en sus compañeros o, sencillamente, marcharse del aula. “Pierden mucha información curricular y social”, se queja Antonio Martínez, presidente de la Federación de Personas Sordas de Cataluña (FESOCA).
Para remediarlo, las asociaciones de personas sordas iniciaron contactos con las diferentes formaciones parlamentarias -para que se trasladara una propuesta al Govern-, y finalmente lo consiguieron de la mano del PSC, que en su propuesta pedía que los estudiantes sordos de las etapas de secundaria postobligatoria y universitaria “dispongan de servicios de interpretación de lengua de signos catalana, que deben ser gratuitos y universales [...]; eliminando eficazmente las barreras de acceso a la información y a la formación”. Núria Segú, diputada socialista, afirma que “el Gobierno les ha de permitir que puedan tener el 100% del currículo en lengua de signos, tal como recoge la ley”.
Segú se refiere a la ley 17/2010, de la lengua de signos catalana, que recoje que las familias de alumnos sordos y sordociegos puedan elegir para sus hijos dos modalidades de escolarización: “la modalidad educativa oral”, por la vía de la lectura de labios -un modelo que no cuenta ahora mismo con demasiados partidarios dentro del colectivo-, y “la modalidad educativa bilingüe”, en el que la lengua de signos catalana también es la lengua vehicular. En esta última, el alumno requiere de apoyo de un intérprete.
Sin embargo, CiU ha enmendado algunas de las propuestas, tal como consta en el Boletín Oficial del Parlament de Catalunya -con fecha de 30 de septiembre-. La formación de Gobierno considera que las peticiones socialistas, de garantía de una atención completa en lengua de signos, deben encontrar respuesta en los programas ahora vigentes: el CREDA en el caso de las enseñanzas no universitarias y el UNIDISCAT en cuanto a las universitarias. Pero son precisamente estos programas los que las asociaciones consideran insuficientes, ya que actualmente no permiten que los estudiantes puedan recibir todas sus horas lectivas con lengua de signos, al facilitarles intérpretes sólo la mitad de las clases.
El CREDA, el centro de recursos para deficientes auditivos, es el servicio del departamento de Enseñanza de la Generalitat para alumnos sordos de primaria, secundaria, bachillerato y formación profesional. Por un lado, facilita todo tipo de atención individualizada para el aprendizaje de los niños; y, por el otro, proporciona profesionales intérpretes para los más jóvenes, de bachillerato y FP. En el caso de UNIDISCAT, es un programa similar al CREDA que depende del Consejo Interuniversitario de Cataluña, pero con la diferencia que distribuye las ayudas a las universidades, para que sean los propios campus quienes destinen los fondos a los diferentes recursos para alumnos con discapacidad -desde rampas para sillas de ruedas hasta los intérpretes.
¿Y qué atención reciben los alumnos sordos en primaria y secundaria?
Las quejas de las asociaciones, vehiculadas a través de FESOCA, van dirigidas sobre todo a los estudios postobligatorios, porque requieren la figura del intérprete. La atención a alumnos sordos en las escuelas y insitutos, en cambio, la consideran más satisfactoria.
En estos casos, los alumnos no tienen intérpretes, sino que se les dota de un apoyo individualizado -a fuera pero sobre todo dentro del aula-, más centrado en el lenguaje, la comunicación y la vehiculación de sus aprendizajes -es decir, se les da apoyo individual. En ello intervienen logopedas, psicopedagogos, audioprotesistas, orientadores para las familias... “En primaria no necesitan intérprete porque se trabaja el lenguaje y la comunicación a través de la atención especializada, pero de mayores ya no necesitan este apoyo, sino un acceso a la información y al currículo en igualdad de condiciones”, valora Marta Vinardell, maestra, psicopedagoga, logopeda y presidenta de la Asociación para la Difusión de la Comunidad Sorda (Difusord).
Volviendo a las enseñanzas postobligatorias, para Vinardell la figura del intérprete es “imprescindible” para lograr “la plena inclusión en el aula” de los alumnos con discapacidad auditiva, y lamenta que los estudiantes no dispongan de él en todas las horas lectivas.