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Escrituras “tierrapéuticas”
Ahora sí, llevo todo en enero buscando el momento de volver a re-emprender el blog, guardando artículos e ideas para enlazar. Y definitivamente me ha hecho falta encender el ordenador y ponerme a picar, tal cual, el primer artículo del año. Es sábado por la mañana. A esa hora normalmente duermo, pero me he despertado antes de que sonara el despertador y eso, amigas mías, como bien saben, no suele pasar... Así que ahora tengo un rato antes para redactar.
He desayunado, he cocinado unas verduritas, y me he sentado en el sofá, con la bata, bien envuelta, y he empezado a curiosear Instagram y Facebook, y claro... me ha aparecido este vídeo y ha sido la excusa perfecta para poner manos a la obra. Podría decir que es el vídeo más espantoso que he visto en mucho tiempo.
Y ahora es lunes y ha sido todo un poco de escritura interruptus, o como se escriba. (quería sonar a latín). Han pasado 2 semanas. Tuve que salir de casa corriendo por un tema de inundaciones laborales que no vienen al caso, pero que pararon en seco mi inspiración y ya no sé de qué vídeo os estaba hablando, mi cerebro lo ha borrado completamente. Si lo encuentro ya lo pondré!
Y ahora es miércoles y casi un mes después de ese día me siento otra vez con ganas y no ganas de escribir. Con ganas de tirar la toalla o de ponerme la manta a la cabeza. Tampoco recuerdo por qué dejé de escribir el lunes.
No he entendido nunca las ollas a presión. No se si el mecanismo aquel por donde sale el vapor se debe dejar cerrado o abierto. Lo vuelvo a entender y me olvido. Pues yo ahora mismo soy como esta olla a presión, que no sabe si cerrarse con todo el vapor, silbar, o estallar.
Podéis pensar que tengo mala memoria, pero en realidad no es así, soy bastante buena, pero supongo que selectiva o caprichosa. Y me pregunto, ¿también lo soy yo de selectiva y caprichosa? ¿Es pedir tanto? ¿Es tan difícil lo que quiero? ¿Por qué el universo me lo está poniendo más difícil de lo que pensaba?. Siento que nadie me entiende, ya que no vive dentro de mí, con mis sueños, con mis miedos y mis anhelos. Hay deseos que te retuercen la barriga, hay esperanzas que te cambian lo que creías, cierto, hay sentimientos que ya no sabes si son tuyos o te los han dejado en prenda.
Hay escrituras que se convierten en terapéuticas, y digo “tierra” porque me hacen tener los pies en el suelo, pero vaya, soy signo de aire y siempre estoy en las nubes, así que esto de aterrizar no siempre me satisface. No os contaré que tengo. Podéis deducir todo lo que queráis, puede que no me pase nada. Quizás soy como una canción y su estribillo, y tengo que volver a empezar para sonar de nuevo, pero al impasse, en la pausa, así como quien no quiere la cosa, o así como quien lo quiere todo...
Recordaré los insultos a la jovencita Alyssa Carson que se está preparando para ser astronauta con 15 años! Yo también quería ser astronauta de pequeña! Esta chica es políglota, es la primera persona en conocer todos los centros espaciales visitables de la NASA que están repartidos por todo el mundo, y se entrena cada día para conseguir su objetivo de ir a Marte, todo ello siguiendo los cursos de secundaria que le tocan. Su aparición en un programa de la tele propició un rastro asqueroso de comentarios en las redes sobre sus orejas. Da conferencias, tiene su propio portal y los comentarios ofensivos van a parar a como tiene o no tiene las orejas. ¿De verdad? Quizás ahora entiendo eso de ir a Marte, es para emigrar...
Y esta putrefacción de gente me ruboriza, sí, de vergüenza ajena. Pero como se trata de poner buena cara me pregunto, ¿como enmascararla? Ah sí! Tendré que comprarme ese maquillaje que se llama OrgasmOrgasm y explicar con el hashtag #queteruboriza lo que me ruboriza de los humanos. Y ponerme doble capa para disimular las arrugas que me aparecen en el rostro cuando “Softcatalà” me corrige “amigas” por “amigo”.