La cuestión independentista monopoliza el debate de TV3
Han cambiado tanto las cosas en Catalunya desde 2016, que el debate en TV3 ha comenzado con vídeos de los compromisos contraídos por los candidatos en el último debate para las generales. Un ejercicio de memoria incómodo para la mayoría.
El candidato de ERC, Gabriel Rufián, ha tenido que ver cómo aseguró que abandonaría el Congreso si ganaba el ‘sí’ en un referéndum de autodeterminación. La candidata de Ciudadanos, Inés Arrimadas, ha visto como Juan Carlos Girauta se mostraba “dispuesto a sentarse y a hablar de todo” con los independentistas. Cayetana Álvarez de Toledo, del PP, ha observado como Jorge Fernández-Díaz se comprometía a instaurar un nuevo sistema de financiación para los catalanes.
Unos y otros han justificado los cambios por lo ocurrido un mismo día: el 1 de octubre de 2017. Para la derecha, hubo un golpe de Estado. Para los independentistas, una agresión a las libertades y los derechos democráticos. Todos coincidían en que esa fecha lo cambió todo.
A partir de ahí prácticamente no se ha hablado de nada más. Álvarez de Toledo -vestida de amarillo igual que la candidata de JxCAT, Laura Borràs- y Arrimadas han empezado atacando al director de TV3 y moderador del debate, Vicent Sanchis. “Un ejemplo de la anomalía en Catalunya es usted”, le ha espetado la candidata del PP. “Es el jefe de esta casa, el moderador del debate y está imputado por desobediencia”. Arrimadas ha ido más lejos y ha mencionado hasta en tres ocasiones los 109.000 euros del sueldo de Sanchis e incluso le ha entregado una carta de dimisión que había traído redactada. “Yo la hubiese escrito distinta”, ha ironizado el director de TV3, que ha evitado en todo momento entrar en la discusión.
“Tanto hablar de prófugos y forajidos… Yo no sé si estoy en un western o debatiendo en TV3”, ha señalado Borràs, con dificultades para encontrar su espacio en el debate. Al igual que Álvarez de Toledo y Arrimadas, la candidata de JxCAT tampoco ha conseguido abandonar la cuestión independentista ni durante el bloque dedicado a la economía.
En medio del fuego cruzado estaba Meritxell Batet (PSC), que con su tono calmado y didáctico ha resistido los ataques que le llegaban desde la derecha y le conferían un perfil moderado. Batet ha sido atacada sobre todo por la negociación de Pedro Sánchez con Quim Torra, por algunas palabras de Miquel Iceta y por un hipotético indulto a los políticos independentistas. También le atacaban desde JxCAT, ERC y en menor medida desde En Comú Podem (ECP) por el apoyo a la aplicación del artículo 155 cuando gobernaba el PP.
Precisamente la pugna entre ERC, ECP y PSC por el voto de izquierdas ha ofrecido algún encontronazo entre Batet y Rufián así como entre el candidato de ERC y Jaume Asens, al que se le ha visto en ocasiones nervioso e incómodo, en otras incluso ausente. “Gracias por recordarme que está usted aquí”, le ha llegado a decir el moderador cuando Asens ha pedido un turno de palabra. Rufián le atacaba por su supuesta ambigüedad y Asens no acababa de encontrar la réplica contra el candidato de ERC.
A diferencia de los golpes entre Pablo Casado y Albert Rivera durante el debate en La Sexta, Álvarez de Toledo y Arrimadas han llegado al debate con bandera blanca entre ellas. Se percibía cierta complicidad entre ambas y no se han dirigido ni un sólo reproche en las más de dos horas que ha durado el encuentro.
El bloque sobre las relaciones entre Catalunya y España se ha comido más de la mitad del debate. El descontento de Arrimadas con TV3 era tal que ni siquiera le parecía bien ese bloque porque hablaba de un “conflicto” entre Catalunya y España. “El auténtico conflicto lo tienen las familias, los amigos y los compañeros de trabajo entre ellos”, ha afirmado.
Al llegar al bloque económico, con la excepción de Batet, Asens y Rufián, que coincidían en subir los impuestos a las rentas más altas, el resto ha seguido hablando de la independencia. Borràs ha sacado el pacto fiscal, Álvarez de Toledo ha insistido en el supuesto coste para la economía que ha tenido el procés e Inés Arrimadas ha resucitado el 3% cuando tocaba hablar de políticas sociales.