Aurora, una guardería municipal de Barcelona pionera en los horarios y en ayudar a familias desfavorecidas
Pasan unos minutos de las 17h, la hora en que todas las guarderías públicas de Barcelona suelen cerrar, pero en la Escola Bressol Aurora, en el barrio del Raval, los niños siguen jugando en sus aulas. Milta Noor, una madre de origen filipino, se lleva hoy su hijo a esta hora, pero el pequeño suele quedarse hasta las 19h, porque está apuntado al horario de tardes, el primero de esta franja que se pone en marcha en una escuela infantil municipal en Barcelona.
La Escola Bressol Aurora, que el Ayuntamiento ha inaugurado este mes de enero, es una suerte de laboratorio para la educación de 0 a 3 años, con distintos horarios para adaptarse a las distintas necesidades de conciliación familiar y un servicio de espacios familiares con una reserva de plazas para personas de clase baja, un perfil que a menudo se queda fuera de las guarderías municipales.
El turno de tardes, el más novedoso -los otros dos son el de mañanas y el de jornada completa-, está pensado no solo para quienes trabajan a esas horas, sino también para aquellas familias, sobre todo mujeres, que “no quieren dejar a su hijo tantas horas, pero con la jornada reducida se animan, porque siguen siendo la cuidadora principal de su hijo, pero a la vez tienen ese tiempo para ellas”, apunta la directora de Aurora, Elisa Palau. Esta medida inédita “las emancipa y las libera, porque no se sienten, entre comillas, tan culpables de dejar al hijo la jornada completa en la guardería”, afirma. Además, el hecho de que las familias puedan pasar todo el tiempo que deseen en la guardería les tranquiliza y reconforta, porque les permite conocer a los profesionales que se encargan de la educación de sus hijos.
El centro escolar dispone de 88 plazas, repartidas en distintos grupos. Unos hacen horarios reducidos de mañana (9 a 13h), otros de tarde (15 a 19h) y otros la jornada completa, de 9 a 17h. En el caso de Milta Noor, ha escogido el de tardes para poder ir con su hijo, mientras que por la mañana acude a clases de castellano.
El horario reducido implica también unas aportaciones mensuales rebajadas. En este sentido, las familias que tienen a sus hijos por las mañanas o por las tardes pagan entre 21,10 y 166,70 euros de cuota mensual, teniendo en cuenta que en Barcelona se instauró en 2017 la tarifación social, es decir, el pago en función de la renta. En el caso de la Escola Bressol Aurora, según la directora, la práctica totalidad de las familias que acuden a este centro forman parte del tramo más bajo.
Una de cada tres plazas, para familias pobres
La escuela infantil tiene por objetivo “no dejar a nadie atrás” por cuestiones socioeconómicas, según la directora Palau. Para ello, la guardería ofrece el 33% de las plazas de cada grupo, es decir, una de cada tres, a familias vulnerables derivadas por los servicios sociales.
En esta misma línea, la guardería cuenta con un espacio familiar socioeducativo, un servicio de atención a padres y madres con niños en riesgo de exclusión social. Se trata de una sesión a la semana, de 2 horas y media, de acompañamiento educativo para los niños y sus progenitores. Además, les pone en contacto con los Centros de Atención Primaria (CAP), los Centros de Desarrollo Infantil y Atención Precoz (CDIAP) o los Equipos Interdisciplinarios para la Pequeña Infancia (EIPI) del distrito de Ciutat Vella, para que puedan recibir asistencia en cualquier momento, de forma individualizada y que tenga en cuenta tanto el ámbito educativo como social de la familia y del menor.
Las instalaciones de la escuela infantil Aurora constan de espacios abiertos, diáfanos, y disponen de muchas entradas de luz natural, gracias a los amplios ventanales. Además, tanto el suelo, como las paredes y el techo son de color blanco, favoreciendo al máximo la sensación de claridad. En este aspecto, no se distingue demasiado de muchas de las guarderías municipales. La disposición de los espacios busca cubrir la “necesidad adicional de muchas familias que tienen poco espacio en sus viviendas”, como asegura la teniente de Derechos Sociales de Barcelona, Laia Ortiz.
La directora de la guardería Aurora, Elisa Palau, lo resume de la siguiente forma: “Si ellos no pueden ir a la montaña, la montaña viene a ellos”. De este modo, si los niños en sus casas no disponen de espacios de diversión, la escuela se los ofrece. Y, concretamente, Palau tiene como meta reforzar el tiempo que las criaturas pasan en el exterior, dotando al centro de material natural como pueda ser arena o troncos de madera, para intentar acercar al máximo la naturaleza a los infantes.
Para reforzar el vínculo entre las familias y Aurora, desde el centro han empezado por animar a las familias a que decoren el patio, aún por estrenar, con plantas. A través de estas iniciativas se busca generar un sentimiento de comunidad.
Prueba piloto
Aurora forma parte de una prueba piloto de dos años que tiene como propósito elaborar un libro blanco que marque el rumbo hacia el que tiene que ir “la guardería del siglo XXI”, sostiene Ortiz. La idea surge del proyecto 'Impulsem, Educació i Petita Infància', encabezado por el consistorio hace ya más de dos años, con el fin de hacer una revisión de los servicios que ofrece la ciudad de Barcelona a los más pequeños, más allá de los centros educativos. “Aurora nace de aquí, como mirada integral, de barrio, comunitaria”, declara Palau.
El Raval es, para el Ayuntamiento, el sitio ideal. La diversidad cultural del barrio, con la mitad de la población de origen extranjero, según los datos más recientes del Ayuntamiento de Barcelona, es una “oportunidad” para el colegio, afirma Palau. Además, hacía más de 10 años que no se abría una guardería municipal en la zona. Por eso, la directora del centro considera que la escuela tiene que estar “abierta al barrio, a estas necesidades, donde las familias, con todas sus diversidades, se sientan acompañadas y no se sientan juzgadas, ni presionadas ni normativizadas”.