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De Dalí al calendario Pirelli: la influencia impensable de 160 años de 'Alicia en el país de las maravillas'

Entrada a la exposición 'Los mundos de Alicia. Soñar el país de las maravillas'

Jordi Sabaté

Barcelona —
21 de octubre de 2024 22:04 h

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“En una tarde dorada / se deslizan pausadamente...”. Con estos versos comienza una de las novelas más fascinantes de la literatura de los últimos tres siglos: Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, la primera de una serie de obras escritas por el matemático, fotógrafo, dibujante y escritor Charles Lutwidge Dodgson bajo el alias de Lewis Carroll.

El origen del argumento de las mismas se sitúa en los cuentos que Carroll le relataba a una menor, de nombre Alice Liddell, y a sus hermanas durante sus paseos vespertinos en barca por el Támesis a la altura de Oxford, allá por 1862. En ellas, la protagonista es una niña que realiza un viaje iniciático por una serie de mundos que desafían la lógica y los sentidos de la proporción, a la vez que va entablando relación con diversos seres imposibles y fantásticos, al menos a la luz de la lógica adulta y sobre todo cartesiana.

Precisamente este desafío de las lógicas cartesiana y kantiana que supone Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas –publicada en 1865 y a la que luego seguiría A través del espejo– es uno de los aspectos que hacen la obra fascinante, pero no el único. Para desvelar el amplio impacto que la obra de Lewis Carroll ha tenido en la cultura popular desde que se publicara hace casi 160 años, CaixaForum trae al España la exposición Los mundos de Alicia. Soñar el país de las maravillas.

De los prerrafaelitas a Annie Leibovitz

La exposición ha viajado desde Londres, donde ha podido verse hasta recientes fechas en el Victoria & Albert Museum. Estará en Barcelona hasta el 16 de febrero y a partir del 3 de abril podrá verse en el centro CaixaForum de Madrid. Se compone de 312 objetos que constatan el alcance del fenómeno Alicia en el país de las maravillas a nivel cultural en los tres siglos por los que ha transitado la obra desde su creación.

Pero también explican que, como toda obra maestra, Alicia surge de múltiples influencias, tanto de su tiempo –un tiempo de profundos cambios sociales, económicos e industriales en Inglaterra– como del pasado. Así, la muestra permite observar grabados renacentistas y barrocos junto a los propios que los hermanos Dalziel realizaron en base a las famosas ilustraciones que el dibujante John Tenniel ejecutara para la primera edición de la novela, siempre poniendo el énfasis en la influencia que aquellas obras del pasado tuvieron en los dibujos de Tenniel.

También exhibe cuadros prerrafaelitas –dado que Carroll fue amigo de pintores de este movimiento estilístico como Dante Gabriel Rossetti y John Everett Millais, del cual se expone el cuadro Mi segundo sermón– sin olvidar, sin embargo, otros surrealistas, especialmente de Max Ernst y Salvador Dalí, dos pintores muy obsesionados con tratar de evocar o ilustrar lo que relata el libro. De hecho, Dalí colaboró con Aldous Huxley en la elaboración de una adaptación para Disney de la obra en los años 40.

Las 'Alicias negras' del calendario Pirelli

Otra disciplina con gran peso en la exposición es la fotografía, dado que Carroll también fue pionero en ella. Pueden así apreciarse los primeros retratos que realizara en los años 60 (¡del siglo XIX!) con su cámara oscura, y que explicarían muchos de los juegos ópticos que nos desconciertan en la novela, pero también las Alicias negras que en pleno siglo XXI realizó el fotógrafo Tim Walker para el calendario Pirelli de 2018. Por cierto: la cámara oscura de Carroll es otro de los objetos que han viajado desde Londres.

Entre estos dos extremos, separados por siglo y medio, hay espacio para muchos otros objetos. Como las primeras ediciones de Alicia, tanto originales como traducidas a las distintas lenguas del Estado español, o numerosos afiches sobre el personaje que nos muestran cómo se ha ido viendo la obra con el paso de los siglos, desde una estética victoriana, sin duda tenebrosa, a la más infantil, pero rica en color e innovación, de las producciones de Walt Disney.

Y sin olvidar los carteles de estética lisérgica de los años 60 (del siglo XX) que rememoran a Alicia, ya que el mundo que describe Carroll en sus novelas fue una gran inspiración para los artistas psicodélicos, tanto plásticos como musicales. La razón estriba en que el movimiento psicodélico emuló con frecuencia los ambientes neogóticos de la época victoriana y encontró en las flores con cara y ojos que hablan a Alicia en el relato, o en la oruga azul que fuma una pipa de agua encima de una seta, una similitud con sus experiencias con el LSD.

En el apartado de la influencia sobre la psicodelia cabe destacar la carátula del disco de Genesis, de 1970, Nursery Cryme, donde puede verse una ilustración de inspiración victoriana de Alicia jugando a croquet con cabezas humanas, pero también un vídeo del grupo de rock ácido californiano Jefferson Airplane interpretando White Rabbit en el programa de la CBS The Smokers Brothers Comedy Hour.

Alicia en el cine

A buen seguro la disciplina artística que más vuelo ha dado a Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas ha sido el cine. La primera filmación sobre la novela se produjo en 1903, solo cinco años después de la muerte de Carroll, y consistió en una película de diez minutos con numerosos trucos, hoy primitivos pero entonces innovadores, que resultó la primera producción “larga” de la historia en Inglaterra.

Tras esta, ha habido infinidad de propuestas, algunas definitivas, como la de Walt Disney de 1951, ilustrada por la legendaria Mary Blair y considerada la versión cinematográfica más completa y respetuosa con el original, y otras arriesgadas y actualizadoras, como la de Tim Burton de 2020.

Entre ellas, el cine ha hecho de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas una madre muy prolífera, con decenas de aventuras de mayor o menor calidad y algunas de ellas francamente experimentales como la de Jordi Feliu de 1978 titulada Alicia en la España de las maravillas. Feliu lleva en su filme a Alicia a la España de los años 40 para mostrar lo que fue la represión franquista en Catalunya.

Experimentando con lo inmersivo

Son muchos más los objetos que nos ayudan a comprender el alcance de la novela de Carroll, como las cuidadas fotografías de las Alicias negras del calendario Pirelli 2018 o los vestidos expuestos de diferentes diseñadoras y estilistas, que se inspiraron en la popular niña para el atrezzo de obras de teatro o bien para la alta costura. Destacan entre otros el vestido de Alicia creado por Viktor & Rolf para la sesión de Annie Leibovitz para Vogue en 2003.

Pero más allá de las piezas expuestas, Los mundos de Alicia. Soñar el país de las maravillas nos propone un escenario inmersivo muy logrado de la mano del coreógrafo Ignasi Cristià, no solo basado en proyecciones sobre los muros y los objetos –como las que se dan en la zona dedicada a la psicodelia– sino también en juegos de espejos, pasillos y objetos que rompen la proporción natural, como mesas y sillas gigantes. De este modo, la exposición consigue descolocarnos durante todo su recorrido y nos ayuda a experimentar lo mismo que Alicia debió sentir en la novela.

En todo caso, y como contrapunto a las excelencias de la exposición, que sin duda se antoja completa y bien planteada, las personas que la visiten con conocimiento de la biografía de Carroll echarán en falta alguna alusión, siquiera puntual, a las supuestas tendencias pedófilas del escritor, como las que aparecen señaladas en el documental de la BBC de 2015, El mundo secreto de Lewis Carroll. Según se cree, podrían haber sido el detonante en la ruptura de relaciones entre el padre de Alicia y el escritor en 1863.

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