Los comunes empeoran el resultado de 2015 y pierden la opción de influir en la formación del Govern
“Han ganado”. La frase comenzó a escucharse en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, donde Catalunya en Comú-Podem ha seguido la noche electoral del 21D, cuando el recuento del voto de las elecciones de este 21 de diciembre pasaba el 50%. La candidatura comandada por Xavier Domènech ha quedado lejos del resultado obtenido en 2015 por Catalunya Sí que es Pot. Ocho, frente a los 11 de entonces. Y, lo que es peor para su incipiente existencia como partido, sin capacidad de influir en la formación del futuro Govern.
Domènech ha comparecido ante el centenar de seguidores que ha seguido la noche electoral en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona para defender el resultado de los comicios. El 21D, ha señalado, “tiene un origen ilegítimo”. Pero ha añadido: “el resultado es sagrado”.
El candidato ha estado arropado por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, su número dos en esta campaña, Elisenada Alamany, y el resto de rostros más reconocibles de los comunes (como Jessica Albiach, Marta Rivas o Ernest Urtasun). “No son los resultados que esperábamos y queríamos”, ha reconocido nada más comenzar su alocución. “Trabajaremos desde la oposición con el convencimiento de que esta fuerza política que tiene que construirse se convertirá en la fuerza de gobierno que desencalle la situación que estamos viviendo”, ha apuntado.
Domènech, que durante la campaña se había comprometido a no dar su apoyo a una opción independentista ni a los partidos que apoyaron la aplicación del artículo 155 para intervenir la Generalitat, tiene su única buena noticia en la certeza de que su grupo no tendrá la presión de unos ni otros para una mayoría de Gobierno. “Será una legislatura compleja”. “Nuestro voto servirá para actuar y superar la etapa del 155”, ha concluido.
Sin opciones de influir en la gobernabilidad
La campaña de los comunes comenzó con dificultades y solo en la última parte pareció encontrar un hueco al situarse como “la llave” que podría desencallar la situación política abriendo la puerta del Palau de la Generalitat a un Govern “transversal, progresista y de cambio”. Fue un espejismo afianzado por unas encuestas que no previeron que Junts per Catalunya, la candidatura articulada alrededor del president cesado y huido, Carles Puigdemont, sería la segunda fuerza más votada y que el bloque independentista mantendría la mayoría absoluta.
La estrategia del incipiente partido, que celebró en primavera su primera asamblea y decidió a toda prisa su candidatura cuando el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, convocó las elecciones para este jueves tras aplicar el 155, pasaba por convertirse en imprescindibles para la gobernabilidad de Catalunya.
Algunos incluso soñaban con que Domènech se convirtiera en el candidato Borgen y alzarse con la Presidència de la Generalitat ante los vetos mutuos de los demás candidatos.
La mayoría absoluta del bloque independentista, pese al triunfo cuantitativo de Ciudadanos, ha echado por tierra este relato. La tesis de una alternativa a los bloques no ha decaído solo por el mal resultado de los comunes. Se apoya también en las expectativas incumplidas del PSC (17 diputados) y en la revalidación de la mayoría absoluta de los independentistas. Las posibilidades de atraer a ERC con un programa social y que rechazara los recortes presupuestarios son ahora una quimera.
Construir el partido desde la oposición
Catalunya en Comú es un partido nuevo, creado este mismo año de la unión de Barcelona en Comú, ICV y EUiA. Una formación de la que quedó fuera, por problemas internos, Podem, aunque se unió a la candidatura como coalición tras una dura disputa entre Pablo Iglesias y el ex líder catalán, Albano-Dante Fachin.
La candidatura de los comunes es heredera directa de Catalunya Sí que es Pot, la coalición que en 2015 logró 11 diputados encabezada por Lluís Rabell y que ha transitado estos dos años por el Parlament deshilachándose por momentos.
El estallido en la parte final del proceso independentista, desde el Pleno del Parlament del 6 y 7 de abril hasta la declaración unilateral del 27 de octubre solo auguraba un mejor resultado para un espacio renovado. Tanto, sostienen algunos de los estrategas del partido, que ha vivido una “mutación” de su electorado casi sobre la marcha.
A falta de un análisis más pormenorizado de los resultados, la parte que en estos dos años ha representado el ya exdiputado Joan Coscubiela (proveniente de ICV), ha migrado hacia Ciudadanos. A la vez, creen, los comunes han recibido transferencia desde la CUP y desde ERC. Aunque, obviamente, no ha compensado las pérdidas.
En su mensaje de aceptación de la derrota Domènech ha apostado por “el futuro” del partido. “Son nuestras primeras elecciones. Tenemos que seguir sumando fuerzas. Trabajaremos desde la oposición con el convencimiento de que esta fuerza política, que tiene que construirse, se convertirá en la fuerza de gobierno que desencalle la situación que estamos viviendo”.
Domènech contará con el respaldo de todo el espacio político en Catalunya. Tanto de Ada Colau como del resto de integrantes. Su personalidad, y el respeto que le tienen sus compañeros, le hace mantener el liderazgo de Catalunya en Comú sin dudas.
Pero también tendrá el apoyo de Pablo Iglesias, con quien ha tejido una relación de fortaleza y confianza tras su paso por el Congreso de los Diputados. El líder de Podemos se ha apresurado a dejarlo por escrito en Twitter. También el coordinador federal de IU, Alberto Garzón, quien ha compartido buena parte de la campaña con Domènech, ha saludado al candidato en sus redes. Por si alguien tenía dudas.